Críticas de Materialistas
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Lucy es una joven casamentera de Nueva York que se encarga de unir solteros para encontrar la pareja perfecta. Sin embargo, su mundo se desestabiliza al encontrarse atrapada en un triángulo amoroso con Harry, un apuesto financiero multimillonario, y su exnovio John, un actor de poco éxito.
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6.5 / 10
Tan cínica con el amor como brillante en su papel de celestina profesional en una agencia matrimonial de lujo, Lucy, una « matchmaker » soltera, se debate entre un financiero rico con pinta de príncipe azul y su ex, un aspirante a actor que apenas ha evolucionado desde que rompieron…
Podría parecer el típico argumento de comedia romántica que nos vemos en piloto automático al abrir cualquier plataforma de streaming, pero no: «Materialists » es, claramente, otra cosa. Para empezar, porque está escrita y dirigida por Celine Song, autora de la maravillosa « Vidas Pasadas », ese primer largometraje que aún nos sigue doliendo (en el buen sentido) por la forma tan contenida y certera en que mostraba los sentimientos. Esta vez, Song recurre a su experiencia personal como "matchmaker " para ofrecer su propia visión de la rom-com neoyorquina.
Todos los ingredientes clásicos del género están aquí, servidos en bandeja: un reparto de ensueño (Dakota Johnson, Pedro Pascal y Chris Evans), una ciudad de postal, la eterna soltera que consigue emparejar a todo el mundo menos a sí misma, el inevitable triángulo amoroso con sus correspondientes dilemas… Pero desde su primera escena, inesperada por el contexto, « Materialists » reviste el eterno concepto de la relación amorosa con un barniz materialista, explorando las motivaciones más terrenales (y no siempre nobles) que pueden esconderse tras el romance, todo a través de su protagonista, profundamente escéptica al respecto.
Desde el decorado impecable de su apartamento, que refleja nuestra tendencia a acumular objetos creyendo que así nos definimos, hasta sus primeras escenas ejerciendo su profesión, donde la búsqueda del alma gemela se mezcla con las ilusiones (o más bien delirios) de seguridad y confort, Song enlaza con soltura el desencanto que Lucy expresa en voz alta con una puesta en escena una vez más exquisita. Filmada con un sentido del encuadre que da en el clavo, la opulencia del enlace matrimonial de una pareja rica unida por Lucy se convierte, por ejemplo, en la imagen perfecta y distorsionada de ese tipo de evento que vendemos como la cúspide de la felicidad, pero que en realidad se ahoga entre oropeles, alejado de cualquier emoción sincera (por no hablar de los motivos dudosos que sustentan ese matrimonio, revelados en una brillante escena de consuelo entre Lucy y la novia).
El equilibrio entre lo que se dice (o más bien, lo que se cuestiona) y la forma en que se representa nunca falla: un discurso en plena sintonía con una época donde el amor se define cada vez más como una respuesta artificial a las neurosis de cada cual, y una estética pensada para que notemos sus consecuencias emocionales. Así, incluso cuando Lucy empieza a quitarse las gafas del cinismo tras un pequeño terremoto emocional y se lanza a buscar algo más esencial en sus dos pretendientes (en una vía algo más convencional). « Materialist » mantiene el nivel gracias a una dirección y una escritura de mucha altura, que desnudan a su trío protagonista rompiendo la coraza construida en la primera mitad para mostrar sus debilidades y dudas con una honestidad emocional que acompaña muy bien la travesía sentimental (y existencial) de la protagonista.
Y tanto en sus cara a cara con Pedro Pascal (esa escena brillante en el restaurante donde el ruido de fondo parece desaparecer para dejarles solos en el mundo) como con Chris Evans (esa sinceridad apabullante que emerge en sus últimas conversaciones). Celine Song demuestra, sin despeinarse, la amplitud de su sensibilidad como cineasta: única y, sin duda, magnética.
Eso sí, aunque dentro de « Materialists » hay muchas maravillas, su mayor punto flaco es que abraza demasiado el molde narrativo clásico de la comedia romántica. Sigue los giros que cabría esperar, con una evolución de personajes algo esquemática, y deja escapar parte de su visión afilada al entrar en una segunda mitad más ingenua. ¿De verdad Lucy no podía anticipar lo que ocurre, siendo tan lista como nos la pintan y viendo cómo maneja a sus clientes? Este punto de inflexión resulta demasiado ingenuo para convencer del todo, y a partir de ahí cuesta que la película trascienda la estructura previsible, por mucho que esté ejecutada con talento.
