Alicia en el País de las Maravillas es un claro ejemplo de lo que te puede pasar si eres muy chismoso. Aunque claro, está basada en una novela de Lewis Carroll que de por sí trajo mucha miga por las interpretaciones que se han hecho de la historia e incluso de quién era la verdadera protagonista. Está basada muy libremente en la obra de Carroll, pero por lo que he leído la propia película tuvo también sus problemas, empezando porque esta era la primera historia que querían haber adaptado y no Blancanieves, en una mezcla de animación y acción real, luego se pensaron varias opciones más, se cambió de idea otras tantas veces, y en 1951 por fin llegó esta Alicia que todos conocemos y que no fue muy bien recibida en su día.

Nos cuenta la historia de Alicia, que está cansada de su aburrido mundo y de las clases de historia que no le interesan nada, sobre todo porque los libros no tienen dibujos, y de repente ve pasar a un conejo blanco vestido y con mucha prisa y decide seguirle, y termina cayendo por una madriguera en la que pasan cosas raras, pero más raras son las cosas que tiene que hacer para poder llegar al País de las maravillas y lo que allí encontrará. Es justo lo que ella misma había estado soñando despierta en su mundo, en Londres, cosas imposibles o muy improbables, aunque ahí nada es imposible.

Es una película llena de colorido, los colores son muy intensos, algo muy apropiado teniendo en cuenta el mundo tan fantástico que muestra y los personajes tan peculiares y tan locos, porque no hay ninguno normal o que esté muy bien de la cabeza. Entre el propio conejo, la oruga fumeta, el sombrerero loco, la liebre, el gato psicodélico... Y por supuesto la Reina y sus hobbies decapitadores. Pero si encima en la escena del té vemos claramente a Alicia ***contenido con spoilers*** No sé, no sé. Mucho se habla de la escena de los elefantes rosas de Dumbo, pero el viaje que se experimenta con Alicia es de lo más curioso, y de hecho la escena en la que aparecen todos los naipes marchando se parece mucho a esa tan famosa del elefante. Pero también tiene partes muy dramáticas y emotivas, la historia de las ostras bebés me da mucha ternura y mucha pena, o cuando Alicia se pone a llorar, la segunda vez, porque es muy llorona la chica. Y el rey es adorable.

Pero lo que decía al principio, todo es por el puro chisme. ¿Ves un pastel en el que pone "cómeme" y sin saber de qué va la movida vas y te lo comes? Pues chica, demasiado poco te pasa, y encima vas sin cuidado ni control, porque no es que le dé un mordisquito, es que cada vez que prueba algo o termina en modo minúsculo como un mosquito o enorme como el Titán Colosal. Aunque supongo que la moraleja de esta película es que hay que hacer lo que te dicen y portarte bien, pero la vida sería demasiado aburrida así, mientras que Alicia sueña e imagina un mundo donde todo, absolutamente todo, es posible.

La verdad es que no la recordaba tan loca, sabía que era peculiar cuanto menos pero no la recordaba TAN loca, pero es divertidísima. Claro, que seguro que si fumas lo mismo que sus personajes, es aún más disfrutable y te reirás incluso más, pero yo me lo he pasado muy bien, es surrealista de principio a fin, y si te dejas llevar por tanto colorido y tanta ida de olla pasarás una hora y cuarto muy entretenida.

Es curioso que esta película fuera un fracaso en el momento de su estreno y estuviera a punto de acabar con Disney (se compensó con el gran éxito de 'La Cenicienta' un año antes). Walt Disney incluso renegó de ella. Pero con el tiempo y la ayuda de la televisión se ha convertido en una de las películas más rentables para la compañía.

La fotografía es una maravilla con ese despliegue de color y su ambientación surrealista resulta hipnótica. El mérito de esta película es de Lewis Carroll, pero ya es imposible pensar en Alicia con otra apariencia que no sea la de esta película.