Crítica de Men por MrPenguin

Tras su interesante incursión en la pequeña pantalla con 'Devs', Alex Garland regresa al cine con su tercer largometraje 'Men', un drama psicológico con el que el director británico vuelve a demostrar su habilidad para diseccionar la mente de sus peronajes al tiempo que juega con la del espectador. Sin embargo, esta vez Garland abandona la ciencia ficción —hasta ahora presente en todos sus trabajos— para adentrarse de lleno en el terror; género del que toma diferentes recursos para ir construyendo el drama personal de Harper, una mujer que se retira un tiempo a la campiña inglesa mientras trata de superar un trauma reciente. Una premisa sencilla y no especialmente original que, tras el paso de los minutos, irá desembocando en un inquietante relato sobre la verdadera naturaleza de algunos de los temores más profundos del ser humano.

Garland, siempe fiel a su estilo, utiliza ese punto de partida para crear una historia pausada pero de la que cuesta apartar la mirada, llena de imágenes perturbadoras y marcada por su constante tono simbólico. Esto se acentúa sobre todo en el último tercio de la película, donde la carga metafórica puede resultar excesiva a la hora de interpretar un final que el director, para bien o para mal, deja intencionadamente abierto a la libre interpretación. Una arriesgada propuesta que sin duda creará debate por los temas que toca (muchos ya dicen que el hecho de que el mismo actor interprete a casi todos los personajes masculinos implica que el mensaje de la película es que "todos los hombres son iguales", cuando creo que eso simplemente sugiere que ciertas actitudes tóxicas siempre tienen la misma cara) y con la que Garland, aun firmando la que al menos para mí es su obra menos inspirada, vuelve a dejarnos otra estimulante experiencia que logra impactar e invitar a la reflexión a partes iguales.