Aunque Alex Proyas será principalmente recordado —o eso espero— por títulos como 'El cuervo', 'Dark City' o 'Yo, robot', podría decirse que el verdadero punto de inflexión en su carrera se produjo con la muy controvertida 'Knowing', un oscuro thriller apocalíptico tan absorbente a la hora de plantear su atractiva premisa como desaprovechado en su forma de plasmarla. Atrás quedaba el marcado sello autoral de un Proyas cuya nihilista visión del mundo, tan presente en sus anteriores trabajos, era de lo poco que desprendía algo de personalidad en una obra completamente encorsetada entre los estrechos moldes del cine catastrofista más convencional. El fin del mundo, vaticinado por una serie de siniestras profecías, se intuye inminente y tan solo nuestro querido Nicolas Cage, haciendo aquí de padre viudo y astrofísico atormentado, parece ser el único capaz de evitar el apocalipsis —Dios nos coja confesados— haciendo un hueco entre crisis y crisis paternofilial. Padre coraje y salvador del mundo. Un día más en la vida del bueno de Nick.

Sin embargo, y pese a todos los clichés arrastrados por su cruce de géneros y temáticas, lo cierto es que 'Knowing' sabe jugar perfectamente con la intriga y, de hecho, así lo demuestra durante su fantástica primera mitad. Proyas despliega su habitual potencia visual a través de una densa y, por momentos, opresiva atmósfera que irá intensificando ese componente de misterio hasta culminar, eso sí, en un más que cuestionable tramo final. Y es que, quizás víctima de la propia inabarcabilidad de su ambicioso guion, todo lo construido hasta entonces acaba diluyéndose entre vacua simbología religiosa, preguntas que jamás encontrarán respuesta y las divagaciones de un Nick Cage que se pasa media peli corriendo de un lado para otro como pollo sin cabeza. Pese a todo, correcto entretenimiento que se disfruta más cuanto menos intentemos buscarle sentido a sus muchas lagunas argumentales, ya hagan referencia a las extrañas decisiones narrativas de los guionistas o, lo que es todavía más enigmático, a las de las fuerzas cósmicas que pusieron el destino del mundo en manos de Nicolas Cage.