Al parecer la última y surrealista paranoia del Sr. Moore, mi demente favorito, fue concebida como una especie de episodio piloto que podría tener (o no) continuidad en un futuro próximo.
Esto explicaría en parte la aparición y desaparición de algunos personajes secundarios que no parecen tener sentido (el enmascarado) no siendo que estén concebidos con una continuidad.
La película incluye muchas referencias al mundo de Alan Moore, es visualmente atractiva, desfila por ella toda una galería de freaks y me ha traído constantemente a la cabeza aquél Twin Peaks de David Lynch.
Pero se va complicando en su avance, se pierde en demasiados discursos, abusa, (en mi opinión) del mundo onírico hasta que cuesta diferenciarlo de la realidad, se extiende demasiado en el metraje y en definitiva, el interés se diluye.

No sé bien qué decir de su última obra Sr. Moore. Se le ama o se le odia, pero no existe término medio.

Es cierto, me esperaba mucho más tratándose de Zack Snyder que ya tocó el género con mucho estilo en "El Amanecer de los Muertos". Zombies y atracadores daba para muchísimo más en la mitad de tiempo, pero esta no va ser la película de zombies definitiva, mala suerte para nosotros.
La inclusión de tanto personaje sin nada que decirnos, de quienes no retienes ni sus nombres entre el equipo de intrépidos forajidos de "todo por la pasta" con la profundidad emocional de una radiografía ya anuncia su destino, son prescindibles, carne de cañón para escenas de acción donde irán cayendo uno tras otro cumpliendo su función, mantenernos pegados a la pantalla, y conmigo a funcionado.
Nadie recibirá un oscar por su interpretación, no tenemos el mejor guión original y será una película completamente olvidable, pero qué esperábamos? Son zetas, no forman una organización criminal de narcotraficantes, zampan cerebros y gruñen, no eso lo que venimos a ver? Si nos no lo dan, seguro que protestamos. Incluso, sabiendo previamente que tenemos secuela, el final no encaja con mi idea inicial.
Es cine de entretenimiento, igual es porque no buscaba los tres pies al gato, pero no me ha aburrido ni decepcionado, he pasado un buen rato, lo que esperaba.
Disparos y explosiones, traiciones, carreras y hostias a cascoporro. Hoy buscaré algo más reflexivo para expiar mis pecados, pero anoche me puse hasta arriba de palomitas

Había curiosidad de encontrarme con lo último de Taylor Sheridan después de Wind River, su estupendo trabajo anterior.
Me ha parecido un thriller correcto, pero aquí se ha apostado por un ritmo mucho más pausado y el factor humano de sus personajes, marcando más el aspecto dramático, en lugar de la inyección de adrenalina y acción desenfrenada. La duración de la película está bien pero podría resultar un tanto lenta para algunos.
En cuanto a guión nada nuevo a descubrir, dos asesinos tratando de matar a un testigo de su crímen, lo hemos visto mil veces antes. El montaje recurre quizá en exceso a planos cenitales del bosque y flashbacks, pero con un reparto acertado con sus interpretaciones de unos personajes no demasiado profundos.
Correcta la película, ya digo, pero muy lejos de ser Wind River. De no correr tiempos de escasez absoluta de producciones que realmente merezcan la pena no la hubiera valorado de la misma manera, pero cumple su función a la hora de entretener y despertar interés.
Lo peor, una vez más, que el talento de Angelina Jolie vuelve a estar desaprovechado.

Ambientada en la francia rural de los 70, se desarrolla en un desvencijado edificio ruinoso donde habita toda clase de estrambóticos personajes que parecen pensar únicamente en comer, especialmente carne humana.
Delicatessen supuso el debut de los realizadores galos Jean-Pierre Jeunet y Marc Caro a principios de los 90. Con estética de cómic, gags antológicos, toques macabros, y primerísimos planos disparatados consiguen una obra tenebrosa y colorista, mezcla de suspense y comedia costumbrista cargada del humor más negro.
El cuidado uso de la música, sonidos, gestos y mímica nos introducen en la imaginaria atmósfera de la película.
Especial mención pues, a la puesta en escena y el talento interpretativo de sus protagonistas.

