Redactada: 2021-01-02
El cine de los años 70 no parece de moda en nuestros días siendo, tal vez, una década un poco perdida que parece denostada entre los años del hollywood dorado y la inocencia despreocupada de los ochenta. Sin embargo son películas que tienen un componente de libertad y de realismo que es muy de agradecer en tiempos donde la "pose" ha tomado el poder. Si hay algo que los 70 aportan al cine, más allá de esa libertad formal y creativa, es la capacitación de las miserias del ser humano para ser mostradas como parte consustancial del "héroe". En las décadas anteriores los personajes tenían una ética mucho más unidireccional, los buenos eran intachables, los malos eran indudablemente terribles, y casi todos los personajes se resumían en la caracterización de una virtud o un defecto, según el caso. Los setenta nos trajeron personalidades mucho más complejas, más cercanas al ser humano de carne y hueso, construyendo la figura del "antihéroe"y trayendo a primera línea de reparto a actores que salían del prototipo del "galán".
Entre esos actores estaba Elliot Gould, un tipo corriente que como actor tenía en la naturalidad su mayor virtud y en "Silent Patners" compone un personaje muy humano, con sus virtudes y sus defectos; es inteligente, un tipo al que tiendes a obviar y subestimar, pero tiene su lado oscuro que va a ser la base del argumento.
La película se mueve en ese filo de cierta amoralidad, donde todos los personajes tienen algo que ocultar, no hay apenas un personaje, John Candy tal vez el único, que no tenga un comportamiento al que podamos reprochar su ética ya sea por infidelidad, mentira, promiscuidad, o directamente predisposición por lo ajeno.
Sin embargo, en el producto final hay una cierta endeblez que perjudica al conjunto, hay demasiados comportamientos que no quedan del todo explicados y situaciones poco resueltas, Su director, Daryl Duke, acabó filmando algunos capítulos para la serie Colombo, en una muestra de que su lenguaje cinematográfico tendía a la inmediatez de la televisión más que a la profundidad del cine.
Otra cosa que me gustaría apreciar es cómo queda reflejada la época de "el destape" en la que no hay actriz que no tuviera que mostrarse . Susannah York, actriz que merecía mayor reconocimiento, en un papel para el que se la ve un poco pasadita de años, Celine Lomez, físicamente reventona pero con un papel que es el que más potencial deja desaprovechado, más por la ineficacia del director que por la interpretación, muy correcta y con la dosis justa de encanto que el papel necesitaba, Gail Dahms-Bonine, puesta ahí para hacer "bultos" y mostrar camisetas divertidas y alguna otra meritoria pasaron por las "exigencias del guion" en una época donde el MeToo no estaba ni embrionario.
En definitiva, película menor, divertida en si misma que puede servir como ejemplo de un cine olvidado.
Guion
3 ✮
Banda sonora
0 ✮
Interpretación
3 ✮
Efectos
0 ✮
Ritmo
3 ✮
Entretenimiento
3 ✮
Complejidad
2 ✮
Sentimiento
0 ✮
Duracion
0 ✮
Credibilidad
2 ✮
Fotografía
0 ✮
Dirección
0 ✮

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