Así que, aunque no llega a las alturas de « Vidas Pasadas » (en parte por los corsés del género que ha elegido para expresarse), “Materialists” sigue siendo claramente la obra de una cineasta fascinante, que sigue explorando la deriva emocional colectiva con una mirada rara y empática, al servicio de unos personajes que aquí, además, están interpretados de maravilla.
Podría parecer el típico argumento de comedia romántica que nos vemos en piloto automático al abrir cualquier plataforma de streaming, pero no: «Materialists » es, claramente, otra cosa. Para empezar, porque está escrita y dirigida por Celine Song, autora de la maravillosa « Vidas Pasadas », ese primer largometraje que aún nos sigue doliendo (en el buen sentido) por la forma tan contenida y certera en que mostraba los sentimientos. Esta vez, Song recurre a su experiencia personal como "matchmaker " para ofrecer su propia visión de la rom-com neoyorquina.
Todos los ingredientes clásicos del género están aquí, servidos en bandeja: un reparto de ensueño (Dakota Johnson, Pedro Pascal y Chris Evans), una ciudad de postal, la eterna soltera que consigue emparejar a todo el mundo menos a sí misma, el inevitable triángulo amoroso con sus correspondientes dilemas… Pero desde su primera escena, inesperada por el contexto, « Materialists » reviste el eterno concepto de la relación amorosa con un barniz materialista, explorando las motivaciones más terrenales (y no siempre nobles) que pueden esconderse tras el romance, todo a través de su protagonista, profundamente escéptica al respecto.
Desde el decorado impecable de su apartamento, que refleja nuestra tendencia a acumular objetos creyendo que así nos definimos, hasta sus primeras escenas ejerciendo su profesión, donde la búsqueda del alma gemela se mezcla con las ilusiones (o más bien delirios) de seguridad y confort, Song enlaza con soltura el desencanto que Lucy expresa en voz alta con una puesta en escena una vez más exquisita. Filmada con un sentido del encuadre que da en el clavo, la opulencia del enlace matrimonial de una pareja rica unida por Lucy se convierte, por ejemplo, en la imagen perfecta y distorsionada de ese tipo de evento que vendemos como la cúspide de la felicidad, pero que en realidad se ahoga entre oropeles, alejado de cualquier emoción sincera (por no hablar de los motivos dudosos que sustentan ese matrimonio, revelados en una brillante escena de consuelo entre Lucy y la novia).
El equilibrio entre lo que se dice (o más bien, lo que se cuestiona) y la forma en que se representa nunca falla: un discurso en plena sintonía con una época donde el amor se define cada vez más como una respuesta artificial a las neurosis de cada cual, y una estética pensada para que notemos sus consecuencias emocionales. Así, incluso cuando Lucy empieza a quitarse las gafas del cinismo tras un pequeño terremoto emocional y se lanza a buscar algo más esencial en sus dos pretendientes (en una vía algo más convencional). « Materialist » mantiene el nivel gracias a una dirección y una escritura de mucha altura, que desnudan a su trío protagonista rompiendo la coraza construida en la primera mitad para mostrar sus debilidades y dudas con una honestidad emocional que acompaña muy bien la travesía sentimental (y existencial) de la protagonista.
Y tanto en sus cara a cara con Pedro Pascal (esa escena brillante en el restaurante donde el ruido de fondo parece desaparecer para dejarles solos en el mundo) como con Chris Evans (esa sinceridad apabullante que emerge en sus últimas conversaciones). Celine Song demuestra, sin despeinarse, la amplitud de su sensibilidad como cineasta: única y, sin duda, magnética.
Eso sí, aunque dentro de « Materialists » hay muchas maravillas, su mayor punto flaco es que abraza demasiado el molde narrativo clásico de la comedia romántica. Sigue los giros que cabría esperar, con una evolución de personajes algo esquemática, y deja escapar parte de su visión afilada al entrar en una segunda mitad más ingenua. ¿De verdad Lucy no podía anticipar lo que ocurre, siendo tan lista como nos la pintan y viendo cómo maneja a sus clientes? Este punto de inflexión resulta demasiado ingenuo para convencer del todo, y a partir de ahí cuesta que la película trascienda la estructura previsible, por mucho que esté ejecutada con talento.
