Crítica de Bitelchús Bitelchús por gjulo
Redactada: 2024-10-09
No importa cuántas veces hayamos repetido su nombre para volver a invocarlo ante el enorme gusano de arena en que se había convertido este proyecto de secuela después de treinta y seis años, el simple hecho de volver a ver a Michael Keaton como Beetlejuice se había convertido en una hipótesis tan altamente improbable que, incluso hoy en día, cuando uno se sienta frente a la gran pantalla para ver "Beetlejuice Beetlejuice", sigue estremeciéndose ante la idea de volver a cruzarse con uno de los más inolvidables muertos vivientes que nos ha dado la fértil imaginación de Tim Burton.
Obviamente, los temores a una secuela tardía, sin sabor y podrida en nostalgia comercial como muchas otras de los últimos años estaban ahí, por no hablar del declive del cineasta Tim Burton. Pero en cualquier caso, tenía que ver el regreso de un resucitado 'Beetlejuice', de lo mejor que el delirante universo del director tenía que ofrecer. ..
Y, a través de este protagonista, se nos invita instantáneamente a reencontrarnos con toda su fantasía gótica y con viejos conocidos que llevan su mejor firma. Tomándose la libertad de descubrir este más allá con más franqueza (sin duda contando con la aceptación de la locura inducida por la primera película) junto al reencuentro con la familia Deetz (¡qué placer ver a Winona Ryder y Catherine O'Hara de vuelta en unos papeles hechos sólo para ellas! ) así como la introducción a su nueva cara más juvenil, interpretada por Jenna Ortega, "Beetlejuice Beetlejuice" muestra claramente el deseo del director de divertirse con lo que tiene, ya sea a través de Michael Keaton, que también está en buena forma al retomar su papel de culto, maravillosos pequeños gags morbosos en un limbo del que uno pensaría que nunca ha salido, pastillitas animadas en retrofilm y más, de una brillante secuencia en la que los cuerpos se "recomponen" al son de "Tragedy" de los Bee Gees, con Monica Bellucci, la nueva compañera y musa del director.
Sin embargo, la alegría de encontrar a un Tim Burton claramente rejuvenecido por sus propias raíces pronto da paso a la sensación de que la exposición de "Beetlejuice Beetlejuice" se alarga mucho más de lo debido, como si, incluso después de tanto tiempo, la propia película no supiera a dónde ir con la trama. Y, a pesar de que siempre hay cosas divertidas que sostienen este universo (como el policía de ultratumba liderado por un perfecto Willem Dafoe), esta secuela va a pisar con sorprendente ligereza las nuevas relaciones de la familia de su heroína, presentadas con bastante crudeza a modo de espejo de la primera película, sin dar la impresión de tener un rumbo que abrazar. La antagonista, interpretada por Monica Bellucci, deambula en el fondo de una serie de sketches que retrasan el esperado encuentro entre los vivos y los muertos, sólo para confirmar la artificialidad de su papel. El pequeño giro que desencadena el encuentro no es tan estúpido en sí mismo, pero sus consecuencias se reducen rápidamente a un pretexto inútil, que conduce a una cabalgata hacia el más allá que, sin duda, induce a la sonrisa, pero que carece cruelmente de la consistencia necesaria para ganarse todo mi apoyo.
Afortunadamente, para compensarlo todo, Tim Burton ofrece un espectáculo pirotécnico final en forma de un largo y fabuloso número musical en el que todo el absurdo de su universo sale de su abismo para sumergirse en el nuestro, dirigido por su grandilocuente camarero jefe del zumo de cucarachas (el equivalente halloweenesco del primo de
Zumosol) al son de una partitura tan jubilosa como irresistible para los protagonistas que, como yo, no pueden evitar dejarse arrastrar por ella.
