Redactada: 2024-08-16
Clásico ochentero y sátira afilada. Robocop es, de entre la trilogía de ciencia ficción de Paul Verhoeven, la película menos interesante para mí, aunque me sigue pareciendo notable y creo que sabe jugar bien con los tropos habituales del género. Ahí tenemos la ultraviolencia típica de Verhoeven, sin el puntito extra de erotismo que después también pasaría a definir su marca personal, como vehículo para parodiar a este tipo de héroes de acción ultraviolentos, tomando como base a la institución más inherentemente violenta de la sociedad (o una de las que más): la policía.
Murphy es un policía que acaba de llegar a un nuevo departamento que, además, anda revuelto porque una gran corporación privada ha pasado a controlarlo y poner el dinero. Aquí tenemos el primer punch: Privatización de los servicios teóricamente públicos. El creciente nivel de violencia ha llevado a la muerte de varios policías y, entre sus compañeros, se habla de entrar en huelga, algo que los jefecillos rápidamente intentan controlar: "no somos fontaneros, la poli no hace huelga". A callar y obedecer. Esta gran corporación está interesada en los beneficios económicos que pueda sacar del acuerdo y nada más, claro, así que trabaja para la creación de una especie de superpolicía robótico. En todo este ambiente, Murphy la palma en una operación con su recién estrenada compañera y como "legalmente está muerto" desde la compañía pueden utilizar lo que queda de su cuerpo y su cerebro para crear a Robocop, un cyborg que promete de cara al público "acabar con el crimen" (la represión como sinónimo de paz, ¿qué podría salir mal?), el perfecto policía: sin remordimientos, sin emoción, hiperviolento, solo dedicado a cumplir su misión y obedecer las órdenes sin rechistar. Por no decir que el mensaje de trabajas, te mueres trabajando y después te resucitan para que sigas trabajando pero ya sin que puedas oponerte lo más mínimo es fascinante en su comentario sobre el capitalismo: la creación de un esclavo totalmente al servicio del sistema que legitima su propia violencia.
La historia, obviamente, viene en un envoltorio muy fácil de comprar por el público norteamericano amante de la violencia y de la acción desenfrenada porque la peli está llena de tiros, sangre y explosiones. Pero el mensaje de fondo es profundamente perturbador, una síntesis perfecta de la doble cara del fascismo-capitalismo. El propio maniqueísmo de buenos contra malos ya es de por sí bastante paródico (con sus típicos maleantes callejeros que son malos por el simple placer de ser malos), pero es que además esos fragmentos de anuncios televisivos y noticias (una fórmula que el director volvería a utilizar muy acertadamente en Starship Troopers) no ponen difícil la reflexión que esconde la película. El anuncio del juguete bomba atómica para niñes ("nuke them!") es graciosísimo y profetiza muy bien en lo que después se convertiría la propia franquicia de Robocop alejada de Verhoeven y su comentario social: simple reducción violenta sin demasiado contenido y venta de figuritas de acción para niñes. Yo misma recuerdo ver de pequeña esta peli en la tele y que me pasase por encima todo este mensaje que, de adulta, no deja de ser profundamente claro y revelador. Solo ves al robot policía que explota cosas y pega tiros. Para una audiencia tan infantilizada y acostumbrada a la violencia como el mainstream estadounidense es carne de mera comercialización capitalista. Otro ejemplo de anuncio satírico brillante es el de "the bigger, the better" sobre los SUV y... ¡recordemos que eran los 80! ¡Ahora son el doble de horribles y monstruosos!
Robocop es una buena peli de acción, sin duda, aunque muchos de sus efectos ya hayan quedado bastante anticuados; pero todavía es mejor como sátira, si bien es cierto que con una fórmula muy inicial que luego Verhoeven puliría bastante a mejor en sus siguientes producciones de ciencia ficción. A día de hoy este tipo de parodia con una violencia tan excesiva puede ser obvia y poco factible porque la propia realidad ya hace casi imposible la sátira al autoparodiarse en sus excesos turbocapitalistas. Robocop tiene cosas más que interesantes que contar como crítica a la policía, al control creciente de las empresas privadas y al capitalismo, aunque muches no pasen de ver la fantasía de poder autoritaria sobre la que precisamente busca alertar. Supongo que Verhoeven es un cineasta demasiado inteligente para Hollywood.
