Crítica de Zankyou no Terror por MrPenguin

Fue uno de los animes más esperados de 2014 y, viendo el revuelo que causó en su momento, no cabe duda de que, como poco, fue de los que más dieron que hablar. No solo por tratarse de la colaboración del gran Shin'ichirō Watanabe ('Cowboy Bebop', 'Samurai Champloo') con un estudio tan importante como MAPPA o por las comparaciones que recibió en su día con 'Death Note', sino, sobre todo, por atreverse a tocar temas bastante delicados como el del terrorismo o el de los posibles riesgos de la energía nuclear. La controversia estaba ya servida desde el primer capítulo, el cual nos presentaba como protagonistas a Nine y Twelve, dos adolescentes que se dedican a poner bombas por todo Tokio sin ningún motivo aparente y que, además, juegan con la policía a base de proponer acertijos acerca de las localizaciones de los explosivos. A priori, una serie con una premisa muy poco creíble y unos protagonistas con los que parece imposible empatizar, pero que, pese a todo, logra enganchar a medida que va avanzando y mostrando sus cartas.

De hecho, el principal punto fuerte del anime es, sin duda, el gran talento que demuestra Watanabe a la hora de narrar historias y hacerlas atractivas incluso cuando estas, como es el caso que aquí nos ocupa, no pueden desarrollarse tanto como merecerían. Esto se extiende también a los personajes, los cuales, y aun siendo posiblemente los más planos jamás creados por el director, cumplen bien con sus papeles dentro de una serie concisa —son tan solo 11 episodios— y que siempre tiene claro qué es lo que quiere contar. Indudablemente le habrían venido bien más capítulos, aunque también se agradece que no haya relleno y que consiga mantener el ritmo hasta llegar a un final realmente redondo. Quizás las altas expectativas le pasaron factura, por eso lo mejor es acercarse a 'Zankyou no Terror' sin pretensiones y disfrutar de lo que es: un anime absorbente, con un apartado técnico impecable y situaciones que invitan tanto al debate como a la reflexión. No es el mejor Watanabe, pero sigue siendo un buen Watanabe.