
Valorie Curry
Talia
Secuela de "The Blair Witch Project". Unos estudiantes se adentran en los bosques Black Hills de Maryland para intentar descubrir qué pasó en la desaparición de la hermana de James, relacionada con la leyenda de la bruja de Blair. Pronto una pareja de lugareños se ofrece a ser sus guías en los bosques.
En 1994, tres estudiantes de cine hicieron un viaje a los bosques de Maryland para rodar un documental sobre una leyenda local un poco loca: la Bruja de Blair, una mujer bastante turbia que había dejado su huella a lo largo de los siglos gracias a un asesino en serie y a niños pequeños muertos que no parecían querer seguir así.
Ya conoces el resto: las andanzas de estos tres jóvenes por el bosque de Black Hills se convirtieron en 1999 en el centro del falso documental del dúo Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, que muy pronto se convirtió en un fenómeno mundial, recaudando casi 250 millones de dólares con un presupuesto de 60.000. Además de beneficiarse de una de las primeras campañas de marketing más ingeniosas del género (hacer creer que los hechos eran reales), “ El proyecto de la bruja de Blair” tuvo la inteligencia de construir de antemano una mitología lo suficientemente densa como para dejar que nuestra imaginación hiciera el resto e instalar una amenaza constante detrás de cada árbol. Hábilmente construida utilizando al máximo el poder de la sugestión, la película supuso un temible momento de susto (la escena de los niños llorando, ¡brrr!) que además terminaba con un final que apelaba al espíritu de observación y análisis del espectador (muchos se han roto el cráneo intentando reproducir su impacto).
Dos años después, una secuela llegó inevitablemente a nuestras pantallas para subirse a la ola de dólares. Como Myrick y Sánchez se habían marchado a otros horizontes (el resto de sus carreras no fueron más que una serie de decepciones), se confió al excelente documentalista Joe Berlinger, que tuvo la curiosa idea de abandonar el found-footage por un enfoque cinematográfico más convencional. A pesar de una idea no tan estúpida sobre la alucinación colectiva y una bonita bruja con tendencias naturistas, "El proyecto de la bruja de Blair 2" fue un fracaso tanto artístico como comercial, intentando mostrarnos todo de forma ridícula y olvidando todo lo que hizo de la película original un éxito.
La leyenda de la Bruja de Blair parece muerta y enterrada para siempre.
Pero Adam Wingard y su guionista habitual, Simon Barrett, no se iban a dar por vencidos y, 17 años después de la primera película, iban a ofrecernos una nueva caminata por los senderos llenos de desgracias de los bosques que rodean el pueblo imaginario de Burkitsville.
Rodada bajo el título de "The Woods", no fue hasta unas semanas antes de su estreno cuando se desveló el secreto: el dúo había realizado en realidad una secuela directa de "El proyecto de la bruja de Blair".
“El proyecto de la bruja de Blair" es un regreso a las raíces de la saga de metraje encontrado, que comienza con el descubrimiento de un nuevo vídeo inédito en el que aparece Heather, la heroína de la primera película. Su hermano pequeño, que nunca se ha recuperado del todo de su desaparición, decide seguir sus pasos, acompañado por tres amigos y dos jóvenes lugareños.
Ah, Adam Wingard divirtiéndose con la mitología de la Bruja de Blair, ¡esa idea bastaba para hacer salivar! Tanto más cuanto que la (pequeña) filmografía de este hombre aún no contenía errores, por supuesto. Por desgracia, pronto quedó claro que " El proyecto de la bruja de Blair" sería su primer trabajo de verdad.
De hecho, esta secuela se contenta con copiar las mejores escenas de la película original, intentando siempre hacer demasiado: demasiados personajes (6 en total, que no te importan en absoluto, y que tienen esa manía de separarse siempre para ponerse en más peligro), demasiadas cámaras para no mucho (modelos de auriculares de mano, un dron, etc.), demasiados jumpscares (demasiados de ellos), y demasiado de algo bueno. ), demasiados jumpscares cansinos (estos idiotas se pasan el tiempo asustándose los unos a los otros) y, sobre todo, todo sucede demasiado rápido para provocar la más mínima emoción: la leyenda y sus derivados se resumen en 3-4 líneas de diálogo a modo de recordatorio, y la primera noche condensa prácticamente todos los acontecimientos de la primera película en una versión exagerada que se supone que nos va a dejar boquiabiertos, pero que al final sólo provoca una terrible sensación de hastío.
Peor aún, lo que sigue es una serie de misteriosas desapariciones que hacen que la existencia de esta inesperada visita a la bruja de Blair quede rápidamente obsoleta.
¡Y no son las pocas innovaciones las que conseguirán hacernos creer en la utilidad de la película!
¿Para qué hablar de la misteriosa herida de una de las protagonistas si nunca vas a ocuparte de ella?
La insistencia en la pérdida de puntos de referencia temporales (ya mencionada en la primera película) es la gran idea del guión, sólo que, por desgracia, tiene el efecto de hacer la película terriblemente previsible al hacer que el espectador se dé cuenta demasiado rápido de qué va todo. En este sentido, el final no es más que una sucesión de amables bostezos, dado que deducimos lo que pretenden los personajes, francamente idiotas, mucho antes que ellos.
Y no son las apariciones físicas de un elemento fundamental de la mitología de la Bruja de Blair al final de la película lo que conseguirá salvar este oscuro asunto, dado que visualmente parece algo sacado directamente de otra saga de found-footage (pista: una película de tres letras).
¡La Bruja de Blair de Adam Wingard debía de ser una fórmula digna de fuegos artificiales! Al final, este 1 bis será el primer error casi imperdonable del joven director, y sin duda la gota que colma el vaso de una saga que probablemente tenía potencial para llegar aún más lejos.
La premisa es sencilla, los elementos, al igual que en sus predecesoras, son óptimos para poder aterrar al espectador con facilidad. Estamos ante una película en la que el terror psicológico juega el mayor papel, por lo que si el espectador no es capaz de meterse en la piel de los personajes o de la historia… no va a disfrutar de ella, y mucho menos asustarse.
El guión cojea tras la patada que le han metido al que creó esta historia pensando que realizar un nexo con la película original serviría para crear una buena historia con gancho. Estamos ante una historia confusa que presenta momentos en los que no sabes si estás ante algo que ocurre en esta película, ha ocurrido en la película anterior, o si se trata de metraje de relleno.
Si en la película original los protagonistas contaban con las típicas cámaras de la época, en esta versión más actualizada no podía ser menos. Cada personaje cuenta con una pequeña cámara colocada en su oreja, existe alguna cámara réflex en manos de alguno de ellos y hasta un maravilloso dron para poder abarcar el amplio espacio que les rodea. Pero ni con toda la maravillosa utilidad de la tecnología moderna los creadores de este film han sabido capturar la esencia del miedo.
Nos vemos cara a cara con los sustos que hemos visto hasta la saciedad en las películas de los últimos años, juegan con los efectos sonoros para tratar de crear una ambientación favorable a sus triquiñuelas. Se pierde la originalidad de una historia para tratar de vender un producto ya visionado con unos elementos que no ayudan a mejorar la experiencia
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