Buena parte de mi infancia pasó con algún cómic entre las manos, entre ellos devoraba las historias de Estela Plateada o el Motorista Fantasma.
Años después, oh sorpresa! El motorista más quemado del mundo daba el salto a la pantalla grande. Expectación total, insomnio, ansiedad y falta de apetito esperando el gran momento.
Y me encontré a Nicolas Cage. Desatado, dándolo todo en un catálogo de gestos, muecas y poses, una interpretación de traca ridiculizando al héroe que tantas buenas historias me dió. Aquél ni era Johnny Blaze ni lo será nunca.
Muchos personajes han sido vilipendiados en sus adaptaciones, pero en esta ocasión excedieron todos los límites.
Los traumas provocados en la edad adulta causan un marcado deterioro cognitivo, en mi caso perdí el habla y aún intento pronunciar mi nombre.

Crítica y público aniquilaron sin miramientos este trabajo de Jarmusch en festivales como Cannes o Sitges. La película está lejos de resultar pedante como se la acusó, Jarmusch desmitifica al vampiro dándole la vuelta al subgénero, del ansia asesina de sangre pasa a integrar a sus personajes en el mundo, a centrarse no en la mitología, sino en las necesidades que experimentan dos seres inmortales desde un punto de vista dramático.

El hastío de miles de años viviendo entre humanos que son como zombies, que se mueven lento, carentes de fuerza e inteligencia, y de quienes apenas pueden beber su sangre contaminada, pues la podredumbre de la humanidad les obliga a buscarla constantemente en el mercado negro.

Adam, un músico inteligente y depresivo, lleva cientos de años componiendo sin relacionarse con nadie viviendo en una urbanización desolada en Detroit que le permite mantener su anonimato.
Eve vive en la vieja ciudad de Tanger, es quien lleva mejor la inmortalidad gracias a su pasión por la literatura.
Sin ganas ya de abandonar sus respectivas guaridas, sienten la urgencia de volver a reunirse cuando Adam se encuentra pensando en meterse una bala de madera en el pecho tras haber perdido las ganas de vivir.

La película se llena de inteligentes diálogos, conversaciones de añoranza por la auténtica historia de la humanidad y sus logros, de los que ellos dos son en buena parte responsables, y por aquellas cosas que hacen que vivir merezca la pena.
Tom Hiddleston y Tilda Swinton brillan con luz propia, no en sus interpretaciones de Adam y Eve, sino pasando a convertirse en ellos. Jarmush, quien retrata como nadie los vacíos y la soledad de quienes en ellos habitan, sumerge su obra en un hipnótico romanticismo con una excelente fotografía.

El documental se centra en el comienzo de la carrera en solitario de Lisa, la personalísima voz femenina de Dead Can Dance y mitad del alma del grupo.
También se repasa su entrada en el mundo del cine por la puerta grande gracias a su inolvidable aportación en la banda sonora de Gladiator o su regreso a Dead Can Dance tras varios años de separación, banda de culto entre las más influyentes del rock gótico y dark wave.

Para tratarse de suspense y terror sobrenatural no consigue en ningún momento transmitir una sensación de inquietud que nos haga sentir el miedo que su protagonista femenina experiementa, no esperéis sustos ni escalofríos.
No he leído la novela de Elizabeth Brundage en la que está basada, pudiera ser que se me escapen detalles que le den solidez al guión, pero resulta demasiado simple, avanza lenta y predeciblemente.
La interpretación de Amanda Seyfried es lo único a destacar en una película olvidable.

No esperaba que con un modesto presupuesto de 160 millones de dólares pudiese realizarse tamaño despropósito.
Salvaré los efectos especiales de algunas escenas, que están muy bien aunque tampoco me parecen lo que se había prometido, pero visto el resultado, donde no he logrado encontrar nada que me sedujese durante casi dos horas de metraje, hubiese preferido que contratasen un guionista aunque fuera de saldillo.
Por lo demás, la peli tiene de todo en cuanto a tópicos se refiere, que los recurrentes toques de humor de la trama secundaria no ayudan a mejorar en absoluto. Y no sé si será por el maquillaje, pero encuentro a los dos protagonistas ya muy mayores.

Me parecen más honestas películas como Pacific Rim en las que nos saltamos el intento de convertirlas en clásicos del género para pasar directamente a la hora de los mamporros.