Críticas de El club del odio

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El thriller, que se desarrolla en tiempo real, sigue una sola tarde en la vida de una profesora de primaria mientras organiza una reunión de mujeres con ideas afines. Cuando el grupo se dirige a casa, la profesora se encuentra con una mujer de su pasado, lo que da lugar a una volátil cadena de acontecimientos.

2022
91 min
Terror Suspense

RESEÑAS Y VALORACIONES DE El club del odio

7 / 10
Dura, asfixiante y frustrante. Son las tres palabras que me vienen a la cabeza en este momento tras su visionado para definir esta película.
Más que una cinta de terror diría que se trata de un thriller en el que una dulce profesora de los Estados Unidos se reúne con un grupo de mujeres para dar rienda suelta a sus ideas racistas. Por ciertas circunstancias este "inofensivo" grupo termina en una situación totalmente descontrolada, dominadas por completo por niveles altísimos de odio y violencia.
Buen recordatorio, teniendo en cuenta cual es la situación en muchos países del planeta incluyendo y sin olvidarnos del nuestro, de lo tóxico y peligroso que es dar lugar a los discursos de odio.

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7 / 10
Empiezas de risas y acabas con una angustia que no sabes cuándo va a parar. Realmente esta película sirve para recordarte que esta gente existe de manera no irónica e incluso hay cosas peores.

Tiene ese toque indie en la dirección que junto con el uso del plano secuencia hace que para cuando llegues al clímax final te den ganas de salir a dar una vuela para librarte del agobio.

Valoraciones en tu crítica:

7 / 10
En la categoría de pequeñas sorpresas El club del odio merece claramente un protagonismo digno del creciente malestar que suscita por mostrar la cara oculta del odio. Al descubrir el resultado de su prueba de embarazo, Emily, una profesora, rompe a llorar en los aseos de su escuela. Mientras la vemos recuperarse de su pérdida y reajustar su aspecto de modelo, la cámara continúa siguiéndola para revelar la mirada desdeñosa que parece dirigir a la cuidadora. Apoyado por su inquietante intercambio posterior con un niño pequeño, este rápido vínculo entre la situación íntima de Emily y su desconfianza hacia esta trabajadora inmigrante es ya un elemento fundamental de la dirección en la que nos lleva la primera película de Beth de Araújo. Algo se esconde tras el tono afable de esta maestra de escuela, evidentemente estimada por su comunidad, y a través de su recorrido, trazado en un único plano secuencia nos guiará hasta la pequeña reunión de mujeres que ella misma ha organizado en la iglesia cercana. Que revela que la presencia femenina ideal de Emily es una fachada perfecta para la expresión del racismo que bulle en su interior.
El largometraje enseña magistralmente un punto de vista demasiado a menudo omitido del odio que roe a una América ahora dividida por los extremos, sobre todo desde la llegada de Trump, donde detrás de las fáciles caricaturas de Redneck en uniforme de faena y armados hasta los dientes, también hay mujeres blancas con una normalidad desconcertante pero con el mismo sentimiento de rechazo total hacia la población inmigrante. Entre la arquetípica ama de casa desesperada con una vida aburrida, la joven empleada con un resquemor profesional o la heredera de nauseabundas ideas familiares del KKK, la película tiene la inteligencia de proponer una gran variedad de rostros y sobre todo de mostrar, como sugeríamos en nuestra introducción a Emily, que este odio se alimenta sobre todo de la condición y de las frustraciones de la personalidad de estas mujeres , convirtiéndose el extranjero en un catalizador irracional y, por tanto, en un obstáculo que hay que eliminar para curarlo (todo ello, cabe imaginar, ayudado por el discurso de ciertos políticos). Luego, más allá de las palabras justamente "blandas y tranquilizadoras" con las que estas mujeres alimentan las chispas de su racismo encontrando consuelo en la comprensión benévola de sus camaradas (ya de por sí poca cosa frente a la ignominia de ciertos comentarios y gestos), la película se va a transformar en una increíble y repentina escalada de monstruosidad, guiada por un devastador efecto manada en el que los marcadores sociales de estas mujeres van a desvanecerse para dar paso a la expresión coral de la maldad más abyecta. Derribando una a una las barreras que hasta entonces contenían sus verdaderas naturalezas (algunas de ellas revelarán una faceta completamente distinta en el fragor de la acción) , Beth de Araújo lleva así a estas mujeres -en el espacio de una sola tarde gracias al formato en tiempo real- a la manifestación más primaria de sus resentimientos, con una violencia que supera a la de los hombres para alcanzar la de la más pura crueldad animal . Aunque la última parte sea mucho más esperada por lo que pretende aportar como conclusión a este estallido de furiosa locura (y evidentemente era necesario terminar esta película con la misma conclusión). El club del odio nos habrá sacudido de verdad por su ascenso de poder en el corazón de una rabia racista primero contenida en un pequeño círculo y luego desatada en proporciones sencillamente inhumanas. Beth de Araújo habrá levantado el velo sobre una cara sombría (y componente por derecho propio) de este odio que mina a muchas de nuestras sociedades contemporáneas para mostrarnos que, tras sus rasgos más agradables que otros, posee todas las características más terroríficas. Hay que señalar que todo esto está rodado en plano secuencia, lo que refuerza la sensación de vivir cada segundo con ellos y estar inmerso en sus horrores.

Valoraciones en tu crítica:

0 10 6.1 23