Crítica de Perros de paja por Calibibi
Redactada: 2024-11-19
Straw Dogs, cuyo significado castellano sería "pelele" o "monigote" referido a personas bobas utilizadas como cabeza de turco, fue traducido al castellano como "Perros de paja", quizás porque justamente eso es lo que le hacía más falta a los animales de la película, más paja, o bromuro.
Me ha costado verla, es indigesta, y sobrevalorada. La crítica se deshizo en elogios con la obra cumbre de Sam Peckinpah, pero me ha decepcionado, en especial la primera parte. La manera en la que se dibuja a la mujer (a las escasas mujeres que aparecen) es casi tan denigrante como el trato que reciben, no diría machismo, va más allá, es misoginia, y da la sensación de que al Director le sale de forma natural.
Peckinpah es violento, se ganó esa fama y es merecida, pero iba preparado para eso, no me ha molestado. En cambio la actitud de Amy y Janice y las repercusiones que sufren son muy desagradables, porque hay heridas mucho peores que la muerte, por muy violenta y sanguinolenta que pueda ser.
Tengo dudas en el reparto protagonista, creo que es uno de los principales errores. No creo que la elección en especial de Dustin Hoffmann sea acertada, y hace un papelón, en crecimiento toda la película, pero creo que su papel pedía un actor de mayor físico y apariencia más imponente, alguien a quien creer capaz de todo llevado por la ira, y a Hoffmann no me lo he creído.
Por otro lado, una Susan George de 21 años, de una belleza y encanto angelical, nos entrega de forma sublime una Amy en plena liberación sexual en el peor momento y lugar posible. Y de forma innecesaria porque creo que ese nivel de libertinaje, de provocación, resta en cuanto a las sensaciones que quiere provocar, quizás una actriz mayor, más madura y fuerte, hubiese encajado mejor en lo que pedía el guion.
Me queda además la sensación de que David (D. Hoffmann) en ningún momento es consciente de lo que ha sufrido su esposa, es interesante ver como se plasma que ella sola carga ese tormento, pero también le resta relevancia a un acto tan importante en el devenir de la trama. En el acto final, ella tiene una carga de sufrimiento añadida, pero es él quien lo protagoniza todo y en esa escalada de locura, nada influye lo anterior, el final habría sido el mismo sin esa escena, podría decirse que ha sido casi innecesaria, lo que me hace incluso más desagradable recordarla. Incluso el trato de David Sumner a su esposa carece de empatía, dejando claro que no es conocedor de su trauma, el maltrato femenino tanto físico como psicológico es una constante.
A pesar de todo esto, y de una primera hora exasperante por varias razones, el final eleva el nivel de la obra. Como la traca final de un espectáculo de fuegos artificiales, la violencia de Peckinpah entra en escena. La fiesta del reverendo es el pistoletazo de salida, la tensión in crescendo, el personaje de Hofmann se desboca y la última frase la firmaría el mismo Maquiavelo, no hay solución, somos terribles.
No es mala película, pero ni mucho menos para situarla en el pedestal que la colocan.
Me ha costado verla, es indigesta, y sobrevalorada. La crítica se deshizo en elogios con la obra cumbre de Sam Peckinpah, pero me ha decepcionado, en especial la primera parte. La manera en la que se dibuja a la mujer (a las escasas mujeres que aparecen) es casi tan denigrante como el trato que reciben, no diría machismo, va más allá, es misoginia, y da la sensación de que al Director le sale de forma natural.
Peckinpah es violento, se ganó esa fama y es merecida, pero iba preparado para eso, no me ha molestado. En cambio la actitud de Amy y Janice y las repercusiones que sufren son muy desagradables, porque hay heridas mucho peores que la muerte, por muy violenta y sanguinolenta que pueda ser.
Tengo dudas en el reparto protagonista, creo que es uno de los principales errores. No creo que la elección en especial de Dustin Hoffmann sea acertada, y hace un papelón, en crecimiento toda la película, pero creo que su papel pedía un actor de mayor físico y apariencia más imponente, alguien a quien creer capaz de todo llevado por la ira, y a Hoffmann no me lo he creído.
Por otro lado, una Susan George de 21 años, de una belleza y encanto angelical, nos entrega de forma sublime una Amy en plena liberación sexual en el peor momento y lugar posible. Y de forma innecesaria porque creo que ese nivel de libertinaje, de provocación, resta en cuanto a las sensaciones que quiere provocar, quizás una actriz mayor, más madura y fuerte, hubiese encajado mejor en lo que pedía el guion.
Me queda además la sensación de que David (D. Hoffmann) en ningún momento es consciente de lo que ha sufrido su esposa, es interesante ver como se plasma que ella sola carga ese tormento, pero también le resta relevancia a un acto tan importante en el devenir de la trama. En el acto final, ella tiene una carga de sufrimiento añadida, pero es él quien lo protagoniza todo y en esa escalada de locura, nada influye lo anterior, el final habría sido el mismo sin esa escena, podría decirse que ha sido casi innecesaria, lo que me hace incluso más desagradable recordarla. Incluso el trato de David Sumner a su esposa carece de empatía, dejando claro que no es conocedor de su trauma, el maltrato femenino tanto físico como psicológico es una constante.
A pesar de todo esto, y de una primera hora exasperante por varias razones, el final eleva el nivel de la obra. Como la traca final de un espectáculo de fuegos artificiales, la violencia de Peckinpah entra en escena. La fiesta del reverendo es el pistoletazo de salida, la tensión in crescendo, el personaje de Hofmann se desboca y la última frase la firmaría el mismo Maquiavelo, no hay solución, somos terribles.
No es mala película, pero ni mucho menos para situarla en el pedestal que la colocan.
Guion
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Banda sonora
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Interpretación
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Efectos
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Ritmo
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Entretenimiento
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Complejidad
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Sentimiento
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Duracion
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Credibilidad
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Fotografía
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Dirección
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