Llegué hasta 'Berserk' por su fama de ser un anime increíblemente violento sin renunciar por ello a una gran historia y, una vez visto, puedo decir que ha cumplido mis expectativas. La principal clave de que su historia sea tan atractiva creo que recae sin duda en su genial desarrollo de personajes, el cual te monta en una vertiginosa montaña rusa de emociones donde puedes pasar de amar a odiar —y viceversa— a un mismo personaje con asombrosa facilidad. Dentro de esa enorme complejidad en los matices de los personajes destacaría sobre todo a Guts, protagonista de la serie y uno de los tipos más bestias que he visto en el mundo del anime, y a Griffith, una enigmática figura siempre rodeada por un halo de misterio que atrae e inquieta a partes iguales. Además, todos los cambios que sufren los personajes están siempre bien justificados y es fácil entender sus motivaciones incluso en el caso de que no las compartamos, añadiendo así una capa más de profundidad a la forma en la que están perfilados.

El apartado técnico, pese a ser de 1997, cumple con creces y se agradece que no haya censura para que podamos ver a Guts y compañía seccionando extremidades, eviscerando enemigos y sembrando el caos allá por donde la guerra les lleve (aunque todos dicen que el manga es todavía más bestia y explícito). Sin embargo, 'Berserk' tiene un problema que me ha impedido disfrutar de la serie más de lo que me habría gustado, y es que el final me ha dejado un poco a medias. Por un lado es un cierre brutal, pero por el otro se echa en falta más información porque el anime solo cuenta una parte del manga y nunca se siguió adaptando. Además, tras la muerte del creador del manga, Kentarō Miura, ni siquiera parece probable que podamos ver el final definitivo en formato papel, pero, en cualquier caso, no cabe duda de la enorme calidad de 'Berserk' ni de lo absolutamente apasionante que resulta perderse en su violento mundo de fantasía medieval. Imperdible para amantes de los animes adultos y sangrientos.