
Bill Nighy
Cliff
En el verano de 1984, siendo primera ministra Margaret Thatcher, el Sindicato Nacional de Mineros (NUM) convoca una huelga. Durante la manifestación del Orgullo Gay en Londres. Un grupo de lesbianas y gays se dedica a recaudar fondos para ayudar a las familias de los trabajadores, pero el sindicato no acepta el dinero. El grupo decide entonces ponerse en contacto directo con los mineros y van a un pueblecito de Gales. Empieza así la curiosa historia de dos comunidades totalmente diferentes que se unen por una causa común. Basada en hechos reales.
Hay historias que merecen ser contadas y otras que, además, deberían no caer nunca en el olvido. Historias sencillas, cercanas y, hasta cierto punto, pequeñas en cuanto a repercusión de refiere, pero enormes en la relevancia de todo aquello que transmiten. Historias como la que Matthew Warchus, llevando a la pantalla el guion de Stephen Beresford, recoge para dar visibilidad a la no muy conocida alianza que tuvo lugar en el verano de 1984 cuando, en oposición al gobierno de Margaret Thatcher, el gremio minero y el colectivo LGTB unieron fuerzas contra algunos de los muchos cambios sociales, políticos y económicos que comenzaban a forjarse en el Reino Unido. Dos comunidades sin demasiado en común que la película, desde su condición de dramedia desenfadada, utiliza no solo para crear un divertido choque de mundos entre sus distintas formas de entender y afrontar la vida, sino también un emotivo punto de encuentro donde todas esas diferencias, aun siendo más que evidentes, se desvanecen frente a lo mucho que comparten en su lucha por una existencia digna.
Sin abandonar nunca su tono entrañable, 'Pride' toma ese punto de partida y, en lugar de centrarse en la incomprensión o el sufrimiento, decide hacerlo en el entendimiento y la conciliación. No es que no se aborden temas como pueden ser la homofobia o la discriminación, pero siempre desde ese prisma de positividad que apuesta por el optimismo, la esperanza y la empatía como catalizadores de cualquier acercamiento entre posturas opuestas. Al final no importa tanto que orientación sexual, edad o incluso ideología política se muevan en extremos irreconciliables, la película logra mostrar cómo se puede llegar a ese proceso de comprensión mutua y lo hace, además, abogando por la necesaria reivindicación de unos derechos que, por desgracia, no son iguales para todos. Cine social buenrollista que purifica el alma, calienta el corazón y pone el foco en la importancia de dejar de lado los prejuicios, centrarse en lo que nos une y, por supuesto, enorgullecerse de todo aquello que nos define. Orgullo obrero, orgullo LGTB o, simplemente, orgullo de ser quienes somos.
Una película que sin duda va de menos a más de forma evidente. El comienzo tengo que reconocer que me ha desconcertado un poco, un grupo de gays y lesbianas, que suelen ir al día del orgullo (ese día por aquel entonces era una manifestación para reclamar sus derechos, no como lo conocemos hoy en día, que se siguen reclamando pero de una forma algo más festiva, donde se mezcla le reivindicación y la fiesta).
Pero volviendo a la historia, ¿un grupo de gays y lesbianas intentando ayudar a las familias de mineros en huelga? ¿a cuento de qué? ¿por qué se implican tanto? es algo que me cuesta encajar, entiendo que este grupo, defienden las injusticias y que en este caso son mineros pero podrían haber sido cualquier otra cosa, pero se vuelcan en ayudarles y por su condición de homosexualidad, gran parte de dicho gremio les rechazan, pero no se rinden y otros les acogen con los brazos abiertos y es cuando poco a poco se va desarrollando una historia basada en hechos reales, que yo siempre en la ficción la pongo en cuarentena con la realidad.
Pero el largometraje va más allá de si la historia es real o no, consigue mandar un mensaje de tolerancia tremendo, consigue abrir mucho la mente en este tema, yo en este tema estoy un poco neutral, suelo pasar, pero la película ha conseguido que el espectador en cierto modo se involucre, que no le de igual lo que ve, que empatice con los protagonistas, que muchas causas muy diferentes con apoyo se consiguen superar.
El final me ha gustado muchísimo, da un mensaje de hermandad y solidaridad tremendo.
Como digo es una película que va de menos a más y en el ritmo del desarrollo se nota, es densa, muchas situaciones pueden parecer pesadas, pero es de estas historias que la trama se cuece a fuego lento para dejarnos un momento final de los que llegan al espectador.
Las interpretaciones me han parecido normales, nada especialmente destacables, supongo que la historia en sí eclipsa un poco dichas actuaciones.
Una película totalmente recomendable, para conseguir abrir un poco más la mente, ver las injusticias que sufrían por parte de la sociedad y también de los familiares directos y como la enfermedad del SIDA les estigmatizaba, pero no todo en la historia se ve desde un punto de vista negativo, también hay muchas personas que cambian de opinión y otras directamente que les acogen con las manos abiertas y les tratan como familiares.
Película que me ha sorprendido para bien y que deja un mensaje bastante interesante.
Me gustan las 'pequeñas' historias de la Historia, tienen una fuerza imparable. Como esta relación imposibles entre un grupo de gays y lesbianas y una comunidad minera, pero funciona porque derrochan sentimienos sinceros y bondad. Te hace sentir bien. Te hace sentir aún mejor que ocurriera de verdad.
Maravilloso el elenco de actores encabezado por Bill Nighy, Imelda Satunton, Andrew Scott y Dominic West, todos ponen de su parte para crear una historia llena de amistad.
Los momentos dramáticos están contados por encima, y yo lo agradezco porque si no el mensaje positivo se habría diluido. Así prevalece el sentimiento de la bondad de las personas por encima de todo, que es lo que la película quiere explicar.
Una de esas historias que te hacen sentir bien.
Profundamente esperanzadora, potente y bellísima. Pride es un canto a la lucha interseccional y al compromiso sociopolítico, una película con importantes toques de comedia y muy emotiva. Que esté basada en hechos reales sólo añade más emoción, ya que nos recuerda que frente a la desesperanza y el conservadurismo se pueden conseguir victorias, por pequeñas que sean, gracias a las alianzas y a la unión de los oprimidos.
La he visto varias veces y no soy nada objetiva pero es que me entusiasma. Lloro siempre (y no de pena) por lo bonito, por esos momentos de hermandad y de resistencia. La película tiene una banda sonora espectacular que acompaña perfectamente algunas escenas haciéndolas épicas (estoy pensando en el momento Bread & Roses o el final con There is power in a union, por ejemplo). Es curioso porque tiene algo muy cotidiano, es una forma de recordarnos que los movimientos sociales están compuestos por personas con sus propias vidas personales, idiosincrasias y sufrimientos. En este caso mineros de Gales y personas LGTB+ que se unen con un objetivo. Diría que en esta película todo funciona como un reloj, porque de verdad que lo creo. El elenco brilla y hay un buen puñado de personajes memorables (muchos interpretan a personas reales, al final te cuentan un poco qué fue de ellas).
Cada vez que la veo acabo sollozando. Es preciosa y te llena. Pride es lucha, solidaridad y memoria. Y, como no podía ser de otra forma, mucho orgullo.
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