Redactada:
2024-12-20
1992. Año de los Juegos Olímpicos de Barcelona y de la Expo de Sevilla. Año, en definitiva, de grandes acontecimientos para un país que comenzaba a despertar tras décadas de oscuridad. El mundo entero dirigía la mirada hacia España mientras muchos de sus empresarios y políticos la enfocaban, a su vez, hacia sus propios ombligos. Una época de desarrollo, opulencia y corrupción que Álex de la Iglesia, retrotrayéndonos a la Expo con tanta nostalgia como espíritu crítico, se encarga de reimaginar en un sorprendente y, por momentos, surrealista thriller policial donde nuestro querido Curro, la entrañable mascota de tan inolvidable evento, se convertirá en la macabra firma de un misterioso asesino en serie. Todo se tiñe de desconcierto en una producción con la que el director, fiel a su habitual toque subversivo, reescribe varios hechos históricos de aquel entonces –como el incendio del Pabellón de los Descubrimientos o el hundimiento de la Nao Victoria– para evidenciar, en clave de siniestro relato de venganza, los muchos excesos derivados del poder.
Una premisa ciertamente atractiva que, por desgracia, acaba difuminada bajo un desarrollo lo suficientemente increíble —en el sentido más literal del término— como para que cueste tomárselo en serio. Tanto es así que hay muchos momentos donde la serie, pese a su trasfondo principalmente dramático, se viste de un extraño tono de comedia involuntaria lleno de topicazos, personajes sobreactuados hasta el extremo y conveniencias de guion que no harán sino sacarnos alguna que otra carcajada. El nivel de delirio febril alcanzado es tal que al menos se las apaña para resultar entretenida, pero lo cierto es que es inevitable pensar que estamos ante una idea tan tremendamente desaprovechada en el aspecto narrativo como, al mismo tiempo, fallida en su soterrado intento de homenaje a la Expo de Sevilla. Desigual resultado para una serie a la que, por muchos pajaritos de pico y cresta multicolor que contenga, le hacía falta mucho más curro.
Una premisa ciertamente atractiva que, por desgracia, acaba difuminada bajo un desarrollo lo suficientemente increíble —en el sentido más literal del término— como para que cueste tomárselo en serio. Tanto es así que hay muchos momentos donde la serie, pese a su trasfondo principalmente dramático, se viste de un extraño tono de comedia involuntaria lleno de topicazos, personajes sobreactuados hasta el extremo y conveniencias de guion que no harán sino sacarnos alguna que otra carcajada. El nivel de delirio febril alcanzado es tal que al menos se las apaña para resultar entretenida, pero lo cierto es que es inevitable pensar que estamos ante una idea tan tremendamente desaprovechada en el aspecto narrativo como, al mismo tiempo, fallida en su soterrado intento de homenaje a la Expo de Sevilla. Desigual resultado para una serie a la que, por muchos pajaritos de pico y cresta multicolor que contenga, le hacía falta mucho más curro.
Guion
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Banda sonora
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Interpretación
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Efectos
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Ritmo
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Entretenimiento
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Complejidad
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Duracion
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Credibilidad
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Fotografía
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Dirección
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