Crítica de The Winter Witch por gjulo

“The Winter Witch”, dirigida por Richard John Taylor, promete misterio, oscuridad invernal y una bruja aterradora. Lo que entrega, en cambio, es más bien una experiencia cinematográfica que podríamos describir como... climatológicamente adversa. A veces, las películas de terror de serie B pueden ser un placer culposo. Otras veces, como en este caso, es simplemente culpa. Culpa por no haber apagado la tele a tiempo. Desde los primeros minutos, “The Winter Witch” deja claras sus intenciones: no asustar, no impresionar y, al parecer, tampoco entretener. Es un largometraje que abraza con orgullo su estatus de serie B, pero con tanto entusiasmo que se lanza directo a la categoría de “¿cómo se filmó esto?”. La película arranca con un ritmo tan gélido como el paisaje que pretende retratar. No estamos diciendo que sea lenta, claro que no. Solo que en comparación, los glaciares parecen moverse con urgencia. La historia, si es que se puede llamar así, gira en torno a una bruja invernal que parece haber salido de una tienda de disfraces en oferta post-Halloween. Y aunque debería causar miedo, lo único que provoca es una sensación de desconcierto…principalmente porque uno se da cuenta de que el presupuesto se gastó en niebla artificial y efectos que harían sonrojar a un editor de TikTok. En cuanto al terror, hay que decir que la película genera escalofríos… especialmente cuando uno mira el reloj y ve lo que falta para que termine. Pero también hay que reconocerle algo: tiene una coherencia estética y una intención clara de crear ambiente. Que no lo logre del todo, bueno, eso ya es otra historia. En resumen, “The Winter Witch” es como una tarde nevada: tranquila, silenciosa… y probablemente mejor si te la pasas dormido bajo una manta.