Así que, aunque no llega a las alturas de « Vidas Pasadas » (en parte por los corsés del género que ha elegido para expresarse), “Materialists” sigue siendo claramente la obra de una cineasta fascinante, que sigue explorando la deriva emocional colectiva con una mirada rara y empática, al servicio de unos personajes que aquí, además, están interpretados de maravilla.
Valoraciones en tu crítica:
4 / 10
No sé muy bien cómo describir lo insoportablemente vacía, insulsa y frívola que me ha resultado ‘Materialistas’. Viniendo de ‘Past lives’ que, para mí, es una de las mejores películas de los últimos años, el nuevo filme de Celine Song se aleja de su nostalgia, misticismo y magnetismo para ofrecernos un relato más que superficial de la élite neoyorkina. Lucy es una matchmaker que trabaja emparejando a los ricos habitantes del Upper East y West Side. Siempre fijándose en los logros personales, el físico y las cuentas bancarias, sus clientes piden citas a la carta: altos, guapas, ricos, jóvenes, atractivos, delgadas… La élite en busca de la élite, sin más. Por supuesto, el amor no entra en esta ecuación estudiada cuidadosamente antes de cada cita. Como si el amor se pudiese programar, elegir y seleccionar entre varios candidatos, aunque esto ya lo definió a la perfección Cortázar hace unos cuantos años: «Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiera elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque la aman, yo creo que es al revés. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.»
Nuestra protagonista se gana la vida intentando encontrar la pareja perfecta para sus clientes, hasta que conoce a un apuesto multimillonario que encarna todo lo que ella quiere en la vida, al mismo tiempo que entra en escena su amor del pasado, un pobre actor que trabaja de camarero. Teniendo ya montado el trío amoroso, ¿qué decidirá Lucy? ¿Vivir la vida de opulencia y superficialidad que siempre quiso vivir o elegir escuchar a su corazón después de tanto tiempo? ¿Qué es lo que realmente importa a la hora de vivir tu vida? ¿Los muebles y la ropa que tienes alrededor o la persona a la que te quedas mirando fijamente al despertarte para asegurarte de que no es un sueño, de que es real y te ha elegido a ti?
Aunque toca temas imprescindibles como el abuso sexual y el machismo, lo hace de una forma que resulta demasiado leve y desapegada. Como si mostrar las posibles consecuencias de tener citas con extraños fuese una cuota que cumplir en lugar de una trama que explorar en profundidad. Entiendo que la película no quiera enfocarse en el drama más absoluto adentrándose en las posibles repercusiones que estas elecciones aleatorias puedan producir, pero si no es una trama en la que quieras ahondar, es mejor que no se produzca porque el resultado es, cuanto menos, decepcionante. Todas las que hemos acudido a citas a ciegas hemos compartido ubicaciones con nuestras amigas, fotos y teléfonos, precisamente porque conocemos los peligros de lo que puede pasar. Tener dinero no te va a proteger.
Para rematar un espectáculo de variedades de ricos teniendo problemas de ricos con un guion absurdo (la “confesión” de la altura del personaje de Pedro Pascal es para abrirse las venas), la nula química entre Dakota Johnson, Chris Evans y Pedro Pascal resulta hasta dolorosa; tan difícil de ver en pantalla como bucear entre tus viejos posts de Facebook y ya ni hablar de Tuenti. Absoluto cringe.
Nuestra protagonista se gana la vida intentando encontrar la pareja perfecta para sus clientes, hasta que conoce a un apuesto multimillonario que encarna todo lo que ella quiere en la vida, al mismo tiempo que entra en escena su amor del pasado, un pobre actor que trabaja de camarero. Teniendo ya montado el trío amoroso, ¿qué decidirá Lucy? ¿Vivir la vida de opulencia y superficialidad que siempre quiso vivir o elegir escuchar a su corazón después de tanto tiempo? ¿Qué es lo que realmente importa a la hora de vivir tu vida? ¿Los muebles y la ropa que tienes alrededor o la persona a la que te quedas mirando fijamente al despertarte para asegurarte de que no es un sueño, de que es real y te ha elegido a ti?
