Críticas de 12 hombres sin piedad
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Tras escuchar todos los testimonios y valorar las pruebas presentadas, un jurado popular compuesto por doce hombres tiene que decidir, por unanimidad, si absuelve o condena a muerte a un joven acusado de haber matado a su padre. Al principio, once están completamente convencidos de su culpabilidad y se inclinan por la condena, pero el que discrepa empieza a plantear dudas razonables que, poco a poco, van resquebrajando la inicial seguridad de los demás.
RESEÑAS Y VALORACIONES DE 12 hombres sin piedad
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9 / 10
Esta película es la prueba de que un buen guión que mantiene la tensión todo el rato y un conjunto de buenos actores son medio trabajo hecho, si se suma una dirección inteligente y un poco de creatividad encontramos una joya para la que no pasan los años. Es decir, un clásico.
En la carrera de Henry Fonda no se puede encontrar un único papel importante, pero uno de ellos sería el del Jurado Número 8, sin duda. Pero es que todos los actores están increíbles.
Mucho más se podría decir de esta película, pero sólo añadiré que es una de mis favoritas.
En la carrera de Henry Fonda no se puede encontrar un único papel importante, pero uno de ellos sería el del Jurado Número 8, sin duda. Pero es que todos los actores están increíbles.
Mucho más se podría decir de esta película, pero sólo añadiré que es una de mis favoritas.
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10 / 10
Sidney Lumet demuestra desde los primeros 10 minutos, en los cuales nos presenta a los 12 protagonistas en un fantástico plano secuencia, que es un excelso narrador. Apoyándose en un guion simplemente perfecto, nos cuenta esta crítica sobre la sociedad clasista y racista en Estados Unidos. Los personajes están escritos e interpretados de una manera magnífica, todos los personajes son completamente distintos y creíbles.
Que una película en la que los 90 minutos de duración solo hay personas hablando en una habitación, consiga ser realmente emocionante y te tenga pegado a la pantalla durante todo el metraje, pone de manifiesto que es una obra maestra incontestable.
Que una película en la que los 90 minutos de duración solo hay personas hablando en una habitación, consiga ser realmente emocionante y te tenga pegado a la pantalla durante todo el metraje, pone de manifiesto que es una obra maestra incontestable.
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9 / 10
gran película del genial director, las cosas siempre depende de distintos puntos de vista
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8 / 10
12 personajes en un mismo escenario durante todo el desarrollo, una gran idea y una gran película, gran guión, dirección......muy recomendable
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9 / 10
Una película que centra la mayor parte de su metraje en un solo escenario con un puñado de actores puede parecer una premisa peligrosa, pero esta está ejecutada de una forma magistral, no tiene un minuto aburrido.
Normalmente las películas filosóficas se van por el lado de lo existencial, esta trata con la moralidad y la presenta desde emociones que no siempre se ven en el cine, la pasión por la justicia, la duda, el poder de tener una vida en las manos, la ecuanimidad.
Muy recomendable, es una parte de la historia del cine y atemporal en la discusión que muestra y provoca.
Normalmente las películas filosóficas se van por el lado de lo existencial, esta trata con la moralidad y la presenta desde emociones que no siempre se ven en el cine, la pasión por la justicia, la duda, el poder de tener una vida en las manos, la ecuanimidad.
Muy recomendable, es una parte de la historia del cine y atemporal en la discusión que muestra y provoca.
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9.5 / 10
Peliculón, más entretenida que el 99.9% de lo que se realiza a día de hoy en el cine y con el 99.9% menos de presupuesto.
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9 / 10
Clásico entre clásicos y posiblemente mi película favorita de los 50.
12 hombres en una sala durante hora y media, para decidir el futuro de otro que pareciera ya lo tiene escrito, hasta que...
No aburre para nada, tiene un ritmazo gracias a ese guión tremendo y la dirección de otra galaxia de Lumet. Y además cuenta con una gran variedad de interpretaciones con el gran Henry Fonda a la cabeza.
Sin duda, una obra maestra que además hace reflexionar sobre que es la justicia.
12 hombres en una sala durante hora y media, para decidir el futuro de otro que pareciera ya lo tiene escrito, hasta que...
No aburre para nada, tiene un ritmazo gracias a ese guión tremendo y la dirección de otra galaxia de Lumet. Y además cuenta con una gran variedad de interpretaciones con el gran Henry Fonda a la cabeza.
Sin duda, una obra maestra que además hace reflexionar sobre que es la justicia.
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10 / 10
Una verdadera joya de la historia del cine. Absoluta obra maestra.
