Crítica de La búsqueda (National Treasure) por MrPenguin

Ha dado vida a vampiros, hechiceros, superhéroes e incluso a sí mismo —que ya es bastante—, pero si tuviera que quedarme con un solo alter ego de Nicolas Cage, al menos dentro de su vertiente más distendida y comercial, sería, sin lugar a dudas, con el de aventurero cazatesoros. Una suerte de versión low cost de Indiana Jones que en esta ocasión, y protagonizando la muy denostada 'National Treasure' (aquí rebautizada como 'La búsqueda' porque nuestro tesoro nacional ya es, obviamente, la tortilla de patata), se embarcaba en la titánica odisea de intentar robar el que ya es, como bien se encarga de recordarnos la película cada poco tiempo, uno de los documentos mejor protegidos del planeta: la Declaración de Independencia de los Estados Unidos. Todo sea con tal de encontrar un supuesto código que adentrará a nuestros protagonistas, así como a nosotros mismos, es una disparatada —aunque muy entretenida— sucesión de persecuciones, acertijos y continuas concesiones a la lógica ante las que tan solo queda rendirse, apagar el cerebro y coger un buen bol de palomitas.

Por supuesto, y más teniendo en cuenta las muchas conveniencias de guion de las que seremos testigos, nada en 'National Treasure' habría sido lo mismo si el bueno de Nick Cage, en su carismático papel de historiador y cazador de reliquias, no hubiera hecho lo que mejor sabe hacer: dotar de completa seriedad a una trama que roza —cuando no abraza— la inverosimilitud más absoluta. Tanto es así que podría incluso decirse que la seña de identidad de la película, más allá de su espíritu aventurero, es la total falta de vergüenza con la que van encadenándose los giros imposibles, los personajes estereotipados hasta las cejas o las pistas ocultas en los lugares más absurdamente rebuscados, pero lo cierto es que todo ese cúmulo de despropósitos es, por paradójico que resulte, lo que la ha elevado a su más que merecido estatus de placer culpable. A fin de cuentas tenemos intriga, buenas escenas de acción, un gran sentido del ritmo y, lo que es más importante, a Nicolas Cage regalándonos al Indiana Jones más memético de todos los tiempos. Y, ¿acaso no es ya eso un tesoro en sí mismo?