Aunque toca temas imprescindibles como el abuso sexual y el machismo, lo hace de una forma que resulta demasiado leve y desapegada. Como si mostrar las posibles consecuencias de tener citas con extraños fuese una cuota que cumplir en lugar de una trama que explorar en profundidad. Entiendo que la película no quiera enfocarse en el drama más absoluto adentrándose en las posibles repercusiones que estas elecciones aleatorias puedan producir, pero si no es una trama en la que quieras ahondar, es mejor que no se produzca porque el resultado es, cuanto menos, decepcionante. Todas las que hemos acudido a citas a ciegas hemos compartido ubicaciones con nuestras amigas, fotos y teléfonos, precisamente porque conocemos los peligros de lo que puede pasar. Tener dinero no te va a proteger.
Para rematar un espectáculo de variedades de ricos teniendo problemas de ricos con un guion absurdo (la “confesión” de la altura del personaje de Pedro Pascal es para abrirse las venas), la nula química entre Dakota Johnson, Chris Evans y Pedro Pascal resulta hasta dolorosa; tan difícil de ver en pantalla como bucear entre tus viejos posts de Facebook y ya ni hablar de Tuenti. Absoluto cringe.
Valoraciones en tu crítica:
5 / 10
¿Existe el amor verdadero? ¿Las almas gemelas? Y, ¿qué probabilidades tenemos de encontrar la nuestra cuando hay billones de personas en el mundo? Sería mucha suerte, ¿no? Pues quizás no, porque todos somos en menor o mayor medida producto de nuestro entorno, nuestra crianza y nuestras experiencias. Así que es bastante posible que la persona con la que mejor encajemos esté cerca y no en la otra punta del mundo, que compartamos cultura, ambientes y hasta poder adquisitivo. Visto así, encontrar la pareja perfecta se convierte en un mero cálculo matemático. Pero, ¿qué pasa con la atracción, la química y el amor?
La protagonista de "materialistas", Lucy, es una casamentera de Nueva York en cuyo trabajo los sentimientos importan entre poco y nada. El amor es un mercado en el que hombres y mujeres tienen valor de acuerdo a su edad, físico y sueldo. Así se van formando parejas en las que generalmente ellas aportan juventud y belleza y ellos estatus y dinero, en las que el matrimonio es una lista de pros y contras donde ser la envidia de amigos y familiares tiene más peso que el cariño y donde los esposos pasan a ser como activos de una empresa. Es el amor en los tiempos del capitalismo tardío y Lucy es una mercenaria del corazón, una soldado de fortuna fría y pragmática, medida y desapasionada. Normal que le dieran el papel a Dakota Johnson, la verdad.
Lucy parece tener las cosas muy claras, pero todo se complica cuando se reencuentra con su ex (Chris Evans), que es tan guapo como pobre, la misma noche en que conoce a un billonario encantador (Pedro Pascal). Matemáticamente hablando, Lucy no debería estar interesada en su ex (porque, repito, es pobre) ni el billonario debería estar interesado en ella (porque tiene más de 30, que es como decir que se le ha pasado la fecha de caducidad). El triángulo amoroso está servido, y también el debate. ¿Puede triunfar el amor cuando hay problemas de dinero y discusiones constantes? ¿Puede el dinero compensar otras carencias en una relación? ¿De verdad es suficiente con que alguien cumpla todos los requisitos de una lista? ¿Pero, es realista pensar que se puede ser feliz con alguien que no cumple ninguno? ¿Es mejor morir solo o conformarse con la primera persona que se conforme con nosotros?
La película reflexiona sobre la misoginia o el clasismo y, a pesar de que la sinopsis o el mismo marketing puedan llevar a pensar que estamos ante una comedia romántica, no es así. "Materialistas" tiene mucho más de drama que de otra cosa y aborda temas tan serios como el abuso sexual. El tono es muy similar al de "vidas pasadas", siendo Celine Song la directora y guionista de ambas. Pero lo que funcionaba en su anterior película no funciona aquí y sus puntos débiles son más evidentes: no hay chispa, no hay pasión, el amor no trasciende la pantalla. Sería fácil culpar a los actores o su (falta de) química, pero la uniformidad en las interpretaciones me dice que esa frialdad es buscada y cultivada por la directora, acorde a la temática del film. Es una elección estilística que comprendo, pero que considero un error, porque al contrario que en "vidas pasadas" donde era más bien un pretexto, y a pesar del mensaje de fondo, en "materialistas" el romance ES el argumento y debería hacernos sentir algo, no darnos igual. Los diálogos sosegados suenan falsos y las discusiones más aún, como si fuesen parte de una obra de teatro bien ensayada, pero plana. Las escenas entre Lucy y sus clientes tienen mucha más fuerza y dan la sensación de ser más reales que las que incluyen a sus intereses amorosos.