Una obra con 70 años que no pierde nada de impacto, un guión inteligente, buenas interpretaciones. Una gran dirección, Sidney sabe como jugar y usar la tensión todo el rato, los primeros planos en determinados momentos para mostrarnos la duda en determinadas personas, el convencimiento en otras, la tensión final de todas las miradas.
Primero el calor, que hasta a mí me estaba entrando calor y mira que llovía, después la lluvia creando la BSO perfecta para la ambientación necesaria en ese final tan excelente.
También se podría hablar largo y tendido de todos los personajes, reflejando cada uno un tipo de persona distinto, su evolución durante la obra, la personalidad tan bien definida de cada uno con la seguro que podemos identificar a ciertas personas, los prejuicios.
En definitiva, una obra que en 96 minutos te aporta y da tanto, que necesitas bastante tiempo para captar todo lo que ofrece esta obra maestra del cine.
Una obra con 70 años que no pierde nada de impacto, un guión inteligente, buenas interpretaciones. Una gran dirección, Sidney sabe como jugar y usar la tensión todo el rato, los primeros planos en determinados momentos para mostrarnos la duda en determinadas personas, el convencimiento en otras, la tensión final de todas las miradas.
Primero el calor, que hasta a mí me estaba entrando calor y mira que llovía, después la lluvia creando la BSO perfecta para la ambientación necesaria en ese final tan excelente.
También se podría hablar largo y tendido de todos los personajes, reflejando cada uno un tipo de persona distinto, su evolución durante la obra, la personalidad tan bien definida de cada uno con la seguro que podemos identificar a ciertas personas, los prejuicios.
En definitiva, una obra que en 96 minutos te aporta y da tanto, que necesitas bastante tiempo para captar todo lo que ofrece esta obra maestra del cine.
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10 / 10
Aprovecho que acaban de echarla en la televisión para revisionar una de las mejores películas que se han hecho sobre un drama judicial y quizás la mejor obra del gran Sidney Lumet. ‘Doce hombres sin piedad’ representa la historia de un crío de 18 años acusado de matar violentamente a su padre. El jurado compuesto por los doce hombres debe deliberar y decidir si envían al crío a la silla eléctrica o si por el contrario lo declaran inocente de los cargos. Casi todos los miembros tienen clara su culpabilidad, todos salvo uno, el jurado número 8. Un fantástico Henry fonda (en uno de los mejores papeles de su carrera) dirige, discute e intenta razonar con todos sus compañeros. Escucha sus deliberaciones e inserta la duda razonable ante la fragilidad de las pruebas planteadas, porque la duda es el único mecanismo que posee el hombre justo. El filme es un excepcional reflejo del comportamiento humano, de cómo nuestros propios prejuicios para con los demás pueden interponerse en el camino de la verdad y de cómo nuestras precipitadas decisiones pueden terminar con la vida de otra persona.
Una película por la que no pasan los años, una lección de humanidad y justicia para un mundo que carece de ambas y un ejercicio perfecto de razonamiento.
Una película por la que no pasan los años, una lección de humanidad y justicia para un mundo que carece de ambas y un ejercicio perfecto de razonamiento.
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8 / 10
Clásico que hay que ver al menos una vez en la vida, no podrás dejar de ver como se desarrolla todo.
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8 / 10
Tiene que haber sido muy difícil escribir los diálogos y cuadrar las escenas. Y crear ese ambiente, que he acabado yendo a por un vaso de agua por el calor. Casi se puede oler el tabaco y el sudor, los detalles como el hombre que tosía todo el rato, el vestuario de cada uno...
Me ha hecho tristemente darme cuenta de que yo sería como el hombre de las entradas, probablemente me habría preocupado más por salir de ese sitio tan agobiante e ir al partido, que de dialogar hasta dar lugar a una posible duda razonable.
Me ha hecho tristemente darme cuenta de que yo sería como el hombre de las entradas, probablemente me habría preocupado más por salir de ese sitio tan agobiante e ir al partido, que de dialogar hasta dar lugar a una posible duda razonable.
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6 / 10
Cuando veo que doce hombres sin piedad del director Sidney Lumet tiene esas valoraciones, me espero una película que me vaya a dejar huella y una vez vista tengo la sensación que está sobrevalorada...
Película judicial de principio a fin, donde el noventa y cinco por ciento de la película se desarrolla en una única sala donde doce hombres, que son un jurado popular, deben decidir si un joven muchacho de dieciocho años es culpable de asesinato y por ende debe morir en la silla eléctrica. Todo parece muy claro, pero uno de los hombres, plantean ciertas hipótesis que hace que sobrevuele la duda sobre la habitación en la que se encuentran.
