Redactada: 2024-12-10
Se acerca de nuevo la Navidad y, con ella, ese mágico tiempo de turrones, villancicos y calcetines reconvertidos en eternos y socorridos regalos de última hora. Una época de felicidad, armonía y buenas intenciones para muchos, aunque solo, claro está, si no eres un abeto y tu destino pasa por acabar tus días reducido a mero arbolito de Navidad. Para nosotros, un inocente acto de decoración; para ellos, un infierno en el que sus cuerpos, como si de una siniestra ceremonia se tratase, son mutilados, arrancados de sus hogares y envueltos, para regocijo de sus verdugos, entre infinitas capas de brillantes y coloridas lucecitas. Tenemos suerte de que los árboles no puedan defenderse o, al menos, así era hasta que Jason Eisener, conocido principalmente por aquella salvajada titulada 'Hobo with a Shotgun', decidiera desatar el apocalipsis navideño con 'Treevenge', un delirante y violento cortometraje en el que los abetos, aquí retratados como seres cómicamente conscientes y sedientos de sangre, buscarán su particular venganza contra nosotros.
Eisener, fiel a su habitual toque gamberro, da así forma a un oscuro reflejo de la Navidad donde todo el proceso de colocar el árbol, lejos de verse como algo entrañable, pasa a hacerlo como un sádico ritual más propio de bárbaros que de personas civilizadas. Tanto es así que todos los humanos del corto, ya sean leñadores, vendedores o padres de familia, están perfilados de una forma lo suficientemente exagerada, rozando incluso lo caricaturesco, como para conseguir que nos posicionemos del lado de los pobres arbolitos. Nunca queda claro si Eisener pretendía lanzar algún tipo de reflexión o si, por el contrario, tan solo quería ver abetos ensartando humanos, pero lo cierto es que el corto, aun lastrado por su, por otra parte, intencionadamente cutre puesta en escena, acaba resultando tan absurdamente divertido en su ejecución como, a su vez, inesperadamente efectivo en su posible mensaje ecologista. Yo, desde luego, lo tengo claro: este año toca arbolito sostenible, biodegradable y fácilmente desechable. Por mi bien, el del planeta y el del afán destructivo de mi gato.
Eisener, fiel a su habitual toque gamberro, da así forma a un oscuro reflejo de la Navidad donde todo el proceso de colocar el árbol, lejos de verse como algo entrañable, pasa a hacerlo como un sádico ritual más propio de bárbaros que de personas civilizadas. Tanto es así que todos los humanos del corto, ya sean leñadores, vendedores o padres de familia, están perfilados de una forma lo suficientemente exagerada, rozando incluso lo caricaturesco, como para conseguir que nos posicionemos del lado de los pobres arbolitos. Nunca queda claro si Eisener pretendía lanzar algún tipo de reflexión o si, por el contrario, tan solo quería ver abetos ensartando humanos, pero lo cierto es que el corto, aun lastrado por su, por otra parte, intencionadamente cutre puesta en escena, acaba resultando tan absurdamente divertido en su ejecución como, a su vez, inesperadamente efectivo en su posible mensaje ecologista. Yo, desde luego, lo tengo claro: este año toca arbolito sostenible, biodegradable y fácilmente desechable. Por mi bien, el del planeta y el del afán destructivo de mi gato.
Guion
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Banda sonora
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Interpretación
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Efectos
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Ritmo
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Entretenimiento
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Complejidad
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Sentimiento
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Duracion
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Credibilidad
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Fotografía
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Dirección
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Comentarios
Es que comedias románticas navideñas hay a patadas, pero fumadas de arbolitos matando gente... ¿Cuántas? Pues eso, yo busco originalidad, pss.