Crítica de El arrecife por gjulo

Redactada: 2025-07-03
Desde 1975, han aparecido innumerables imitaciones cutres de “Tiburón” en el cine y, sobre todo, en la televisión. En más de cincuenta años, ninguna de estas secuelas cinematográficas ha logrado igualar la mecánica perfecta de la obra maestra de Spielberg. “El arrecife” es la enésima película de tiburones estrenada en 2011 y dirigida por Andrew Traucki. Pero lejos del enfoque romántico y casi fantástico de Spielberg, que no dudaba en subrayar la agresividad sobrenatural de su tiburón en “Tiburón”, Andrew Traucki opta por un enfoque altamente realista y se inspira en un hecho real ocurrido en las costas australianas. Verano de 2010. Luke, que debe transportar un yate de Australia a Indonesia, aprovecha para invitar a su amigo Matt y a su prometida a hacer la travesía con él y su compañero Warren. La hermana de Matt y antiguo amor de Luke también se une al viaje. Una vez en alta mar, el barco choca contra un arrecife de coral y naufraga. Refugiados en el casco, los cinco protagonistas solo tienen dos opciones: activar la baliza de socorro y esperar a que lleguen los servicios de rescate, si es que llegan, o arriesgarse a nadar hasta la isla de la Tortuga, situada a varios kilómetros de distancia. Warren, que conoce demasiado bien la zona como para saber lo que la infesta, es el único que decide quedarse en el casco, arriesgándose a ser arrastrado aún más mar adentro y hundirse. Los otros cuatro amigos, equipados con trajes de neopreno y tablas, deciden probar suerte nadando. Unos minutos más tarde, se encuentran con el cadáver de una tortuga decapitada flotando en la superficie. Luego aparece una aleta que confirma sus temores y la visión submarina de un gran tiburón blanco que gira alrededor de sus presas esperando el momento ideal para atacar. Aquí, la voluntad evidente de Traucki es anclar su relato en la realidad y no recurrir a ninguna fanfarronada ni a otros efectos llamativos. Para filmar a su escualo, utiliza imágenes de tiburones reales filmadas con una cámara sumergida desde una jaula. Gracias a un hábil montaje, el efecto es muy logrado y realmente se tiene la impresión de que el tiburón está muy cerca de sus presas. La narración adopta principalmente el punto de vista de Luke, un buceador experimentado y auténtico líder del grupo. Así, cuando sus amigos dicen haber visto algo, Luke recorre inmediatamente el horizonte con la mirada, al igual que el espectador. A veces se sumerge y escruta las inquietantes y opacas profundidades, donde nos sorprendemos a nosotros mismos buscando con él al famoso tiburón tan esperado. Este enfoque resulta muy eficaz y, cuando Luke ve al tiburón por primera vez, lo que nos llama la atención es la vulnerabilidad del grupo, sobre todo porque los protagonistas no tienen ningún lugar al que refugiarse. Los cuatro amigos indefensos solo pueden esperar y rezar para que el depredador los perdone. A partir de ese momento, el suspense gira en torno a las reacciones del tiburón y a la espera del fatídico momento en que ataque. Las visiones submarinas de Luke nos revelan así al tiburón alejándose hasta desaparecer para reaparecer rápidamente lanzándose hacia el grupo con la boca abierta. Cada uno de los ataques del tiburón es entonces de una brutalidad asombrosa y de una rara potencia emocional. Sin complacencia en el horror, sin gritos inapropiados, Traucki se apoya plenamente en el talento de sus actores para sugerir el terror cuando las mandíbulas se cierran sobre sus víctimas. Prueba de ello es la memorable escena en la que Luke nada al rescate de uno de sus amigos, cuya mirada se cruza por última vez con la suya antes de ser repentinamente arrastrado por las profundidades. Entonces comprendemos toda la vulnerabilidad del individuo en una situación así y todo el horror que ello conlleva. Porque más allá del miedo a la muerte, lo que Traucki nos transmite es el miedo a ser devorado vivo sin poder hacer nada al respecto, esa forma de relegar al individuo a un simple trozo de carne, listo para ser consumido tal cual. El suspense se articula así en torno a la espera de un destino ineludible. Ante el horror, los protagonistas se enfrentan sobre todo a las consecuencias de sus decisiones, y el espectador acaba inevitablemente preguntándose qué habría hecho en su lugar: ¿quedarse en el yate volcado o salir a nadar? Sabiendo que cada decisión será la más decisiva de su vida. Siguiendo las lecciones del maestro Spielberg, Traucki juega hábilmente con lo que queda fuera de cuadro, sugiriendo el horror más que mostrándolo. Así, utiliza muy pocos efectos especiales y prefiere jugar con la incertidumbre para provocar el miedo. Las apariciones del tiburón están hábilmente dosificadas, medidas. La sugerencia y la espera contribuyen más al sentimiento de miedo que los ataques del escualo o cualquier otro artificio visual.
La determinante interpretación de los actores es extremadamente convincente a lo largo de toda la película, apenas empañada por unos diálogos minimalistas y una exposición un poco rápida. A falta de un presupuesto considerable, Traucki va directo al grano, pero sin olvidar dar credibilidad a sus protagonistas, ya que toda la emoción de la película proviene de sus reacciones y su sacrificio. Cabe destacar la fuerza que desprende la pareja protagonista, dos amantes separados por la vida que se reencuentran durante esta pesadilla. Verdadera sorpresa de la renovación del cine de tiburones, “ El Arrecife” se impone como una buena película de supervivencia acuática, terriblemente eficaz y angustiante. Una joya más que añadir al palmarés del cine de género australiano.

Reto:

¿Qué es lo que más te ha gustado?
Que es una película de tiburones sería y no como lo que venimos viendo últimamente. Los protagonistas no buscan acabar con el tiburón sino cómo escapar de él.

¿Qué es lo que menos te ha gustado?
Desgraciadamente, no aporta nada nuevo al género

¿Qué título alternativo le pondrías?
Calma Blanca


Guion
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Banda sonora
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Interpretación
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Efectos
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Ritmo
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Entretenimiento
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Dirección
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