Murphy es un policía que acaba de llegar a un nuevo departamento que, además, anda revuelto porque una gran corporación privada ha pasado a controlarlo y poner el dinero. Aquí tenemos el primer punch: Privatización de los servicios teóricamente públicos. El creciente nivel de violencia ha llevado a la muerte de varios policías y, entre sus compañeros, se habla de entrar en huelga, algo que los jefecillos rápidamente intentan controlar: "no somos fontaneros, la poli no hace huelga". A callar y obedecer. Esta gran corporación está interesada en los beneficios económicos que pueda sacar del acuerdo y nada más, claro, así que trabaja para la creación de una especie de superpolicía robótico. En todo este ambiente, Murphy la palma en una operación con su recién estrenada compañera y como "legalmente está muerto" desde la compañía pueden utilizar lo que queda de su cuerpo y su cerebro para crear a Robocop, un cyborg que promete de cara al público "acabar con el crimen" (la represión como sinónimo de paz, ¿qué podría salir mal?), el perfecto policía: sin remordimientos, sin emoción, hiperviolento, solo dedicado a cumplir su misión y obedecer las órdenes sin rechistar. Por no decir que el mensaje de trabajas, te mueres trabajando y después te resucitan para que sigas trabajando pero ya sin que puedas oponerte lo más mínimo es fascinante en su comentario sobre el capitalismo: la creación de un esclavo totalmente al servicio del sistema que legitima su propia violencia.
La historia, obviamente, viene en un envoltorio muy fácil de comprar por el público norteamericano amante de la violencia y de la acción desenfrenada porque la peli está llena de tiros, sangre y explosiones. Pero el mensaje de fondo es profundamente perturbador, una síntesis perfecta de la doble cara del fascismo-capitalismo. El propio maniqueísmo de buenos contra malos ya es de por sí bastante paródico (con sus típicos maleantes callejeros que son malos por el simple placer de ser malos), pero es que además esos fragmentos de anuncios televisivos y noticias (una fórmula que el director volvería a utilizar muy acertadamente en Starship Troopers) no ponen difícil la reflexión que esconde la película. El anuncio del juguete bomba atómica para niñes ("nuke them!") es graciosísimo y profetiza muy bien en lo que después se convertiría la propia franquicia de Robocop alejada de Verhoeven y su comentario social: simple reducción violenta sin demasiado contenido y venta de figuritas de acción para niñes. Yo misma recuerdo ver de pequeña esta peli en la tele y que me pasase por encima todo este mensaje que, de adulta, no deja de ser profundamente claro y revelador. Solo ves al robot policía que explota cosas y pega tiros. Para una audiencia tan infantilizada y acostumbrada a la violencia como el mainstream estadounidense es carne de mera comercialización capitalista. Otro ejemplo de anuncio satírico brillante es el de "the bigger, the better" sobre los SUV y... ¡recordemos que eran los 80! ¡Ahora son el doble de horribles y monstruosos!
Robocop es una buena peli de acción, sin duda, aunque muchos de sus efectos ya hayan quedado bastante anticuados; pero todavía es mejor como sátira, si bien es cierto que con una fórmula muy inicial que luego Verhoeven puliría bastante a mejor en sus siguientes producciones de ciencia ficción. A día de hoy este tipo de parodia con una violencia tan excesiva puede ser obvia y poco factible porque la propia realidad ya hace casi imposible la sátira al autoparodiarse en sus excesos turbocapitalistas. Robocop tiene cosas más que interesantes que contar como crítica a la policía, al control creciente de las empresas privadas y al capitalismo, aunque muches no pasen de ver la fantasía de poder autoritaria sobre la que precisamente busca alertar. Supongo que Verhoeven es un cineasta demasiado inteligente para Hollywood.
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