
Shun Oguri
Moritsuna Kuroyanagi (voice)
Totto-chan, una niña curiosa y enérgica, es expulsada de su escuela por su comportamiento inquieto. En su nuevo colegio, donde los niños aprenden con libertad, descubre un mundo que la hace crecer, incluso en medio de la Segunda Guerra Mundial.
Siendo la infancia esa suerte de oasis vital donde todo invita al juego, a la duda y al asombro, no deja de resultar curioso que tan mágica etapa consista, al menos hasta cierto punto, en seguir lo que otros decidieron por nosotros. En obedecer sin rechistar, memorizar sin comprender y crecer sin molestar. En pasar la época más libre e imaginativa de nuestras vidas renunciando, paradójicamente, a todo cuanto pudiera llevarnos, siempre desde esa maleabilidad que solo una mente aún en formación posee, a nuevos y coloridos mundos nunca antes soñados. Colores que se difuminan con el paso a la vida adulta y que Shinnosuke Yakuwa, director y guionista, logra recuperar para llevarnos a la ya desaparecida Tomoe Gakuen; una modesta escuela donde las clases discurrían en viejos vagones de tren y cuyo admirable modelo educativo, obra del gran Sōsaku Kobayashi, abogaba por el aprendizaje a través de la creatividad, la diversión y el afecto. Un espacio seguro en el que los niños podían ser ellos mismos mientras el gélido espectro de la guerra, aguardando en silencio a las puertas del país nipón, amenazaba con quitarles su tan efímera libertad.
El director japonés, adaptando la novela autobiográfica de Tetsuko Kuroyanagi, toma ese escenario para dar forma a este tierno relato animado sobre la aceptación, el compañerismo y la importancia de estimular la mente durante la infancia, pero también sobre la fragilidad que esa misma etapa encierra consigo. A través de los ojos de la pequeña Totto-chan —apelativo cariñoso de la propia Tetsuko— iremos adentrándonos en un entrañable mosaico de fugaces instantáneas, todas ellas capturadas tras un cálido filtro de nostálgico costumbrismo, que no harán sino reflejar el paso de los años al tiempo que la guerra, colándose en sus vidas como lágrimas en la tierra, comenzará a marchitar, muy poco a poco, todo cuanto daban por seguro. La triste crónica de un mundo que se desvanece pero cuya imborrable belleza, aquí retratada bajo una suave y vistosa animación de tintes ghiblianos, es inmortalizada en esta divertida, emotiva e inspiradora historia con la que poder retrotraernos a esa época ya casi olvidada donde, por una vez, estuvimos cerca de ser verdaderamente libres.
Película bastante ignorada, porque como es costumbre, la animación de occidente tiene que ocupar la mayoría de plazas y no dejan hueco para estas joyitas.
Historia autobiográfica de la propia Totto-chan, donde nos cuenta la importancia de la educación a través de un cuerdo en un mundo de locos, como fue el maestro Sosaku Kobayashi, un paraíso en la tierra donde de verdad se aprendían cosas relevantes para el futuro, ya fuera alimentación, libertad para decidir tu camino, relación con los demás, no discriminación, paz, etc...
Una historia conmovedora que no solo llega al corazón y emociona, si no que toca el alma. Hacen falta mas Kobayashis en el mundo. Es una pena que llevemos mas de 100 años con la misma educación industrial y ese tipo de personas sean un oasis que muy pocos encuentran.
Una película que podría haber sacado Ghibli perfectamente, me ha sorprendido mucho porque no la esperaba así, pero como digo me ha recordado mucho a algunas de las películas de Miyazaki y Takahata.
Está ambientada en el Japón de antes de empezar la segunda guerra mundial, aunque en sus dos horas vamos viendo como van pasando los años y la guerra comienza, aunque no es una película bélica, ya que ocurre en un pueblecito y todo gira en torno a Totto-chan, una niña muy avispada que se acaba de cambiar de colegio. La peli es simplemente eso, su vida diaria, el como hace amigos, su relación con el profesor y poco a poco también el como la guerra va afectando de forma indirecta a sus vidas. Es bastante slice-of-life con muchos momentos de comedia y otros también más emotivos.
La animación también tiene un nivel muy bueno, con unos personajes muy expresivos, aunque a veces un poco de más, pero es divertido ver las caras que ponen. Ls diseños son muy vivos y coloridos, también como en las películas de Ghibli. No me sorprendería que hubiera sido una influencia a la hora de hacer la película, y desde luego si sois fans del cine de Miyazaki y Takahata, Totto-chan no creo que os decepcione.
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