Crítica de Cowboy Bebop por MrPenguin

Tengo que empezar esta crítica señalando que 'Cowboy Bebop' es uno de mis animes favoritos de todos los tiempos, así que me ha resultado bastante complicado ver este live action sin caer en la comparación con la genial obra de Shin'ichirō Watanabe. Aun así, he intentado juzgarla de manera separada como adaptación y como serie en sí misma de la manera más objetiva posible. Agárrense que vienen curvas.

Como adaptación, 'Cowboy Bebop' roza directamente el sacrilegio. Curiosamente, la serie intenta mantener la mayoría de subtramas del anime e incluso imita muchas escenas de este plano por plano, pero eso al final la acerca más a la parodia que al homenaje porque, como es evidente, animación y acción real son dos mundos distintos y lo que funciona en uno no tiene por qué funcionar en el otro.

Llama también la atención el enfoque cómico y familiar por el que ha optado la producción de Netflix, el cual rompe con el tono serio y adulto que caracterizaba a la obra original. En el anime teníamos a un grupo de cazarrecompensas espaciales perseguidos por unos pasados de los que no podían desprenderse por completo y que, de alguna forma, los seguían atormentando en el presente. Nunca hablaban entre ellos de esa época anterior, pero tampoco lo necesitaban porque todos ellos estaban unidos por sentimientos similares y se comprendían los unos a los otros. En el live action es justo lo contrario, aquí son como un grupo de coleguillas que hablan de todo y que casi siempre están de cachondeo y haciendo chistes. Esta comicidad se extiende a la personalidad de unos personajes muy desvirtuados con respecto a sus originales, especialmente en el caso de Faye Valentine, que pasa de ser una femme fatale a ser la bufona del grupo por razones que escapan a mi comprensión. Valoración como adaptación: 1/10.

Como serie independiente, 'Cowboy Bebop' no deja de ser una entretenida historia de aventuras que se ve con bastante facilidad, siempre y cuando logres interesarte por sus personajes. Digo esto porque, a pesar de estar encarnados por un reparto carismático, estos personajes son algo unidimensionales y les falta esa profundidad que sí tenían en el anime, el cual jugaba mucho mejor con el silencio, el misterio y la sutileza para construir el perfil de cada uno de ellos. En el apartado técnico y visual, la serie cumple aunque sorprende el airecillo de serie B que impregna cada episodio y que choca con lo que cabría esperar de una producción de Netflix (que sabemos que de dinero van sobrados). Esto se nota mucho en las escenas de acción, las cuales suelen incluir peleas con una preocupante falta de intensidad y ritmo y, sobre todo, en lo poco aprovechado que está el tema espacial a la hora de crear una buena ambientación que también logre entrar al espectador por los ojos. Valoración como serie independiente: 5/10.

En definitiva, un live action que seguramente será una puñalada en el kokoro para los fans del clásico anime de 1998, pero que a cambio constituye un correcto pasatiempo para esas tardes de fin de semana en las que no apetece hacer nada más. Eso sí, siempre dentro de los estándares de Netflix en su vertiente más fast food, es decir, series para ver rápido y olvidar pronto.