A ver, empezar diciendo que el hecho de que aparezca "terror" entre los géneros me hace gracia, pero claro, supongo que será si la ves desde la perspectiva de un niño, no lo sé. Es cierto que las brujas, o la bruja, ya que quitando al personaje de Anne Hathaway el resto pasan sin pena ni gloria y están para hacer bulto, tiene unos rasgos peculiares, sobre todo la boca, y puede que a algún niño le resulte perturbadora, pero para un público adulto pues... no.

En general la película me ha parecido sumamente infantil, con diálogos bastante lamentables (lo del ***contenido con spoilers*** me parece... en fin) y un final un tanto pobre. No he visto la de los 90, no sé cuánto se parecen o cómo de fieles son a un libro que tampoco he leído, pero claro, lo lógico hubiera sido que ***contenido con spoilers*** y tal, pero no sólo no pasa, sino que eso de decir tan alegremente ***contenido con spoilers*** me parece horrible.

Además, la narración y la escena del principio quedan por completo olvidadas hasta que de repente, ya empezados los créditos, dicen uy, espera, vamos a darle un sentido a esto, y lo retoman.

Supongo que como película infantil para Halloween no debe de estar mal, pero a mí se me ha hecho eterna y pesada, y no la recomiendo salvo para los más pequeños, y aun así las hay mucho mejores.

Robert Zemeckis vuelve a tender un puente entre el artificio y la emoción con “Las brujas (de Roald Dahl)” aunque el resultado se sienta más contenido de lo que cabría esperar del director. Zemeckis traslada la historia original desde la Inglaterra victoriana al Alabama de los años sesenta, donde un niño afroamericano huérfano (Jahzir Bruno) y su abuela (Octavia Spencer) descubren una conspiración liderada por una asamblea de brujas que planea exterminar a todos los niños del mundo transformándolos en ratones. La premisa ofrece al director un terreno ideal para desplegar su talento en la mezcla de acción real y animación digital, y también para explorar temas que atraviesan toda su filmografía: la soledad, la pérdida y el deseo de reconstruir una familia dentro del artificio de la imagen. Pero si en títulos como “Beowulf” o “Polar Express” el delirio visual se imponía al relato, aquí la puesta en escena parece encorsetada, sujeta a las exigencias de una superproducción infantil. La fantasía, domesticada, deja poco espacio a la experimentación. El humor apenas funciona y la comedia visual carece de la energía que podría haber redimido el exceso de corrección narrativa. Zemeckis, en su intento por ser fiel al espíritu de Dahl, termina sacrificando la irreverencia que hacía vibrar sus obras más personales. Aun así, “Las brujas (de Roald Dahl)” contiene momentos de puro virtuosismo. La gran asamblea de brujas, encabezada por una Anne Hathaway entre lo grotesco y lo glamuroso, condensa lo mejor del Zemeckis digital: cuerpos que se deforman, rostros que se disuelven en máscaras digitales, una cámara que espía entre rendijas como si el cine mismo se transformara en un acto de voyeurismo infantil. Esa secuencia sugiere que las brujas no son tanto criaturas del mal como proyecciones de la mirada: imágenes que cobran vida para aterrar y fascinar a la vez. Más allá de su aparente candidez, la película vuelve sobre uno de los temas más íntimos de Zemeckis: la relación entre las imágenes y la muerte. Como en “Contact”, donde una hija se reencontraba con el simulacro de su padre, “Las brujas (de Roald Dahl)” convierte la transformación del niño en ratón digital en un gesto de duelo. Convertirse en imagen, en criatura animada, es también acercarse a los padres desaparecidos, habitar el mismo espacio espectral donde sobreviven los recuerdos. A diferencia de la versión de Nicolas Roeg (1990), en la que la metamorfosis era una maldición reversible, aquí el protagonista elige permanecer en su forma animada, envejeciendo entre las proyecciones y los fantasmas. En esa decisión final, tan melancólica como luminosa, reside la verdadera fuerza del largometraje : “Las brujas (de Roald Dahl)” no es tanto una historia de terror infantil como una reflexión sobre el poder de las imágenes para mantener con vida aquello que hemos perdido. Aunque el resultado sea irregular y menos audaz de lo que promete, Zemeckis reafirma su lugar como uno de los grandes exploradores de los límites entre carne, píxel y emoción.

Las brujas existen y son como un grano en el culo.
Están aquí entre nosotros… y con estas frases nos abren este las brujas de roald dahl o mejor dicho del director Robert Zemeckis en este caso.
Me ha parecido de lo más pretencioso y anti climático con ese comienzo sinceramente y la narración en vez de sumar resta porque se mezcla con los diálogos y las actuaciones en algunos momentos, por suerte luego se abandona el tono en pos del espectáculo propiamente dicho.
Otro punto negativo serian los sentimientos que transmiten los niños se sienten forzados.
Lo bueno sería el doblaje que dentro de lo que cabe cumple, los efectos de las brujas no están del todo mal y aquí entra la parte que probablemente sirva para justificar el terror en niños y la música seria la tercera cosa destacable.
La recomiendo si sabes que vienes a una película familiar sin muchas pretensiones para el resto igual se te quede insuficiente esta propuesta.

No me gusto demasiado este remake, se ve más aniñado y simple, muy family friendly.

Aunque me gustan las interpretaciones de Anne Hathaway, aquí no brilla demasiado y me pareció un personaje demasiado plano.

No puedo recomendarlo, aunque me guste el cine de brujas, esta película me deja bastante frío y no puedo remediar hablar mal de él.

PD: La polémica sobre las manos de las brujas y su comparación con una enfermedad, me parece muy rebuscada y ridícula, no hay que verla de tal manera, pues no eran conscientes de estas malformaciones al hacer el film.