Son muchas las producciones que han hablado sobre el auge del nazismo y el Tercer Reich, aunque no tantas las que lo han hecho desde un enfoque tan diferente como 'Hitler y los nazis', la docuserie que explora la génesis de una de las épocas más oscuras de nuestra historia reciente para, a su vez, buscar paralelismos con la situación actual del mundo. De primeras puede parecer una visión demasiado alarmista de la realidad, pero lo cierto es que vivimos en una sociedad cada vez más políticamente polarizada y en la que los dirigentes, aquellos llamados a dar ejemplo, no dudan en recurrir a discursos populistas con tal de encender la llama del cambio. Que alguien como Hitler pudiese llegar de nuevo al poder nos resulta imposible y, sin embargo, esas promesas de devolver a un país a su gloria de antaño, como así clamaba el Führer, siguen estando a la orden del día. Casi a modo de advertencia, la serie explora esas motivaciones que llevaron a tantos a apoyar a Hitler y las analiza para lanzar una pregunta tan peliaguda como necesaria: ¿podría esto pasar en la actualidad?

Así, y a través de recreaciones, testimonios y material de archivo rescatado y coloreado para la ocasión, el documental nos acerca al convulso clima sociopolítico de la época para, a diferencia de otros documentales, ofrecer una perspectiva menos centrada en la propia guerra y más en el origen de la misma. Ya no solo en las causas que iniciaron el conflicto como tal, sino también en el pasado de Hitler, en sus frustraciones de juventud y en cómo estas, entre otros factores, pudieron afectar a su particular visión del mundo. Una radiografía de la psique del dictador donde el aspecto puramente militar, tan habitual en producciones similares, queda diluido en favor de retratar su habilidad para avivar a las masas, apelar a su descontento y manipularlas a través de su dialéctica incendiaria. El germen del autoritarismo condensado en una interesante miniserie llamada a remover conciencias, invitar a la reflexión y recordarnos que la única manera de no repetir la historia, como bien reza ese fatídico cartel a la entrada de Auschwitz, es recordándola y aprendiendo de ella.