Probablemente no será suficiente para que “Beetlejuice Beetlejuice” se sacuda el carácter anecdótico que ha regido toda su historia, pero sí para demostrar que el cadáver de su protagonista aún tiene mucho que decir y hacer... Del mismo modo que ver a Tim Burton en tan buena forma en plena imaginación no es, sin duda, señal de que él también esté muerto y enterrado.
Obviamente, los temores a una secuela tardía, sin sabor y podrida en nostalgia comercial como muchas otras de los últimos años estaban ahí, por no hablar del declive del cineasta Tim Burton. Pero en cualquier caso, tenía que ver el regreso de un resucitado 'Beetlejuice', de lo mejor que el delirante universo del director tenía que ofrecer. ..
Y, a través de este protagonista, se nos invita instantáneamente a reencontrarnos con toda su fantasía gótica y con viejos conocidos que llevan su mejor firma. Tomándose la libertad de descubrir este más allá con más franqueza (sin duda contando con la aceptación de la locura inducida por la primera película) junto al reencuentro con la familia Deetz (¡qué placer ver a Winona Ryder y Catherine O'Hara de vuelta en unos papeles hechos sólo para ellas! ) así como la introducción a su nueva cara más juvenil, interpretada por Jenna Ortega, "Beetlejuice Beetlejuice" muestra claramente el deseo del director de divertirse con lo que tiene, ya sea a través de Michael Keaton, que también está en buena forma al retomar su papel de culto, maravillosos pequeños gags morbosos en un limbo del que uno pensaría que nunca ha salido, pastillitas animadas en retrofilm y más, de una brillante secuencia en la que los cuerpos se "recomponen" al son de "Tragedy" de los Bee Gees, con Monica Bellucci, la nueva compañera y musa del director.
Sin embargo, la alegría de encontrar a un Tim Burton claramente rejuvenecido por sus propias raíces pronto da paso a la sensación de que la exposición de "Beetlejuice Beetlejuice" se alarga mucho más de lo debido, como si, incluso después de tanto tiempo, la propia película no supiera a dónde ir con la trama. Y, a pesar de que siempre hay cosas divertidas que sostienen este universo (como el policía de ultratumba liderado por un perfecto Willem Dafoe), esta secuela va a pisar con sorprendente ligereza las nuevas relaciones de la familia de su heroína, presentadas con bastante crudeza a modo de espejo de la primera película, sin dar la impresión de tener un rumbo que abrazar. La antagonista, interpretada por Monica Bellucci, deambula en el fondo de una serie de sketches que retrasan el esperado encuentro entre los vivos y los muertos, sólo para confirmar la artificialidad de su papel. El pequeño giro que desencadena el encuentro no es tan estúpido en sí mismo, pero sus consecuencias se reducen rápidamente a un pretexto inútil, que conduce a una cabalgata hacia el más allá que, sin duda, induce a la sonrisa, pero que carece cruelmente de la consistencia necesaria para ganarse todo mi apoyo.
Afortunadamente, para compensarlo todo, Tim Burton ofrece un espectáculo pirotécnico final en forma de un largo y fabuloso número musical en el que todo el absurdo de su universo sale de su abismo para sumergirse en el nuestro, dirigido por su grandilocuente camarero jefe del zumo de cucarachas (el equivalente halloweenesco del primo de
Zumosol) al son de una partitura tan jubilosa como irresistible para los protagonistas que, como yo, no pueden evitar dejarse arrastrar por ella.
Probablemente no será suficiente para que “Beetlejuice Beetlejuice” se sacuda el carácter anecdótico que ha regido toda su historia, pero sí para demostrar que el cadáver de su protagonista aún tiene mucho que decir y hacer... Del mismo modo que ver a Tim Burton en tan buena forma en plena imaginación no es, sin duda, señal de que él también esté muerto y enterrado.
Guion
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Banda sonora
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Interpretación
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Efectos
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Ritmo
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Entretenimiento
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Complejidad
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Sentimiento
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Duracion
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Credibilidad
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Fotografía
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Dirección
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