
Steven Spielberg
Cook County Assessor's Office Clerk
Tras pasar años en la cárcel por robo a mano armada, Jake Blues es puesto en libertad por buen comportamiento. Sale de prisión vestido de la misma forma en la que entró: traje y sombrero negro y gafas oscuras. En la puerta le espera su hermano Elwood vestido de idéntica manera. Ahora, el único hogar que conocieron está en peligro. El orfelinato de Santa Elena necesita una gran cantidad de dinero. Los hermanos se ponen manos a la obra.
Eléctrica, impredecible y quizás algo excesiva, pero también irremediablemente magnética. Como el blues. Como la vida misma. Como esa magia indescriptible que solo la música es capaz de provocar y que llevará a nuestros dos protagonistas, Jake y Elwood Blues, a intentar reunir a su antigua banda —Los Blues Brothers—, ganar algo de dinero y, con suerte, salvar el orfanato en el que se criaron. Necesitan cinco mil dólares y el tiempo no corre a su favor, pero nada de ello impedirá, como si la situación no fuese ya bastante complicada por sí sola, que acaben envueltos en una delirante odisea donde media ciudad, policía incluida, tratará de desbaratar su, como ellos mismos la describen, divina misión. Nada parece tener sentido salvo, claro está, sentido del ritmo. El mismo demostrado en cada persecución, en cada diálogo y, por supuesto, en cada canción que discurre a golpe de blues, jazz y, sobre todo, soul. Mucho soul. Alma, en definitiva, para una de esas experiencias que nos recuerdan que en el cine, al igual que en la música, no importa tanto la lógica como, desde luego, aquello que se logra transmitir.
Podría decirse incluso que 'The Blues Brothers' no es una película al uso, sino más bien un gran y continuo número musical plagado de cameos de la talla de James Brown, Aretha Franklin, John Lee Hooker o Ray Charles y donde todo parece seguir el compás de una gigantesca —e improvisada— jam session. John Landis, director y coautor del guion junto a Dan Aykroyd, marca el tempo con precisión orquestal; alternando con admirable equilibrio la sátira, el slapstick y el desmadre más absoluto mientras, en el centro del escenario, mandan ellos: Jake y Elwood. El malogrado John Belushi y el propio Dan Aykroyd en dos de los papeles más icónicos de sus carreras. Carismáticos, imperturbables ante la locura y entregados, siempre bajo los designios del altísimo —el propio James Brown en persona— a su sagrada misión hasta culminar, al ritmo del 'Everybody Needs Somebody To Love', en uno de los finales más apoteósicos que el cine musical nos haya dejado jamás. Porque, efectivamente, todos necesitamos alguien a quien amar y, en ocasiones, películas —como esta— por las que vibrar.
¿Son ustedes policías? No señora, somos músicos.
Son Jake y Elwood Blues, por muy granujas que sean, son hermanos y se apellidan Blues, y espero que el que decidió el título en castellano lo esté pagando bien caro, esté donde esté, son los Blues Brothers no había nada que cambiar.
Unos pantalones negros, una chaqueta negra, los zapatos negros, y la música... negra, por supuesto, y no podía ser mejor.
Jake sale de la trena, Elwood le recoge, y comienza el show del malogrado John Belushi y Dan Aykroyd. Preparaos para una comedia músical con más de 2 horas de momentazos, aderezados con la presencia de algunos de los mejores músicos de la época.
Tras ver al pingüino, su amigo Curtis (Cab Calloway, uno de los grandes del jazz norteamericano) les manda a la iglesia, a ver al reverendo Cleophus, que resulta ser James Brown, ni que decir tiene que la misa que monta es un espectáculo, Jake ve la luz, y yo también, me declaro fiel seguidor de su fe.
La espectacular escena del centro comercial, financiada por Toys'R'Us y The Muppets no sería igual sin el sonido de fondo del rey del soul, ¿por qué te irías tan pronto Otis...?
Ahora toca reunir a la banda, y por el camino, John Lee Hooker con su Boom Boom, la reina Aretha sirviendo tostadas y pollo frito (piensa bien lo que dices, ¡qué mujer!), o la Ray's Music Exchange con su dependiente Ray Charles, con un par de frases para reír a carcajadas y un poco de Twist.
El tronco principal de la trama es correcto, tiene sentido que a través de la música quieran salvar su hospicio, pero las ramas que se desvían en muchos casos no hay por donde cogerlas. Que los Good Old Boys les persigan, los nazis, incluso la princesa Leia (el personaje de Carrie Fisher podría no estar y nada cambiaría) no tiene sentido.
En cualquier caso la persecución final es entretenida por lo exagerado del despliegue, por el nivel de destrozo (hay presupuesto ahí), y por la contraposición en todo momento con la tranquilidad de los hermanos, que ponen el toque cómico. No en vano este proyecto empezó como dúo cómico, como gustó hicieron película, y como se rodearon de excelentes músicos, dio para que la discografía fuera más extensa que las películas.
Es obra de culto, no esperes que te guste, simplemente deja que lo haga
Mejor la música que el argumento.
No he visto película con tantos coches de policía destrozados.
Si te gusta este tipo de música esta película solo te puede enamorar con las apariciones de tanto talento musical de este genero, sin duda es una de mis películas favoritas.
Su guion es un poco flojo pero con su ritmo pasa desapercibido y solo te dan ganas de bailar/cantar.
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