Crítica de La cúpula por gjulo

El escenario de este psicodrama bajo una “cúpula” (que recuerda a las “bolas de nieve” que colecciona Angie McAlister) se sitúa, como era de esperar, en un rincón rural de Maine, su estado favorito, un apacible pueblo ficticio de poco más de 2.000 almas, llamado “Chester's Mill”. Sobre todo, la trama está inspirada en la ciencia ficción (con Steven Spielberg como productor), pero también puede verse como una parábola, entre la filiación bíblica (temporada 1 especialmente) y los estragos del control social (temporada 3), e incluso como una “comedia dramática” (las 3 temporadas), basada en el decisivo aspecto psicológico de las relaciones entre los personajes principales. Dicho de otra forma, solo hay una consigna: ¡servir a la comunidad! Para quienes no lo hayan captado, el mensaje de esta serie es una forma metafórica de esquematizar nuestra sociedad a través de sus defectos más fundamentales e inconscientes: el campo de concentración, la oveja negra, el despotismo inconsciente, el control mental... En definitiva, la ciencia ficción es ante todo el arte de presentar la realidad en su forma más onírica y sutil. Esta serie, muy influenciada por Stephen King, su creador literario, está llena de detalles minuciosos, signos y símbolos religiosos: el fin del mundo, el juicio final, las plagas, la peste humana. Todo se reduce a una sola cosa: el instinto de supervivencia. Creer o no en los extraterrestres es otra cuestión, pero muy actual. La trama general utiliza es esta otra forma de vida para enfrentar a los seres humanos entre sí. ¡“La Cúpula” es una serie difícil de digerir! Entre la misteriosa implicación del ejército, por no decir otra cosa, y los tejemanejes dentro de la ciudad, se plantean muchos interrogantes desde el principio. Todo se basa en una sucesión de personajes, cada uno construido en torno a enigmas y secretos personales. Los hechos revelan poco a poco como evidentes, a través de personajes desgraciadamente demasiado estereotipados al estilo de Hollywood. Dale 'Barbie' Barbara, Julia Shumway, 'Big Jim' Rennie, James 'Junior' Rennie, las principales figuras emblemáticas, son auténticas caricaturas americanas. Está el musculoso e inquebrantable salvador del mundo, la intrépida y devota barbie pelirroja, el turbio e influyente hombre de poder y el buenazo-gamberrillo que nunca sabe por dónde tirar. El confinamiento de la cúpula revela lo mejor y lo peor de la raza humana. La dualidad de la ayuda mutua y la codicia. Sea como fuere, el concepto no deja de ser interesante. Pero siempre hay un pero, un inconveniente importante en medio de todas las buenas ideas. Aparte del grado de calidad que ha ido de más a lo peor a lo largo de las tres temporadas, depositábamos nuestras esperanzas en un gran giro final, en el que toda la sucesión de acontecimientos, los personajes y la retahíla de porqués encontraran una sólida cohesión. Pero la falta de inspiración ha pasado factura y el final deja un embrollo artístico espantoso, dejando en suspenso toda una serie de puntos fundamentales. La decepción está al final del túnel o en la salida de la cúpula, y es una pena, porque después de tragarte todas las temporadas realmente necesitas aferrarte a algo. La Cupula es, ante todo, una serie mixta, con su buena dosis de asimilación y entretenimiento desmesurado y un final para cortarse las venas.