Dicen que la vida la forman los pequeños momentos del día a día, pero también hay quien dice, no sin cierto pesimismo, que la vida es aquello que pasa mientras andamos perdidos en toda esa monotonía diaria. Y luego, atrapados entre ambos extremos de semejante dicotomía vital, nos encontramos a Berta y José Ramón, una pareja de cuarentones con existencias anodinas, trabajos rutinarios y problemas corrientes. Un panorama absolutamente desolador que Pepón Montero y Juan Maidagán, quienes ya habían coincidido como guionistas en 'Camera Café', utilizan para dar forma a 'Poquita fe', una peculiar comedia costumbrista que subvierte la cotidianidad más insustancial para ridiculizarla, elevarla al absurdo y convertirla en el espejo perfecto en el que ver reflejadas nuestras preocupaciones más mundanas. Todo ello envuelto en un humor bastante tonto, surrealista incluso, que, de alguna manera, sirve para aligerar y, al mismo tiempo, retratar la absurdez de la propia vida. El "me río por no llorar" llevado al máximo nivel.

Así, y a través de capítulos de apenas 15 minutos cada uno, la serie irá mostrando las diferentes inquietudes que perturban a sus personajes mientras estos, como si de un falso documental se tratase, comentan sus impresiones a cámara. El estilo recuerda un poco a 'The Office' o 'Modern Family', solo que salpicado de un tono de patetismo y sentido del ridículo que evoca más a los vídeos de 'Pantomima Full' y a su ácida forma de desmontar la realidad más cercana. Quizás no sea una comedia de las que arrancan carcajadas, pero sí una con la que es fácil conectar si ya pasas de cierta edad y has aprendido, al igual que los personajes de esta historia, que lo mejor que puedes hacer es tomarte las cosas con un poco de filosofía. Y es que puede que ya tengamos poquita fe en los vecinos, en el trabajo de mierda que nos ha tocado o incluso en la familia, pero nunca poquita fe en la vida porque, pese a todo, siempre habrá algún motivo para reír. Aunque el motivo sea la propia vida.