La temática es interesante, pero es muy predecible y aunque tiene grandes momentos, hay otros que se me han hecho bola donde solo veo un par de hombres discutir, sin un debate demasiado profundo y donde muchos de ellos son demasiado fáciles de convencer.
Sin duda lo mejor de la película son las interpretaciones, todos con un empaque palpable y gracias a ellos no es un tostón infumable y lo variopintos que son cada uno de los hombres que están en la sala, gracias a ellos sostienen el largometraje, pero no me parece para tanto.
Se hace una buena crítica de los prejuicios sociales, pero poco más, no me ha terminado de llegar como me esperaba por las valoraciones vistas, entiendo que es una película de 1957 y era otra forma de hacer cine, pero hay otras películas o superproducciones de aquella época que me han llegado muchísimo más que esta que casi pasa sin pena ni gloria por mis retinas.
Solo la puedo recomendar por disfrutar de grandes interpretaciones y de hombres que muestran un porte que traspasa la pantalla, a Henry Fonda no lo tengo que descubrir pero por lo demás es entretenida sin más.
Película judicial de principio a fin, donde el noventa y cinco por ciento de la película se desarrolla en una única sala donde doce hombres, que son un jurado popular, deben decidir si un joven muchacho de dieciocho años es culpable de asesinato y por ende debe morir en la silla eléctrica. Todo parece muy claro, pero uno de los hombres, plantean ciertas hipótesis que hace que sobrevuele la duda sobre la habitación en la que se encuentran.
La temática es interesante, pero es muy predecible y aunque tiene grandes momentos, hay otros que se me han hecho bola donde solo veo un par de hombres discutir, sin un debate demasiado profundo y donde muchos de ellos son demasiado fáciles de convencer.
Sin duda lo mejor de la película son las interpretaciones, todos con un empaque palpable y gracias a ellos no es un tostón infumable y lo variopintos que son cada uno de los hombres que están en la sala, gracias a ellos sostienen el largometraje, pero no me parece para tanto.
Se hace una buena crítica de los prejuicios sociales, pero poco más, no me ha terminado de llegar como me esperaba por las valoraciones vistas, entiendo que es una película de 1957 y era otra forma de hacer cine, pero hay otras películas o superproducciones de aquella época que me han llegado muchísimo más que esta que casi pasa sin pena ni gloria por mis retinas.
Solo la puedo recomendar por disfrutar de grandes interpretaciones y de hombres que muestran un porte que traspasa la pantalla, a Henry Fonda no lo tengo que descubrir pero por lo demás es entretenida sin más.
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8 / 10
Una película que si lees la sinopsis piensas que te vas a aburrir como una ostra, pero para nada.
A pesar de sus sencillez te mantiene pegado a la pantalla, si apartar la vista, viendo como cada uno va cambiando su forma de pensar ante las pruebas solidas que se van poniendo delante, mostrando que algunas ideas preconcebidas pueden cambiarse con otro punto de vista.
A pesar de sus sencillez te mantiene pegado a la pantalla, si apartar la vista, viendo como cada uno va cambiando su forma de pensar ante las pruebas solidas que se van poniendo delante, mostrando que algunas ideas preconcebidas pueden cambiarse con otro punto de vista.
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9 / 10
En los años 50, en Estados Unidos, un tribunal debe emitir un veredicto sobre un joven acusado de asesinar a su padre a sangre fría. Los doce miembros del jurado deliberan para llegar a una decisión, que podría conllevar la pena de muerte si el adolescente es declarado culpable. A primera vista, las deliberaciones deberían ser rápidas, permitiendo a cada miembro del jurado volver rápidamente a sus actividades privadas. Sin embargo, durante la votación, el jurado número ocho, Henry Fonda, levanta la mano por "no culpable". En medio del caldeado ambiente, todo se pone en tela de juicio y los doce hombres tendrán que ser persuasivos y enfrentarse entre sí para llegar a un veredicto unánime.
Durante los 95 minutos que dura la película, no sabremos si el joven es culpable, y ése es el punto fuerte de la película y del personaje de Henry Fonda: su capacidad para infundir la duda donde todo era seguro, y para plantear indirectamente la cuestión de la pena capital. Hay que admitir que el guion tiene un aspecto ligeramente artificial, en el que todo sólo es posible porque el juicio fue una chapuza con un abogado de oficio que, evidentemente, no hizo su trabajo todo lo bien que debería... (pero esto también es una realidad, incluso en democracias como las de Estados Unidos y no hay que ir muy lejos, en nuestro país como en muchos otros también ocurre, no se puede negar, aunque hay que lamentarlo). El desenlace de la película también me parece demasiado previsible: desde el momento en que los partidarios de la absolución son cada vez más numerosos, no hay verdaderos giros y la película avanza sin grandes sorpresas, casi hasta el punto de resultar demasiado fácil.
