Esta película es un gran alarde de humor, ternura y comedia humana, concentrado en su mayor parte en un tiempo y un espacio únicos que convierten a este matrimonio en un polvorín que seguimos esperando que explote, sin saber si reiremos o lloraremos. Una película para sentirse bien, una montaña rusa emocional. Los directores Éric Toledano y Olivier Nakache utilizan el singular proceso de organización y celebración de una boda para representar una mini sociedad en la que cada personaje está minuciosamente retratado, convirtiéndose en un interesante engranaje de la historia. Y todos estos pequeños engranajes bien engrasados funcionan juntos para producir un mecanismo increíble, en el que cada uno tiende la mano al otro para crear situaciones perfectamente orquestadas que se suceden con una naturalidad desenfrenada, ¡y sin pasarse nunca de la raya ni exagerar! Con un sentido del humor extremadamente fino y mordaz, este pequeño mundo, dirigido por Jean-Pierre Bacri, impecable en su papel de director de empresa demasiado amable y desilusionado, ¡acaba revelando la naturaleza humana! Muchos personajes pintorescos, divertidos, extravagantes, disparatados, incluso locos, donde bajo cada gesto, cada rostro, uno cree reconocer al aprovechado, al atolondrado, al soñador, al jefecillo, al tímido, etc... es decir, ¡un auténtico muestrario! Los enfrentamientos son atrevidos y los intercambios y diálogos ingeniosos, mientras que la música oscila entre la batería cuando las cosas están agitadas y el piano ligero cuando las cosas se descontrolan, consigue ponernos en situación como ninguna otra. Todo el elenco de actores, entre ellos Jean-Paul Rouve, Gilles Lellouche y Vincent Macaigne, es eficaz, está bien dirigido y es adecuado. El final aporta su granito de arena para calmar los ánimos, pero al final el ***contenido con spoilers***
Muy recomendable