Redactada: 2023-08-14
Interesante debut cinematográfico el que firmaba Zhang Yibai con 'Spring Subway', una melancólica crónica sobre la dificultad para conectar con los demás en plena era de la comunicación. El cineasta chino, aplicando un estilo visual muy en la línea de Wong Kar-wai, nos transporta a un estilizado panorama urbano, con especial énfasis en la saturación de tonos verdes y rojos, que sirve de escenario para la historia de Xiaohui y Jianbin, un joven matrimonio que empieza a atravesar sus primeras dudas de pareja tras 7 años de relación. Ella ha comenzado a tontear con uno de sus clientes a espaldas de su marido. Él, mientras tanto, y pese a llevar meses desempleado, pasa sus días haciendo viajes en metro para fingir que está en el trabajo. A lo largo de sus bulliciosos vagones, Jianbin compartirá trayecto con diferentes y variopintos pasajeros, cada uno con sus propios anhelos e inquietudes sentimentales pero todos ellos con los mismos problemas para abrirse emocionalmente y compartir su dolor.
Todo esto gana una especial fuerza narrativa si tenemos en cuenta que la película transcurre en una ciudad como Pekín, un auténtico hervidero de gente donde es tan fácil conocer a alguien como complicado hacerlo a un nivel realmente íntimo y personal. No deja de ser el reflejo de un mundo cada vez más globalizado que nos acerca y aleja por igual, solo que trasladado a los fríos paisajes urbanos de un Pekín en el que nuestros protagonistas, tan seguros de lo que sienten como indecisos a la hora de expresarlo, vagan sin lograr encontrar un rumbo que ponga fin a su angustia emocional. Un relato clásico de historias cruzadas y almas errantes, de tono nostálgico y aire contemplativo, sobre la incapacidad para comunicarnos en la sociedad moderna, sobre la fragilidad afectiva y sobre todas aquellas oportunidades que, como si de un vagón de metro se tratase, dejamos escapar ante nuestros propios ojos. Película sencilla pero llena de sensibilidad y corazón.
Todo esto gana una especial fuerza narrativa si tenemos en cuenta que la película transcurre en una ciudad como Pekín, un auténtico hervidero de gente donde es tan fácil conocer a alguien como complicado hacerlo a un nivel realmente íntimo y personal. No deja de ser el reflejo de un mundo cada vez más globalizado que nos acerca y aleja por igual, solo que trasladado a los fríos paisajes urbanos de un Pekín en el que nuestros protagonistas, tan seguros de lo que sienten como indecisos a la hora de expresarlo, vagan sin lograr encontrar un rumbo que ponga fin a su angustia emocional. Un relato clásico de historias cruzadas y almas errantes, de tono nostálgico y aire contemplativo, sobre la incapacidad para comunicarnos en la sociedad moderna, sobre la fragilidad afectiva y sobre todas aquellas oportunidades que, como si de un vagón de metro se tratase, dejamos escapar ante nuestros propios ojos. Película sencilla pero llena de sensibilidad y corazón.
Guion
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Banda sonora
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Interpretación
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Efectos
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Ritmo
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Entretenimiento
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Complejidad
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Sentimiento
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Credibilidad
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Fotografía
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Dirección
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