Sin embargo, la dirección de Lumet es excelente y consigue mantenernos en vilo durante hora y media, a pesar de que el desenlace de la película parece cada vez más evidente. Hay una o dos escenas demasiado cuidadas, en particular aquella en la que entran en la habitación, cada uno con una actitud, un pequeño gesto, una mirada: todo está calculado, no parece muy natural. Pero, salvo algunas excepciones, la película está notablemente bien controlada, con un reparto extraordinario, casi todos los doce miembros del jurado interpretan muy bien sus papeles. Los doce hombres son muy diferentes entre sí, con personalidades y orígenes sociales variados, pero cada uno desempeña un papel en el desarrollo del debate, y el guión los pone en juego con una precisión milimétrica. Sobre todo, lo esencial de esta película es que la forma está al servicio del contenido, Sidney Lumet pone el dedo en cuestiones absolutamente esenciales, como la responsabilidad de una decisión judicial, responsabilidad que es tanto mayor en un sistema judicial que practica la pena de muerte. La cuestión a la que se enfrentan aquí los jurados no es si el acusado es culpable o no, sino si existen pruebas suficientes para estar seguros de no enviar a un inocente a la silla eléctrica. “12 hombres sin piedad” es, por tanto, un alegato a favor de la justicia basada en la certeza, y una fuerte crítica a la pena de muerte, que puede imponerse tanto a culpables como a inocentes. Cincuenta años después, la actualidad da la razón a Lumet: numerosos casos de condenados a muerte que fueron posteriormente exonerados han conducido a una lenta pero constante disminución de la pena capital en Estados Unidos.
En términos más generales, la película también se centra en los fenómenos de grupo, en la fuerza y el peso, pero también en la volubilidad, de la opinión dominante; aborda la cuestión de los límites de la justicia y de lo que hoy llamamos la democracia de opinión, el peso de los prejuicios y de nuestro habitus, como diría Bourdieu.
En resumen, una película magistral sobre temas esenciales, que sólo puedo recomendar a quien aún no la haya visto.
Durante los 95 minutos que dura la película, no sabremos si el joven es culpable, y ése es el punto fuerte de la película y del personaje de Henry Fonda: su capacidad para infundir la duda donde todo era seguro, y para plantear indirectamente la cuestión de la pena capital. Hay que admitir que el guion tiene un aspecto ligeramente artificial, en el que todo sólo es posible porque el juicio fue una chapuza con un abogado de oficio que, evidentemente, no hizo su trabajo todo lo bien que debería... (pero esto también es una realidad, incluso en democracias como las de Estados Unidos y no hay que ir muy lejos, en nuestro país como en muchos otros también ocurre, no se puede negar, aunque hay que lamentarlo). El desenlace de la película también me parece demasiado previsible: desde el momento en que los partidarios de la absolución son cada vez más numerosos, no hay verdaderos giros y la película avanza sin grandes sorpresas, casi hasta el punto de resultar demasiado fácil.
Sin embargo, la dirección de Lumet es excelente y consigue mantenernos en vilo durante hora y media, a pesar de que el desenlace de la película parece cada vez más evidente. Hay una o dos escenas demasiado cuidadas, en particular aquella en la que entran en la habitación, cada uno con una actitud, un pequeño gesto, una mirada: todo está calculado, no parece muy natural. Pero, salvo algunas excepciones, la película está notablemente bien controlada, con un reparto extraordinario, casi todos los doce miembros del jurado interpretan muy bien sus papeles. Los doce hombres son muy diferentes entre sí, con personalidades y orígenes sociales variados, pero cada uno desempeña un papel en el desarrollo del debate, y el guión los pone en juego con una precisión milimétrica. Sobre todo, lo esencial de esta película es que la forma está al servicio del contenido, Sidney Lumet pone el dedo en cuestiones absolutamente esenciales, como la responsabilidad de una decisión judicial, responsabilidad que es tanto mayor en un sistema judicial que practica la pena de muerte. La cuestión a la que se enfrentan aquí los jurados no es si el acusado es culpable o no, sino si existen pruebas suficientes para estar seguros de no enviar a un inocente a la silla eléctrica. “12 hombres sin piedad” es, por tanto, un alegato a favor de la justicia basada en la certeza, y una fuerte crítica a la pena de muerte, que puede imponerse tanto a culpables como a inocentes. Cincuenta años después, la actualidad da la razón a Lumet: numerosos casos de condenados a muerte que fueron posteriormente exonerados han conducido a una lenta pero constante disminución de la pena capital en Estados Unidos.
