Crítica de La gran belleza por Gaspar

La Dolce Vitta contemporánea

La aristocracia romana se relaciona entre ella de forma superflua, vacía y llena de excentricidades. La frivolidad la trasladan al uso de los escenarios magníficos que otorga la ciudad de roma, sus vidas vacías son incapaces de acompañar la calidad del espacio arquitectónico que alberga sus múltiples desenfrenos. Jep Gambardella es un escritor que forma parte de esta clase social y es él quién empezará a ver los problemas que derivan de pertenecer a ese mundo vacío.

La delicadeza de Sorrentino está presente desde el primer minuto, la introducción del escenario, la ciudad de Roma, como espacio en el que ocurren los eventos y la relación que tiene con la fiesta, Paolo nos presenta los 2 pilares en los que se va a sustentar la película. A resaltar, la presentación de esta clase social a través de una fiesta que, gracias al juego de planos y velocidad de cámara Sorrentino hace al espectador partícipe del jolgorio ostentoso romano del que gozan los personajes principales que son introducidos a golpe de Rafaella Carrá. Una carta de presentación magnífica que pasará a la historia como una de las mejores filmaciones de una fiesta.

El dominio del plano y la fotografía de la introducción queda latente en el resto del film, resaltar la habilidad del director para exprimir los entornos arquitectónicos clásicos y contemporáneos (tanto interiores como exteriores) que ofrece la ciudad.

Una vez conocido al personaje principal de Jep, éste, a partir de diferentes acontecimientos que suceden, pasa de ser un aristócrata más a ser un aristócrata que se observa a si mismo y, que observa a los demás. A pesar de experimentar una evolución personal no reniega de su posición social, no reniega de la clase pudiente a la que pertenece porque tampoco se siente identificado en entornos más humildes. Pero esta inquietud naciente le provoca que empiece a experimentar incomodidad con sus actuales relaciones sociales.

Paralelamente a esta evolución personal a Jep le vuelven a surgir las ganas de escribir, pero no termina de encontrar la inspiración ni determinación necesarias que le llevan definitivamente a escribir una nueva novela, que él la llama “La gran belleza”; pero que no es más que la aceptación de su presente y, sobre todo, de su pasado, cuando ya no es capaz de avergonzarse de los errores cometidos, cuando es capaz de mirar a la cara (en ese recuerdo) a la única mujer que en su vida amó. Mujer también enamorada de por vida de Jep pero, por mucho que compartieran amor él no era su compañero maravilloso de vida que buscaba.

Maravillosa reflexión sobre la vida.