Creía que este día nunca llegaría, pero finalmente ha ocurrido: he caído en las garras de los k-dramas. Bueno, de momento solo en las de la absorbente y aclamada 'Alchemy of Souls', un original drama de época con un fuerte componente fantástico, claras reminiscencias al género wuxia y una rica y extensa mitología propia para explotar. La magia, las peleas épicas y las intrigas palaciegas se van entremezclando sobre el preciosista lienzo que nos regala el reino ficticio de Daeho, un lugar donde los magos, aparte de perfeccionar sus habilidades, se encargan de perseguir técnicas prohibidas como la de la misteriosa alquimia de almas. Ese concepto, basado en la posibilidad de intercambiar tu alma con el de otra persona, será la premisa sobre la que girará esta apasionante historia donde la delgada línea entre el bien y el mal, aquí estrechada más si cabe por el seductor aroma de las artes mágicas más oscuras, se convertirá en el espinoso alambre sobre el que bailarán unos personajes llenos de aristas.

Por supuesto, y como cabría esperar en un k-drama, tampoco faltará el factor romántico, aunque lo cierto es que está mucho mejor llevado de lo que pensaba. No se aborda de una manera empalagosa ni forzada, sino que va fluyendo poco a poco a lo largo de los capítulos y, además, no acaba de robarle el protagonismo a una trama principalmente orientada hacia el juego de traiciones e intereses cruzados. También es cierto que los capítulos son bastante largos —todos sobrepasan los 70 minutos—, que el tramo final de la serie se siente algo apresurado y que a veces el guion tiende demasiado a la sobreexplicación, pero poco de eso importa cuando el resultado es una producción con una puesta en escena tan espectacular, unos personajes llenos de carisma y, por encima de todo, una increíble capacidad para atrapar al espectador en su intrincada red de pasiones humanas. Una serie realmente mágica que, aun sin necesidad de recurrir a la hechicería, es capaz de tomar tu alma, sacudirla y no soltarla de principio a fin.