En términos más generales, la película también se centra en los fenómenos de grupo, en la fuerza y el peso, pero también en la volubilidad, de la opinión dominante; aborda la cuestión de los límites de la justicia y de lo que hoy llamamos la democracia de opinión, el peso de los prejuicios y de nuestro habitus, como diría Bourdieu.
En resumen, una película magistral sobre temas esenciales, que sólo puedo recomendar a quien aún no la haya visto.
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9 / 10
12 hombres sin piedad es una película dramática y de intriga, protagonizada por Henry Fonda.
Una vez acabado el juicio, 12 hombres deberán decidir la culpabilidad o no del sospechoso de asesinato de 18 años, con varias condiciones: si existe duda razonable, deberán votar 'inocente', si están seguros de la culpabilidad, votarán 'culpable' y el acusado será ejecutado. El veredicto debe ser unánime.
Recuerdo la primera vez que vi esta película, no tenía ni idea de lo que iba a ver. Estaba en digamos mi "despertar cinematográfico" y andaba buscando clásicos. 12 hombres sin piedad y en el cartel un tipo con lo que parecía un cuchillo. Digo "pues se matarán entre ellos o algo", y a pesar de tener unos 20 años y esperar algo tan lejos de la realidad, me encantó.
Los 12 miembros entran en una sala cerrada con llave el día más caluroso del año. Uno tiene un negocio que mantener, otro tiene prisa para llegar al partido, otro prejuzgó al muchacho desde el momento en que se sentó. En la votación preliminar, 11 votos culpable, 1 inocente, y entonces da comienzo un debate que se desarrolla con una naturalidad asombrosa, dando tiempo a que cada miembro del jurado muestre su personalidad con unas pocas líneas o gestos, que van dando argumentos sobre por qué han votado una cosa u otra de forma que el espectador también conozca el caso completo y pueda también dictar sentencia.
No es por dármelas de nada, pero soy muy de debatir, de buscar la puerta trasera a lo que se supone que se da por hecho, de pensar en el "¿y si....?", de mirar con lupa los detalles en los asuntos que me interesan, y por eso tras ver esta película, me encantaría formar parte de un jurado en un caso así.
Además de desarrollar un debate que me ha parecido absorbente, la película también resulta una hábil crítica a la sociedad en varios aspectos, como son los prejuicios, egoísmo, falta de empatía así como la volubilidad del individuo, y de rebote también, es una crítica al sistema judicial.
Es interesante destacar que todas esas críticas siguen siendo aplicables 70 años después (que se dice pronto), y me da que lo seguirán siendo dentro de otros 70.
Pocas películas han tenido tanto, de una forma más sencilla.
Una vez acabado el juicio, 12 hombres deberán decidir la culpabilidad o no del sospechoso de asesinato de 18 años, con varias condiciones: si existe duda razonable, deberán votar 'inocente', si están seguros de la culpabilidad, votarán 'culpable' y el acusado será ejecutado. El veredicto debe ser unánime.
Recuerdo la primera vez que vi esta película, no tenía ni idea de lo que iba a ver. Estaba en digamos mi "despertar cinematográfico" y andaba buscando clásicos. 12 hombres sin piedad y en el cartel un tipo con lo que parecía un cuchillo. Digo "pues se matarán entre ellos o algo", y a pesar de tener unos 20 años y esperar algo tan lejos de la realidad, me encantó.
Los 12 miembros entran en una sala cerrada con llave el día más caluroso del año. Uno tiene un negocio que mantener, otro tiene prisa para llegar al partido, otro prejuzgó al muchacho desde el momento en que se sentó. En la votación preliminar, 11 votos culpable, 1 inocente, y entonces da comienzo un debate que se desarrolla con una naturalidad asombrosa, dando tiempo a que cada miembro del jurado muestre su personalidad con unas pocas líneas o gestos, que van dando argumentos sobre por qué han votado una cosa u otra de forma que el espectador también conozca el caso completo y pueda también dictar sentencia.
No es por dármelas de nada, pero soy muy de debatir, de buscar la puerta trasera a lo que se supone que se da por hecho, de pensar en el "¿y si....?", de mirar con lupa los detalles en los asuntos que me interesan, y por eso tras ver esta película, me encantaría formar parte de un jurado en un caso así.
