Tan extraña como atractiva, 'Magical Girl' supone un juego para el espectador donde el director Carlos Vermut nos deja un puzzle casi resuelto, pero nos esconde la última pieza. Nos la deja entrever, pero nunca la llega a mostrar por completo, dejando a cada uno la libertad necesaria para terminar o no el rompecabezas de acuerdo a sus propias conclusiones. El escenario para tan enigmático escenario parte, además, de una premisa tan cruda como la que debe atravesar Luis, un profesor en paro que intentará hacer todo lo posible por cumplir la última voluntad de su hija Alicia, enferma de cáncer terminal. Dicha voluntad, consistente en un carísimo vestido oficial de una serie de dibujos animados, arrastrará a Luis a una oscura espiral de consecuencias que irá volviéndose más y más turbia con el paso de los minutos, pero... ¿qué no haría un padre por la felicidad de una hija?

Muchos verán ese juego que comentaba al principio como un guion incompleto, mal resuelto incluso, pero personalmente no me cabe duda de que eso era exactamente lo que el director buscaba conseguir: darle a cada espectador una serie de inquietantes y difusas pistas para crear esa constante sensación de sospecha en su mente. La incertidumbre llevada al máximo nivel en una película asfixiante, agónica y emocionalmente devastadora, pero también maravillosa en su forma de reflejar los tortuosos caminos a los que pueden llevarnos todas aquellas decisiones que, aun llevando consigo las mejores intenciones, tomamos en nombre del amor.

Magical Girl es una película lenta, cerebral, oscura. Esa oscuridad cerebral es la que vemos todo el rato como espectadores, como una especie de sombra proyectada que no terminamos de saber de dónde viene y que esconde el lado verdaderamente perverso del ser humano. Las escenas son implícitas, no terminan de mostrar esos actos, no sabemos la naturaleza de ciertos momentos o relaciones pero podemos adivinarlas. Detrás de esa capa de aparente frialdad los 3 personajes principales han liberado sus instintos oscuros. Está claro que esto contribuye a un profundo simbolismo, al buscar pistas e ir montando el puzzle elucubrando, pero también creo que es una elección muy meditada desde lo estético. La atmósfera que se crea es casi un personaje más y nos va absorbiendo lentamente.

Al principio la película no me terminaba de interesar, la trama va muy despacio, las escenas son largas y pausadas. Pero poco a poco me descubrí prestando más atención a cada detalle y un poco hipnotizada por esa sensación incómoda y casi enfermiza que empapa el filme. Gran parte de esto se debe a que Bárbara Lennie está descomunal y llena la pantalla. Pero está muy bien acompañada, especialmente por José Sacristán, aunque el reparto en general da la talla.

No es una película fácil de ver e incluso de disfrutar, en eso podemos estar casi todes de acuerdo ya que es muy turbia y lenta. Siempre vas a tener la sensación de que te falta la última pieza del puzzle, esa que Damián (un fanático de hacer puzzles) intenta encontrar por todos lados cuando se da cuenta de que le falta una para terminarlo. Y en ese estado suspendido nos quedamos: magia.

Una de las películas españolas de la década.


Sorprendente en muchos sentidos.


Sorprende como Vermut consigue hilvanar una serie de eventos tan peculiares de una forma tan coherente.

Sorprende como están tan bien construidos los personajes, y lo bien que se entiende a cada uno de ellos sin presentación previa.

Sorprende como Vermut se atreve a presentarnos momentos brillantes como el momento anime, o el momento vómito.

Sorprende como parece no encajar completamente este puzzle, quizás nos falte una pieza, pero da igual porque no la necesitamos.

Sorprende como Vermut consigue crear ese ambiente de intriga, tensión bañado en un aire de rareza.

Sorprende como uno cree estar ante un típico drama español pero termina inesperadamente de forma muy distinta a como imaginaba.

Sorprende como Vermut se atreve a plantear un desenlace sin miedo, y con mucha personalidad.


¿Quién es Carlos Vermut? Pues como dice nuestro amigo Boyero: "un raro, en el buen sentido".

Lo primero que se me ha venido a la cabeza con el título es el género anime Shoujo de chicas mágicas, pero viendo la portada he desechado esa idea. Hasta que he visto el inicio de la peli y me he llevado una sorpresa, además de las referencias en las amigas de Sailor moon y Sakura. No me esperaba esto para nada, me gusta este tipo de guiños, no estoy muy acostumbrado.

Me ha recordado mucho a Tarantino (con un toque de Lynch o puede que mejor a Lanthimos) tanto en el guión, montaje, partes de música, como en el patetismo mezclado con tragedia de sus personajes en determinados momentos, aunque no en su ritmo.

Las interpretaciones son todas muy buenas, me ha sorprendido sobre todo Luis bermejo que no estoy acostumbrado a verlo así. Barbara y Sacristán no hace falta ni mencionarlos.

Tiene un claro componente de crítica social, sobre todo a lo relacionado con la política, me quedo con una frase que tiene varias lecturas (como la propia peli) que me ha encantado.
"Guárdalo en la constitución, que ese no lo van a coger", tiene unos puntos cómicos muy buenos.

Una buena película muy sobrecogedora con un nivel de estética muy bien cuidado.