Crítica de Entre pillos anda el juego por MartaPD

Entretenidilla. Para mí tiene el gran hándicap de que Eddie Murphy me saca bastante de quicio, pero como comedia navideña ochentera cumple su cometido para una tarde de sofá y manta. Es una comedia clásica de "intercambio de vidas" en la que dos millonarios repugnantes deciden experimentar con personas y coger a uno de sus empleados modelo rico y de clase alta y a un vagabundo al que acaban de sacar de la cárcel e intercambiar a uno por otro. ¿El objetivo? Una apuesta según la cual uno cree que los determinantes sociales y el contexto son los que contribuyen a que alguien sea "exitoso" y le vaya bien en la vida (según los parámetros del capitalismo) y otro cree que eso básicamente es algo innato que va poco más que en la sangre.

No es especialmente creativa en su desarrollo (es más o menos lo que esperas ver) pero la idea hay que reconocerla como algo original y con un cierto punto de crítica social que se nota. Curiosamente este aspecto de "hay que comerse a los ricos" y la demostración de que tu contexto siempre va a influir en tus oportunidades y es, por tanto, un sistema fallido, no se extiende mucho a otros puntos de la peli que son un poquito o muy rancios. ¿Cómo puedes tener a una actriz como Jamie Lee Curtis y usarla prácticamente solo para que se pasee enseñando las tetas? El final es un poco WTF en algunos momentos, como esa escena en el vagón de tren con un "humor" trasnochadísimo (blackface incluido) que da muchísimo cringe. Pero bueno, son los 80, qué les vamos a pedir.

Un 5'5 y va que chuta.