Además de desarrollar un debate que me ha parecido absorbente, la película también resulta una hábil crítica a la sociedad en varios aspectos, como son los prejuicios, egoísmo, falta de empatía así como la volubilidad del individuo, y de rebote también, es una crítica al sistema judicial.
Es interesante destacar que todas esas críticas siguen siendo aplicables 70 años después (que se dice pronto), y me da que lo seguirán siendo dentro de otros 70.
Pocas películas han tenido tanto, de una forma más sencilla.
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10 / 10
"12 hombres sin piedad" es una de esas películas que no necesita grandes escenarios, efectos especiales ni giros absurdos para atraparte. Todo pasa en una sola habitación, pero las actuaciones y el guion son tan potentes que ni te das cuenta de lo sencillo que es todo. Henry Fonda se luce como el jurado número 8, llevando toda la carga moral del relato, pero, sinceramente, el resto del elenco no se queda atrás. Cada personaje está tan bien construido que acabas entendiendo (aunque no compartas) sus posturas.
La tensión va creciendo poco a poco, y es imposible no sentir cómo el ambiente se va calentando con cada argumento, cada mirada y cada pausa. Los diálogos son tan realistas y cargados de significado que parece que estás viendo una obra de teatro en su máximo esplendor. Eso sí, lo que más me impacta es cómo aborda temas como el prejuicio, la justicia y la moralidad sin sermonearte. Simplemente te muestra cómo somos como sociedad y te deja reflexionando.
Es el tipo de película que hace falta hoy en día: algo que te atrape por lo que cuenta, no por cómo lo adorna. Una joya que, si aún no has visto, deberías darte el lujo de disfrutar.
La tensión va creciendo poco a poco, y es imposible no sentir cómo el ambiente se va calentando con cada argumento, cada mirada y cada pausa. Los diálogos son tan realistas y cargados de significado que parece que estás viendo una obra de teatro en su máximo esplendor. Eso sí, lo que más me impacta es cómo aborda temas como el prejuicio, la justicia y la moralidad sin sermonearte. Simplemente te muestra cómo somos como sociedad y te deja reflexionando.
Es el tipo de película que hace falta hoy en día: algo que te atrape por lo que cuenta, no por cómo lo adorna. Una joya que, si aún no has visto, deberías darte el lujo de disfrutar.
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10 / 10
12 hombres sin piedad (12 Angry Men) es un drama judicial de 1957 dirigido por el maestro del cine con crítica social Sidney Lumet y protagonizado por un sereno pero sensacional Henry Fonda, en el que es sin duda uno de sus mejores papeles, junto a otros 11 actores que de una manera u otra tendrán su momento de gloria.
La trama es sencilla, tras concluir el juicio, el típico jurado popular estadounidense de la época, finales de los 1950, se reune a deliverar para tomar su decisión sobre si condenar o absolver a un joven de un barrio deprimido de la ciudad acusado de haber asesinado a su propio padre.
El veredicto debe ser por unanimidad y 11 de esos hombres están totalmente seguros, el chico es culpable, pero el jurado número 8 no lo tiene tan claro y presenta sus dudas sobre la culpabilidad del muchacho pero, ¿Son acaso dudas razonables o quizás simples quejas sin fundamento sobre como se ha llevado el caso? ¿Logrará convencer a los otros 11 "hombres sin piedad" y quizás a si mismo de la inocencia del joven o será acaso convencido por sus compañeros del jurado?
Sin duda que nos encontramos frente a una gran película que nos muestra un interesante estudio del ser humano, sus prejuicios, sus creencias, su idea de justicia o su falta de ella, su certeza sobre lo que es cierto o su "duda razonable" sobre ello, su capacidad de razonar lógicamente y su carencia de tal capacidad...
En definitiva un filme totalmente recomendable que no necesita mucho para funcionar, "tan solo" un gran guión, unas buenas actuaciones capaces de crear una gran tensión, una buena dirección, un par de escenarios o tres, unos debates acalorados en un día caluroso y una repentina lluvia que no se ve pero que se siente y que no deja ver la luz del sol... y ya está, un clásico del cine en toda regla y una de las mejores películas del señor Sidney Lumet.
La trama es sencilla, tras concluir el juicio, el típico jurado popular estadounidense de la época, finales de los 1950, se reune a deliverar para tomar su decisión sobre si condenar o absolver a un joven de un barrio deprimido de la ciudad acusado de haber asesinado a su propio padre.
El veredicto debe ser por unanimidad y 11 de esos hombres están totalmente seguros, el chico es culpable, pero el jurado número 8 no lo tiene tan claro y presenta sus dudas sobre la culpabilidad del muchacho pero, ¿Son acaso dudas razonables o quizás simples quejas sin fundamento sobre como se ha llevado el caso? ¿Logrará convencer a los otros 11 "hombres sin piedad" y quizás a si mismo de la inocencia del joven o será acaso convencido por sus compañeros del jurado?
