Una maravilla de película. Creo que no puedo resumirla mejor. Totalmente recomendada, increíbles escenas, buenos diálogos, me encanta la ironía de algunas secuencias, las reflexiones que ofrece, incluso la BSO está genial, un 9 para mí!

Podría parecer que nos encontramos ante una comedia negra, al estilo de la serie televisiva Matrimonio con hijos, pero a mi me parece más que estamos ante un auténtico drama. Los momentos de sonrisa o auténtica risa del espectador surgen del patetismo de los personajes presentados y en situaciones muy poco humorísticas como la escena de la discusión en la cena entre el matrimonio ante los ojos de la hija adolescente. No hay verdadero sentido del humor, es tensión desbordada lo que nos lleva a una sonrisa inconsciente, una risa similar a la que provoca ver caer al prójimo.
La película se articula en un "traveling virtual" provocado por la voz en off que nos anuncia en los primeros planos que él mismo, Lester, morirá en menos de un año, aunque aún no lo sepa. Antes, los primeros planos de la película, nos muestran a su hija grabada en una cámara de vídeo confesando que desearía que mataran al pesado de su padre.

Luego asistimos a la presentación de los personajes, los que componen la decadente y triste vida de Lester. Su esposa, obsesionada con su status profesional de vendedora de inmuebles y preocupada únicamente por conseguir nuevos lujos, su hija una adolescente con los problemas habituales de incomunicación, para la que Lester no tiene esperanzas que proporcionarle, los vecinos homosexuales, los personajes más políticamente correctos y tradicionales de ese perdido sueño americano, los nuevos vecinos encabezados por una madre loca, un padre militar intransigente y con gustos fascistas y un chico que se empeña en filmar todo lo que le rodea, lo que le hace ganarse el prejuicioso calificativo de psicópata. Y también está Angela, una adolescente odiosa por su frivolidad y egocentrismo que será la que provoque el cambio en la vida de Lester. Cada personaje se encuentra a un milímetro de convertirse en una estereotipo o, lo que es peor, en una caricatura.
El comienzo, con el pobre Lester arrastrado y humillado por su familia tropezando en el jardín me recordó al atribulado Truman de la película de Peter Weir, en cierto modo Lester es un personaje de una comedia en la que otros escriben el guión. De pronto Lester toma el timón de su vida, comienza a crecer y logra decidir por dónde caminar, cómo vivir, a quién amar. Su personalidad se desarrolla y comienza a destilar seguridad, no sólo por el deseo cuarentón por la Lolita adolescente de turno, sino por la seguridad imitada de un joven de 18 años que, lejos de ser el psicópata que pensábamos, es el único personaje libre y capaz de disfrutar de lo que le rodea, el único capaz de mejorar tanta mediocridad.
Cuando Lester encuentra su lugar, se convierte en el redentor de esa medianía que le rodea, su muerte extrañamente serena ante la violencia de un disparo limpia la vida de los suyos en una noche de intensa y purificadora lluvia. Lester muere tranquilo, su rostro sonriente sobre el charco de sangre que gotea en la mesa del salón así lo atestigua, ante la mirada complice del muchacho que nuevamente es capaz de saborear esa belleza, porque ha alcanzado el equilibrio que le permite disfrutar de las pequeñas cosas, la misma tranquilidad que Ricky comprendió al contemplar el suave mecer de una bolsa de plástico durante más de quince minutos... aunque a mí me quede la duda de saber cómo dejó de mecerse esa bolsa tras ese tiempo y dónde terminó.
Lo que menos me gusta del filme es su parte central, que llega a aburrirme en más de un momento y la conclusión demasiado monologada, demasiado mascada para el espectador, demasiado cargada de moralina psicológica a cien dólares la sesión.
Critica escrita en el año 2000