Redactada: 2020-10-12
Nos encontramos ante un drama de los Hermanos Coen, que ante todo es una exaltación de la figura del escritor y, más concretamente, del guionista de cine. La historia nos pone en los zapatos de Barton Fink, un dramaturgo reconvertido en guionista de cine, que se ve forzado a viajar a Hollywood, pese a que su mundo esta ligado a lo mundano y no quiere que la celebridad y ostentación de Los Ángeles le aparten de su compromiso con el hombre común. Se nos presenta como un escritor de vivencias y circunstancias de la gente de a pie, que considera escribir como un proceso cívico que nace del dolor interno (un pensamiento muy bohemio, un tanto manido y cliché a mi parecer), pero que aun así ansía el éxito. El paso del teatro (un medio más tradicional, más artístico y más comprometido) al cine (más comercial, directo y frívolo) y las altas expectativas puestas en él, van a provocarle un profundo bloqueo mental, “el bloqueo del escritor”, como resultado de verse envuelto en un medio que desconoce y le provoca desorientación. Esto le va a provocar un agudo estrés y ansiedad, sobre todo al ir acercándose la fecha de entrega y la urgencia de hacer progresos. La distracción va a ser uno de los principales némesis (la foto de la playa, el mosquito, el calor, el ruido de los vecinos o el papel pintado), así como su propia infravaloración (quizás solo es un escritor de un solo éxito), lo que lo llevará a vivir un verdadero infierno (literal y metafóricamente).

Como buena película de los Coen, esta va a contar con un buen gusto por los diálogos fluidos y elaborados, la presentación de personajes carismáticos, excéntricos y, por qué no decirlo, un poco neuróticos, así como un humor sutil pero efectivo. Las actuaciones están muy cuidadas y perfectamente caracterizadas, así brillan tanto Turturro como Goodman; el primero: profesional, callado, obstinado, lánguido, y el segundo: campechano, despreocupado y risueño. Las personalidades tan opuestas pero a la vez tan complementarias van a convertirse en el principal eje de atracción de la película, siendo los momentos en que ambos personajes están juntos los más dinámicos y entretenidos. Si bien Fink es callado y tímido con críticos, directores o escritores, con Goodman, un hombre común, es capaz de abrirse, disfrutar y volverse elocuente (no se siente cohibido, habla con pasión), lo que demuestra una profunda amistad entre ellos. Igualmente, esta no sería una historia de los Coen sin escenas bizarras presentadas con toda la naturalidad, como si fueran cotidianas y perfectamente normales. La situación se va de las manos progresivamente y los últimos minutos se convierten en un verdadero thriller, incluso con toques muy surrealistas, que invita a la revisión, a la interpretación y a la búsqueda de una verdad que resulta estar más escondida de lo que pareciera en un principio.
Guion
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Banda sonora
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Interpretación
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Efectos
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Ritmo
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Entretenimiento
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Credibilidad
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Fotografía
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Dirección
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