Sin duda que nos encontramos frente a una gran película que nos muestra un interesante estudio del ser humano, sus prejuicios, sus creencias, su idea de justicia o su falta de ella, su certeza sobre lo que es cierto o su "duda razonable" sobre ello, su capacidad de razonar lógicamente y su carencia de tal capacidad...
En definitiva un filme totalmente recomendable que no necesita mucho para funcionar, "tan solo" un gran guión, unas buenas actuaciones capaces de crear una gran tensión, una buena dirección, un par de escenarios o tres, unos debates acalorados en un día caluroso y una repentina lluvia que no se ve pero que se siente y que no deja ver la luz del sol... y ya está, un clásico del cine en toda regla y una de las mejores películas del señor Sidney Lumet.
Valoraciones en tu crítica:
9 / 10
'12 Angry Men' no solo fue el debut del director Sidney Lumet en el cine, es además una obra maestra del cine clásico y una referencia obligada del cine judicial, llegando a ser seleccionada como patrimonio a preservar por ser cultural, histórica y estéticamente significativa.
El ritmo de la película es inesperado, rápidamente se nos presenta el caso de un joven hispano de clase baja, acusado de parricidio, y pasamos sumergirnos en un intenso drama judicial acerca de la deliberación de un jurado, encerrados durante hora y media en la habitación con 12 hombres blancos anónimos. La chispa salta rápidamente con la duda razonable que un honesto miembro del jurado se plantea ante el cúmulo de pruebas y hechos incriminatorios aportados por el fiscal, empezando el debate con un ritmo intenso. Todos están magistrales en sus papeles, en este enfrentamiento por conseguir un veredicto por unanimidad, en una obra, donde lo que en realidad se juzga es la intolerancia, los prejuicios étnicos, generacionales y los de clase social, oponiendo a estas lacras, la sencillez y majestad de la razón, expresada a través de la serenidad del diálogo y la palabra.
La película es 100% sus actores y actuaciones. Tanto es así que los personajes no tienen ni nombres, sólo números, y lo que los diferencia sus clichés, en los que muchos hombres blancos se verían identificados en los EEUU de los años 50.
Henry Fonda, en una de las mejores interpretaciones de su carrera, interpretando al jurado nº 8, un Don Quijote sereno e íntegro contra 11 gigantes, revisando bajo otra óptica, todas y cada una de las pruebas y testimonios, con objeto de convencerles de que existe una duda razonable, y que éste es suficiente motivo para cambiar sus iniciales y precipitados veredictos.
El resto de actores bordan sus papeles, Lee J. Cobb, como el beligerante, Martin Balsam en el papel del pusilánime, E.G. Marshall como el frío y analítico, Ed Begley como el intolerante, Joseph Sweeney como el anciano y perspicaz, y Jack Warden, como el superficial y agresivo.
El ritmo de la película es inesperado, rápidamente se nos presenta el caso de un joven hispano de clase baja, acusado de parricidio, y pasamos sumergirnos en un intenso drama judicial acerca de la deliberación de un jurado, encerrados durante hora y media en la habitación con 12 hombres blancos anónimos. La chispa salta rápidamente con la duda razonable que un honesto miembro del jurado se plantea ante el cúmulo de pruebas y hechos incriminatorios aportados por el fiscal, empezando el debate con un ritmo intenso. Todos están magistrales en sus papeles, en este enfrentamiento por conseguir un veredicto por unanimidad, en una obra, donde lo que en realidad se juzga es la intolerancia, los prejuicios étnicos, generacionales y los de clase social, oponiendo a estas lacras, la sencillez y majestad de la razón, expresada a través de la serenidad del diálogo y la palabra.
La película es 100% sus actores y actuaciones. Tanto es así que los personajes no tienen ni nombres, sólo números, y lo que los diferencia sus clichés, en los que muchos hombres blancos se verían identificados en los EEUU de los años 50.
Henry Fonda, en una de las mejores interpretaciones de su carrera, interpretando al jurado nº 8, un Don Quijote sereno e íntegro contra 11 gigantes, revisando bajo otra óptica, todas y cada una de las pruebas y testimonios, con objeto de convencerles de que existe una duda razonable, y que éste es suficiente motivo para cambiar sus iniciales y precipitados veredictos.
