Crítica de Misión imposible 3 por Obscuritas

Esta vez he omitido por completo la segunda película y he pasado directamente a esta. Y claro, yo veo el reparto de la anterior, la sinopsis de aquella y de esta, y veo el comienzo y me siento muy confundida porque no entiendo nada, siento que me he perdido algo. Pero no, es que luego nos van a poner en antecedentes y contarnos quiénes son esas personas que salen con Ethan Hunt y cómo hemos llegado hasta ahí, menos mal. Sigue siendo innecesario ver la 2, confirmamos.

Aquí tenemos la típica trama de agente retirado con ganas de vivir tranquilo y feliz pero que se ve obligado a volver para otra misión, en este caso rescatar a alguien, aunque la cosa no sale muy bien a pesar de que el rescate sí se lleva a cabo. Pero no es lo único, ya que por supuesto hay un malo al que hay que parar para que deje de hacer cosas malas y que les pondrá las cosas difíciles al protagonista y su nuevo equipo.

Lo más tremendo es que aquí vemos cómo fabrican las famosas máscaras que utilizan en la saga, y ya les gustaría a las impresoras 3D actuales. Pero me parto de risa cuando se ve claramente la máscara, toda falsa, recién fabricada, que se nota que es una máscara, y puf, de repente es tal cual Philip Seymour Hoffman, ni más ni menos, qué prodigio de la tecnología, viven en 2050 ahí.

Esto ya sí vuelve a parecer Misión imposible, aunque era difícil ser tan mala o peor que la segunda. Tenemos a los agentes infiltrados, traiciones, persecuciones, buenas dosis de acción y a Tom Cruise colgando, que parece que le gusta al hombre colgarse de los sitios, y sus acrobacias imposibles. Y parece que siempre terminan yendo a por él en la propia agencia casi más que los malos, aunque no sé por qué lo tratan como si fuera Hannibal Lecter. También tenemos junto al protagonista una vez más a Ving Rhames, y a ellos se unen, en papeles más protagónicos o más secundarios, Jonathan Rhys Meyers, Maggie Q, Michelle Monaghan, Billy Crudup, Kelly Russell, Laurence Fishburne, Simon Pegg, Aaron Paul y, por supuesto, Philip Seymour Hoffman como el malo malísimo. Vamos, un repartazo.

Una tercera parte entretenida que aún mantiene esa esencia del comienzo, antes de volverse todo demasiado loco, de hecho podría terminar aquí perfectamente, tiene un buen final y queda todo cerrado y atado, pero ya sabemos lo que pasa.