Crítica de Troya por MrPenguin

Para muchos, una profanación de los textos homéricos. Para otros, el último gran péplum que nos ha dejado el séptimo arte. Lo curioso es que quizás todos tengan parte de razón, pues si en algo destaca 'Troya' no es precisamente en su fiel representación de la Guerra de Troya, sino en ofrecer una épica y entretenida epopeya en la que la espectacularidad prima sobre la fidelidad histórica y mitológica. A fin de cuentas, Hollywood nunca ha destacado por respetar demasiado los relatos clásicos y, como era de esperar, esta adaptación de 'La Ilíada' de Homero no iba a ser una excepción. Bien fuera por acercar los versos del autor griego a un tono más moderno y comercial o bien por dotar a la historia de un tinte más realista, lo cierto es que la película no escatima a la hora de tomar licencias artísticas —no hay intervención divina, por ejemplo—, pero lo hace siempre en beneficio del resultado final. Los aceros refulgen, la sangre fluye, las tropas avanzan. Cruento y vibrante festival bélico en el que todo vale en la lucha por el honor y la gloria.

Y es que, por mucho que el poema original se haya podido desvirtuar, lo que sí se mantiene inmutable es el eje central que mueve a todos los personajes de esta historia: la pasión. Ya sea por amor —como el existente entre Paris y Helena—, por ser de venganza —como Menelao—, por ansia de poder —como la que consume a Agamenón— o por el deseo de alcanzar la inmortalidad —como Aquiles—, no cabe duda de que todos y cada uno de ellos actúan impulsados por las más básicas pasiones humanas. El reparto, pese a la carga de tener que dar vida a tan icónicas figuras, cumple con creces a la hora de mantener la esencia de los protagonistas, destacando, sobre todo, a un carismático Brad Pitt en el papel de un imponente Aquiles que, haciendo honor al mito, se encarga de protagonizar unas batallas que son una auténtica locura. Deslumbrante espectáculo audiovisual que, eso sí, quizás no satisfaga a los que solo quieran ver las palabras de Homero en movimiento, pero sí a los que busquen dos horas y media de puro disfrute palomitero sobre una de las más grandes gestas de la literatura universal.