El resto de actores bordan sus papeles, Lee J. Cobb, como el beligerante, Martin Balsam en el papel del pusilánime, E.G. Marshall como el frío y analítico, Ed Begley como el intolerante, Joseph Sweeney como el anciano y perspicaz, y Jack Warden, como el superficial y agresivo.
Valoraciones en tu crítica:
8.5 / 10
Lo mejor del teatro y lo mejor del cine, unido en una maravillosa hora y media.
Una sola escenografía y dando todo el peso de la película a las actuaciones y a un guion brillante, es como aprovechamos las mejores virtudes del teatro, claro está que las actuaciones y el guion deben ser excelentes para que sea disfrutable sin otro "artefacto" que nos distraiga, y aquí están a un altísimo nivel.
Además añadimos la utilización del punto de vista como diferencia con el teatro, los ángulos de cámara y los diferentes enfoques que consiguen introducirte más en la historia y que olvides que eres un simple espectador.
El uso de los primeros planos es sublime, tenemos 12 personajes y juraría que ninguno se queda sin el suyo. Nos sirven para conocerles, lo cual es clave pues representan a la sociedad. De hecho, el juicio cuenta con unos míseros minutos en pantalla, la película realmente comienza cuando los 12 del jurado se encierran en la sala a deliberar, cada punto de vista y cada evolución de pensamiento se ven plasmados, y estoy seguro de que todo hombre de la época podía verse reflejado en alguno de los personajes (son muchos años y ya habremos cambiado desde entonces)
Para mi, de 10 la reflexión en los años 50 del sistema judicial americano de los 50, no debía ser fácil hacer una crítica a la pena de muerte cuando en aquel entonces estaba tan arraigada. Simplemente el hecho de plantear que para mandar a alguien a la silla eléctrica es necesario, cuando menos, que nadie tenga la más mínima duda de su culpabilidad ya es digna de elogio, es decir que si alguien, sin pensar que sea inocente, duda de su culpabilidad, ya merece un debate sin atender a tiempos, pues lo que se traen entre manos es la vida de otro ser humano.
Para mi solo tiene un pero, y es la sensación que me ha dejado de que el personaje de Henry Fonda, pudiendo tener toda la razón, a lo largo del metraje influye demasiado activamente en los pensamientos de los demás, totalmente inquisidor conforme avanza la película, adoptando más un papel de abogado defensor que de mero jurado.
De cualquier manera no puedo menos que recomendar esta gran película, a mi suelen ganarme cuando consiguen darte tanto con tan poco. Da para pensar largo rato en lo que has visto
Una sola escenografía y dando todo el peso de la película a las actuaciones y a un guion brillante, es como aprovechamos las mejores virtudes del teatro, claro está que las actuaciones y el guion deben ser excelentes para que sea disfrutable sin otro "artefacto" que nos distraiga, y aquí están a un altísimo nivel.
Además añadimos la utilización del punto de vista como diferencia con el teatro, los ángulos de cámara y los diferentes enfoques que consiguen introducirte más en la historia y que olvides que eres un simple espectador.
El uso de los primeros planos es sublime, tenemos 12 personajes y juraría que ninguno se queda sin el suyo. Nos sirven para conocerles, lo cual es clave pues representan a la sociedad. De hecho, el juicio cuenta con unos míseros minutos en pantalla, la película realmente comienza cuando los 12 del jurado se encierran en la sala a deliberar, cada punto de vista y cada evolución de pensamiento se ven plasmados, y estoy seguro de que todo hombre de la época podía verse reflejado en alguno de los personajes (son muchos años y ya habremos cambiado desde entonces)
Para mi, de 10 la reflexión en los años 50 del sistema judicial americano de los 50, no debía ser fácil hacer una crítica a la pena de muerte cuando en aquel entonces estaba tan arraigada. Simplemente el hecho de plantear que para mandar a alguien a la silla eléctrica es necesario, cuando menos, que nadie tenga la más mínima duda de su culpabilidad ya es digna de elogio, es decir que si alguien, sin pensar que sea inocente, duda de su culpabilidad, ya merece un debate sin atender a tiempos, pues lo que se traen entre manos es la vida de otro ser humano.
Para mi solo tiene un pero, y es la sensación que me ha dejado de que el personaje de Henry Fonda, pudiendo tener toda la razón, a lo largo del metraje influye demasiado activamente en los pensamientos de los demás, totalmente inquisidor conforme avanza la película, adoptando más un papel de abogado defensor que de mero jurado.
De cualquier manera no puedo menos que recomendar esta gran película, a mi suelen ganarme cuando consiguen darte tanto con tan poco. Da para pensar largo rato en lo que has visto
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Mi Opinión / Critica de 12 hombres sin piedad
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