No cabe duda de que la infancia suele ser una época de la que casi todo el mundo guarda buenos recuerdos, aunque claro, solo si no has tenido la desgracia de sufrir acoso escolar. Ese es el caso de Akane Nishimura, protagonista de uno de los animes más adorables de la temporada y foco de las burlas de sus compañeros de clase, quienes se refieren a ella como «shinigami» —algo así como un Dios de la muerte en Japón— por su apariencia y su forma de vestir. Acostumbrada a la soledad y a los desprecios, todo su universo cambiará con la llegada de Taiyou Takada, un nuevo estudiante cuya arrolladora personalidad, tan llena de energía positiva como de ingenuidad, se encargará de evidenciar lo absurdo que resulta el bullying en todas y cada una de sus formas, pero más si cabe cuando se debe solo al aspecto físico de una persona. Lo gracioso es que Taiyou ni siquiera hará esto de forma consciente, sino a base de ir resaltando todas las virtudes de Akane mientras, sin darse cuenta, va desmontando los muchos sinsentidos detrás de cada burla.

También es cierto que la dinámica entre los dos protagonistas puede acabar pecando de repetitiva, aunque es algo que se ve compensando por la infinita adorabilidad y ternura que desprende su relación. Al estar enfocada en la etapa de la preadolescencia —entre los 10 y los 12 años—, la serie no cae en los típicos malentendidos y salseos de otros animes similares, sino que prefiere centrarse en el valor de la amistad y en los primeros compases del amor juvenil en su forma más pura e inocente. Toda esa candidez se ve también reflejada en un estilo artístico de suaves tonos pastel y trazos sencillos que, pese a no destacar precisamente por su nivel de detalle, logra crear una reconfortante atmósfera repleta de encanto y buen rollo. Y es que, al fin y al cabo, 'Jijou wo Shiranai Tenkousei ga Guigui Kuru' no es tan solo un firme alegato en contra de los prejuicios, sino, sobre todo, un emotivo canto a la amistad verdadera y una de esas historias que purifican el alma y calientan el corazón.