Tras haber trabajado juntos como guionistas en 'The Office', Lee Eisenberg y Gene Stupnitsky regresan al género del falso documental con 'Jury Duty', otra hilarante comedia que, en esta ocasión, intercambia la oficina de Michael Scott y compañía por un tribunal en el que todos, salvo una única persona, son actores. El incauto en cuestión será Ronald Gladden, un tipo normal que no sabe que todo el proceso es falso y que, una vez escogido como miembro del jurado popular, acabará atrapado en uno de los juicios televisados más surrealistas de la historia. El caso en sí mismo no tiene mucha miga, pero todo lo que gira en torno a él, incluyendo las muchas peculiaridades del resto de miembros del jurado, harán que Ron deba enfrentarse a situaciones tan disparatadas que pondrán a prueba tanto su paciencia como su capacidad para resolver problemas. Hay momentos en los que piensas que va a descubrir todo el pastel, pero... ¿quién sospecharía de un tinglado tan aparentemente legítimo?

En ese sentido cabe destacar lo convincentes que resultan todos los personajes, especialmente si tenemos en cuenta que no solo deben improvisar en función de las interacciones que mantengan con Ron, sino que además no pueden permitirse el lujo de una segunda toma. Aquí, y ya sea para bien o para mal, todo ocurre "en directo". Esto también provoca que haya partes menos inspiradas que otras, aunque, en general, la miniserie sabe mantener un buen equilibrio entre la parte cómica, el aspecto documental y algunas pinceladas de emotividad que irán apareciendo de vez en cuando. Sin lugar a dudas, una de las propuestas más originales que pueden encontrarse en la parrilla televisiva del momento y, al mismo tiempo, una inteligente, paródica y afilada mirada hacia los entresijos del sistema judicial que nos quitará —todavía más si cabe— las ganas de ser miembros de un jurado. Porque hay veces en las que la realidad no puede competir con la ficción, sobre todo si es tan absurda y divertida como la de este juicio de locos.

Una delirante y divertidísima comedia con la que me he reído en cada capítulo, tiene momentos tan locos y surrealistas que no queda otra opción. A pesar de conocer la premisa de que el juicio es ficticio, hasta el último episodio no se ve hasta qué punto está todo ensayado e improvisado.

Todos los personajes tienen su punto, pero con James Marsden me he reído un montón, me alegro de que haya tenido varias nominaciones como actor de reparto por esta locura. Y otra cosa que se saca en claro es que Ronald es un trozo de pan que hace que el desenlace tenga un sabor dulce, como con sabor a justicia.