
Nicolas Cage
Red Miller
Red (Nicholas Cage) es un leñador que vive alejado del mundo junto al amor de su vida, Mandy (Andrea Riseborough). Un día, mientras da un paseo abstraída en una de las novelas de fantasía que suele leer a diario, Mandy se cruza sin saberlo con el líder de una secta que desarrolla una obsesión por ella. Decidido a poseerla a cualquier precio, él y su grupo de secuaces invocan a una banda de motoristas venidos del infierno que la raptan y, en el proceso, hacen añicos la vida de Red. Decidido a vengarse y equipado con toda clase de artilugios, pone en marcha una matanza que deja cuerpos, sangre y vísceras allá por donde pasa.
No es que sea Panos Cosmatos un cineasta especialmente prolífico, pero desde luego, y con los tres trabajos que ha dirigido hasta la fecha, sí de los que saben cómo dejar huella en el sobresaturado panorama cinéfilo. Lo hizo con aquel psicodélico debut que fue 'Beyond the Black Rainbow', con la inquietante atmósfera sobrenatural de 'La visita' y, por supuesto, con 'Mandy', un angustioso descenso a la locura donde la abstracción estética de su ópera prima, de intensos tonos rojos y violetas, se funde con el velo de siniestra fantasía demostrado durante su colaboración con Guillermo del Toro. Un clásico relato de venganza pasional que Cosmatos, escapando de las bases más convencionales del cine comercial, reformula como una lisérgica espiral de hipnóticas reminiscencias ochenteras, pasada por un estilizado filtro de surrealismo onírico y con un Nicolas Cage completamente desatado en su particular infierno carmesí de sectas hippies, ritos ocultistas e invocaciones demoníacas. Aquí la venganza no se sirve fría, sino bien calentita y bajo una buena capa de LSD.
No estamos por tanto ante una película de venganza al uso, sino más bien ante un psicotrópico ejercicio de cine experimental donde el director, dedicando un especial interés a la construcción de la atmósfera, se permite el lujo de ni tan siquiera mostrar el título de la película hasta bien entrada la primera hora de metraje; momento en el que comienza a desencadenarse el verdadero delirio febril. Todo lo visto hasta entonces, si bien se enfoca en ir aumentando progresivamente el ambiente enrarecido y perturbador del relato, discurre bajo un denso aura de ensoñación alucinógena que sirve, en cierta medida, como tensa calma antes de la visceral vorágine de brutalidad, sangre y violencia que nos tiene reservada su salvaje recta final. Dos partes claramente diferenciadas, tanto en ritmo como en tono, pero extrañamente armonizadas en torno a una inclasificable experiencia tan estimulante en el plano audiovisual como abrumadora en el narrativo. Todo un viaje sensorial ante el que solo queda dejarse llevar, abrazar su locura y, para bien o para mal, hacerse uno con ella.
La vuelta de Nicolás.
La película técnicamente es brillante, esos planos casi oníricos, como juega con los colores...
Destacar a parte, la última magnífica e hipnótica BSO de Johann Johannsson. Que pena que nos dejara tan pronto, cuanto disfrute nos hubiera traido, D.E.P.
Me ha recordado mucho a la matanza de Texas, es que pensándolo bien, tiene varios homenajes.
Es (salvando las distancias) como la "a ghost story" de este año. Y a lo mejor eso es lo que mas le crítico, porque esta película pedía a gritos tirar mas por la serie b mas pura, que por lo psicotrópico, pero esto ya es opinión personal.
Estamos ante una película que no está creada para cualquier espectador.
Sin embargo, lo realmente bueno que tiene esta película de venganza es la actuación de Nicolás Cage, quien termina expresando cada emoción de su personaje hacia un espectador que termina asombrado por la gesticulación del actor.
Por otro lado, es innegable que el director Panos Cosmatos se haya basado en las películas de Evil Dead, pues tenemos un par de escenas que es el reflejo exacto de la visión de Sam Raimi.
También tenemos un contracte del color que podría hacerte daño a las pupilas por ser demasiado “chillón”. Aunque ha sido usado para expresar en la situación que se encuentra nuestro personaje, al menos es lo que YO entiendo al utilizar esos efectos cambiantes en cada escena.
Por todos esos ingredientes… terminaría recomendado esta película para nada comercial.
Tarda uno en involucrarse con la película en lo que, se supone, debería ser sutil complicidad entre el cine y la gente, probablemente, por su intrínseca morosidad e inequívoca presuntuosidad, acentuada, además, por su destacable color rojo difuminado durante la mayor parte del filme.
El sobrino de Coppola en otro rol esquizofrénico de idéntica violencia en su venganza personal, igual que en sus anteriores trabajos, y muy lejos en el tiempo ya de aquella memorable realización de Mike Figgis, ¨Leaving Las Vegas¨. ¨Mandy¨, una obra maestra, dicen algunos. Para aficionados al cine de Wes Craven, digo yo. .SURREALISTA. ·1 sobre 5· ..PICARD.
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