"Materialistas" es convincente en su faceta más crítica y dramática, pero como película romántica hace aguas. Habría sido mejor de no haber intentado inyectar desapego y transcendencia en momentos que pedían a gritos calidez y humor, porque el realismo también es eso.
"¡No quiero odiarte por ser pobre!" le dice Dakota a Chris en medio de la calle "pero lo hago" ¿y se supone que no me tengo que reír?
La protagonista de "materialistas", Lucy, es una casamentera de Nueva York en cuyo trabajo los sentimientos importan entre poco y nada. El amor es un mercado en el que hombres y mujeres tienen valor de acuerdo a su edad, físico y sueldo. Así se van formando parejas en las que generalmente ellas aportan juventud y belleza y ellos estatus y dinero, en las que el matrimonio es una lista de pros y contras donde ser la envidia de amigos y familiares tiene más peso que el cariño y donde los esposos pasan a ser como activos de una empresa. Es el amor en los tiempos del capitalismo tardío y Lucy es una mercenaria del corazón, una soldado de fortuna fría y pragmática, medida y desapasionada. Normal que le dieran el papel a Dakota Johnson, la verdad.
Lucy parece tener las cosas muy claras, pero todo se complica cuando se reencuentra con su ex (Chris Evans), que es tan guapo como pobre, la misma noche en que conoce a un billonario encantador (Pedro Pascal). Matemáticamente hablando, Lucy no debería estar interesada en su ex (porque, repito, es pobre) ni el billonario debería estar interesado en ella (porque tiene más de 30, que es como decir que se le ha pasado la fecha de caducidad). El triángulo amoroso está servido, y también el debate. ¿Puede triunfar el amor cuando hay problemas de dinero y discusiones constantes? ¿Puede el dinero compensar otras carencias en una relación? ¿De verdad es suficiente con que alguien cumpla todos los requisitos de una lista? ¿Pero, es realista pensar que se puede ser feliz con alguien que no cumple ninguno? ¿Es mejor morir solo o conformarse con la primera persona que se conforme con nosotros?
La película reflexiona sobre la misoginia o el clasismo y, a pesar de que la sinopsis o el mismo marketing puedan llevar a pensar que estamos ante una comedia romántica, no es así. "Materialistas" tiene mucho más de drama que de otra cosa y aborda temas tan serios como el abuso sexual. El tono es muy similar al de "vidas pasadas", siendo Celine Song la directora y guionista de ambas. Pero lo que funcionaba en su anterior película no funciona aquí y sus puntos débiles son más evidentes: no hay chispa, no hay pasión, el amor no trasciende la pantalla. Sería fácil culpar a los actores o su (falta de) química, pero la uniformidad en las interpretaciones me dice que esa frialdad es buscada y cultivada por la directora, acorde a la temática del film. Es una elección estilística que comprendo, pero que considero un error, porque al contrario que en "vidas pasadas" donde era más bien un pretexto, y a pesar del mensaje de fondo, en "materialistas" el romance ES el argumento y debería hacernos sentir algo, no darnos igual. Los diálogos sosegados suenan falsos y las discusiones más aún, como si fuesen parte de una obra de teatro bien ensayada, pero plana. Las escenas entre Lucy y sus clientes tienen mucha más fuerza y dan la sensación de ser más reales que las que incluyen a sus intereses amorosos.
"Materialistas" es convincente en su faceta más crítica y dramática, pero como película romántica hace aguas. Habría sido mejor de no haber intentado inyectar desapego y transcendencia en momentos que pedían a gritos calidez y humor, porque el realismo también es eso.
"¡No quiero odiarte por ser pobre!" le dice Dakota a Chris en medio de la calle "pero lo hago" ¿y se supone que no me tengo que reír?
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