Tenía por delante el gran reto de estrenarse en 2022, el mismo año en el que también tuvimos animes como 'Shingeki no Kyojin', 'Chainsaw Man', 'Kimetsu no Yaiba', 'Bleach' o 'Boku no Hero', y, pese a ello, 'Bocchi the Rock!' ha arrasado en casi todas las listas de popularidad en Japón. Toda una hazaña que sorprende menos una vez que nos asomamos al peculiar universo de nuestra protagonista, Hitori Gotō —alias Bocchi—, una adolescente con aficiones, sueños y esperanzas como cualquier otra chica de su edad, pero cuyo día a día es una lucha constante contra el mundo debido a su terrible ansiedad social. Consciente de sus miedos y limitaciones, Bocchi convertirá la música en su particular refugio personal y en un modo no solo de expresar sus emociones, sino también de intentar acercarse a la gente a ritmo de guitarra eléctrica. Un ambicioso camino lleno de obstáculos, dificultades y fracasos, pero también de esfuerzo, pequeñas victorias y una incontenible pasión por la música y por su ilimitada capacidad para conectar con los demás.

Y, si bien es cierto que ya hay otros animes que tocan el tema de la ansiedad social, creo que 'Bocchi the Rock!' es el que mejor ha sabido reflejar lo que dicho trastorno implica. El pánico a la interacción humana, el miedo a hablar en público o la paranoia de pensar que todo el mundo te está observando y juzgando; una fobia devastadora para la salud mental de cualquiera y a la que la serie, sin renunciar nunca a su tono optimista, da visibilidad mientras suaviza su carga dramática a base de geniales golpes de humor absurdo, momentos adorablemente emotivos y números musicales cargados de sentimiento. Un gran equilibrio que permite que tanto Bocchi como el resto de personajes, todos ellos entrañables a su manera, nos muestren lo duro y a la vez reconfortante que es ir siempre hacia adelante aun cuando todo parece estar en contra, ya sea para perseguir tus sueños o para vencer a tus propios demonios internos. Gran mensaje para esta cálida y divertida oda animada a la amistad, a la música y, sobre todo, al poder sanador que ambas son capaces de ejercer en el alma humana.