Correcta biografía de Miguel Gila, muy bien acompañada por el mismo tipo de humor que el cómico demotraba en sus números, habitualmente con su oreja pegada al auricular de un teléfono. Alexis Morante narra el paso de Gila por la Guerra Civil española y el cómo ese tiempo forjó su carácter y su sentido del humor, a partir de entonces muy relacionado con la guerra y con lo absurda que resulta. Cuesta discernir qué partes son 100% verídicas y cuáles habrán sido maquilladas en aras de este espectáculo que es el cine, pero me quedo con su buen mensaje y con el merecido recuerdo a ese gran hombre que nos hizo reír durante tantas nocheviejas con sus llamadas telefónicas al enemigo.
Buena, 6/10.

Bonito homenaje a la juventud de Miguel Gila. Óscar Lasarte construye una interpretación memorable, en expresión, emoción y, incluso, dicción. Aunque su papel es lo más destacado de la película. El resto de personajes es relativamente pobre, ya sea por exceso como por defecto, aunque Carlos Cuevas está sobresaliente, dando una réplica a Óscar de muy alto nivel.
Salvada la cuestión de si el guion es fidedigno con las peripecias reales de Gila (el fusilamiento es histórico, el resto puede que también), el problema de esta película es que el desarrollo de las distintas escenas es muy simple, con un ritmo visual pobre y con unos personajes inverosímiles. Gila se mueve en un terreno de escepticismo defensivo ante la tragedia que le rodea, intentando sacar humor (o risas) de donde nadie las encuentra, que está muy bien desarrollado. Pero el resto de personajes es anodino y plano, cuando no ridículo (salvo su amigo Pedro), y da la impresión de que el guionista ha intentado convertir a esas personas reales en las caricaturas que Gila dibujó. La consecuencia es que la mayoría de las escenas solo se salvan por la presencia de Óscar. En especial, las escenas bélicas son un alarde de "quiero-y-no-puedo". Como tiene mucha importancia en la vida de Gila y presencia en la película, creo que hay que lamentar que los abuelos no estén a la altura del personaje principal. Por otro lado, la producción es digna, aunque muy limitada en recursos (las mismas localizaciones para todo, etc.).
En resumen: Creo que merece la pena verla para disfrutar de unas actuaciones memorables de Óscar Lasarte y Carlos Cuevas, y adentrarse en los orígenes del genial Miguel Gila. El resto de la película, mejor olvidarlo.