Crítica de Piratas del Caribe: En mareas misteriosas por Obscuritas

"Has robado mi yo, y he venido a recuperarme a mí mismo". Te robaron tu yo hace mucho tiempo y es muy tarde para recuperarlo, esta saga está condenada.

La huida de Jack en Londres es lo mejor que tiene esta película, acompañada por la canción más conocida de la banda sonora de la saga. De hecho, en esta cuarta entrega se abusa bastante de ella, aunque con variaciones, tal vez queriendo mantener o recuperar una esencia que ya no está.

A Ian McShane le queda bien el papel de Barbanegra, y me gusta la incorporación de ese personaje, pero a Penélope Cruz no la soporto, nada de nada, así que ahí ya tenemos un problema. Se nota mucho la ausencia de Will y Elizabeth, y Barbossa en esta película no es ni la sombra de lo que fue. Jack... Bueno, sigue siendo Jack.

Como filóloga clásica y amante de la mitología en general, me hace ilusión la aparición de las sirenas y que las muestren precisamente como en la mitología, como criaturas peligrosas que atraen a los marineros para atacarlos. Pero las partes de la sirena protagonista (qué cracks poniéndole el nombre, de verdad, y menudo doblaje tan soporífero), y sobre todo su relación amorosa con el misionero, dan mucha pereza. También da mucha pereza toda la búsqueda de la fuente de la eterna juventud, que viene siendo casi toda la película. Diálogo, diálogo, diálogo y caminar, caminar, caminar... Prácticamente no hay acción en toda la película, algo que sí tenía la tercera a pesar de su larga duración, por lo que se hace muy pesada, ni siquiera Jack, el buque insignia de la saga, la salva.

"Yo no tengo ni voz ni voto, Gibbs, mi vida es la de un pirata". Lo que sí tengo es escena post créditos. Irrelevante, eso sí.