Un asesinato horrible trastoca a la Fiscalía de Chicago cuando uno de los suyos es sospechoso del crimen. El acusado deberá luchar por mantener unida a su familia.
Lo bueno de no acordarme de nada de la película de Alan J. Pakula y Harrison Ford, es que el final, me ha pillado totalmente desprevenido, así que ole por mi memoria de pez.
Esta nueva revisión del libro de Scott Turow es una efectiva miniserie judicial, aunque parece que ha sido renovada por una segunda temporada, que trata sobre el asesinato de una joven abogada en un bufete de gran prestigio, resultando el mayor sospechoso su compañero y amante, lo que hace tambalear su matrimonio y trabajo.
Jake Gyllenhaal hace de este amante/sospechoso, con una interpretación firme de un padre atormentado por intentar demostrar su inocencia, mientras la relación con su familia está en la cuerda floja por enterarse de esta infidelidad y supuesto asesinato. Junto a él, destaca Peter Sarsgard, como el ayudante del fiscal, haciendo de un personaje nada amigable y que intenta por todos los medios llevar a la cárcel a Gyllenhaal, consiguiendo los mejores momentos de la serie con sus enfrentamientos. Y me sorprendió el papel de Ruth Negga, en un registro más dramático del que la vi en Predicador.
Tampoco quiero destripar mucho más, así que resumiendo, buena miniserie judicial, con buenas interpretaciones, con la exposición de diferentes hipótesis que te hacen dudar de todos, con tensión y sorpresa final.
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