Está claro que el cyberpunk tuvo un gran impacto en la animación japonesa de finales de los 80 y principios de los 90, pero esto se acentúa todavía más si cabe cuando nos acercamos a títulos como 'Cyber City Oedo 808', uno de esos animes olvidados que, pese a su condición de rareza underground, ha logrado convertirse en un pequeño clásico dentro de su género. La miniserie, compuesta por tres capítulos de unos 40 minutos cada uno, se ambienta en un Tokio futurista, hipertecnificado y asolado por la delincuencia en el que algunos convictos, de acuerdo a una antigua práctica del Japón feudal, son contratados para ajusticiar a otros criminales. Lo bueno: que, mediante estos trabajitos, pueden conmutar sus condenas. Lo malo: que son obligados a llevar collares explosivos para controlar sus movimientos. Un panorama totalmente distópico y donde la trama, como en todo buen exponente del cyberpunk que se precie, no tardará en dibujarse sobre un oscuro lienzo de violencia sin filtros, degradación social y dilemas morales.

Lo más característico de la serie es que cada capítulo está dedicado a uno de los tres protagonistas, dándoles así el tiempo necesario para que podamos adentrarnos en sus fantasmas del pasado, en sus preocupaciones y en su relación con una sociedad de la que, por otro lado, nunca sabremos demasiado. En cualquier caso, y aunque se podría haber profundizado más en los entresijos de ese submundo, las diferentes historias de cada personaje permitirán que ciertos temas, incluyendo algunos bastante delicados como los referentes a los límites de la ciencia, de la cibernética o hasta del propio sistema político, vayan aportando trasfondo al crudo escenario en el que están condenados a sobrevivir. Ese pesimismo, enfatizado a su vez por la atmósfera que ofrece su fantástica animación, no hace sino reforzar el aura nihilista de un anime donde no faltarán los cyborgs asesinos, las muertes brutales ni las dosis de intriga. Sin duda, un genial entretenimiento que ningún amante del cyberpunk debería pasar por alto.