Crítica de Totto-chan, aventuras desde la ventana por MrPenguin
Redactada: 2025-07-25
Siendo la infancia esa suerte de oasis vital donde todo invita al juego, a la duda y al asombro, no deja de resultar curioso que tan mágica etapa consista, al menos hasta cierto punto, en seguir lo que otros decidieron por nosotros. En obedecer sin rechistar, memorizar sin comprender y crecer sin molestar. En pasar la época más libre e imaginativa de nuestras vidas renunciando, paradójicamente, a todo cuanto pudiera llevarnos, siempre desde esa maleabilidad que solo una mente aún en formación posee, a nuevos y coloridos mundos nunca antes soñados. Colores que se difuminan con el paso a la vida adulta y que Shinnosuke Yakuwa, director y guionista, logra recuperar para llevarnos a la ya desaparecida Tomoe Gakuen; una modesta escuela donde las clases discurrían en viejos vagones de tren y cuyo admirable modelo educativo, obra del gran Sōsaku Kobayashi, abogaba por el aprendizaje a través de la creatividad, la diversión y el afecto. Un espacio seguro en el que los niños podían ser ellos mismos mientras el gélido espectro de la guerra, aguardando en silencio a las puertas del país nipón, amenazaba con quitarles su tan efímera libertad.
El director japonés, adaptando la novela autobiográfica de Tetsuko Kuroyanagi, toma ese escenario para dar forma a este tierno relato animado sobre la aceptación, el compañerismo y la importancia de estimular la mente durante la infancia, pero también sobre la fragilidad que esa misma etapa encierra consigo. A través de los ojos de la pequeña Totto-chan —apelativo cariñoso de la propia Tetsuko— iremos adentrándonos en un entrañable mosaico de fugaces instantáneas, todas ellas capturadas tras un cálido filtro de nostálgico costumbrismo, que no harán sino reflejar el paso de los años al tiempo que la guerra, colándose en sus vidas como lágrimas en la tierra, comenzará a marchitar, muy poco a poco, todo cuanto daban por seguro. La triste crónica de un mundo que se desvanece pero cuya imborrable belleza, aquí retratada bajo una suave y vistosa animación de tintes ghiblianos, es inmortalizada en esta divertida, emotiva e inspiradora historia con la que poder retrotraernos a esa época ya casi olvidada donde, por una vez, estuvimos cerca de ser verdaderamente libres.
El director japonés, adaptando la novela autobiográfica de Tetsuko Kuroyanagi, toma ese escenario para dar forma a este tierno relato animado sobre la aceptación, el compañerismo y la importancia de estimular la mente durante la infancia, pero también sobre la fragilidad que esa misma etapa encierra consigo. A través de los ojos de la pequeña Totto-chan —apelativo cariñoso de la propia Tetsuko— iremos adentrándonos en un entrañable mosaico de fugaces instantáneas, todas ellas capturadas tras un cálido filtro de nostálgico costumbrismo, que no harán sino reflejar el paso de los años al tiempo que la guerra, colándose en sus vidas como lágrimas en la tierra, comenzará a marchitar, muy poco a poco, todo cuanto daban por seguro. La triste crónica de un mundo que se desvanece pero cuya imborrable belleza, aquí retratada bajo una suave y vistosa animación de tintes ghiblianos, es inmortalizada en esta divertida, emotiva e inspiradora historia con la que poder retrotraernos a esa época ya casi olvidada donde, por una vez, estuvimos cerca de ser verdaderamente libres.
Guion
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Banda sonora
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Interpretación
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Efectos
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Ritmo
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Entretenimiento
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Complejidad
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