Crítica de Mia Madre por Rath

Para cualquier amante del séptimo arte, toda película (hay muy buenos ejemplos) cuya temática bordee el llamado "cine dentro del cine", ya supone un estímulo añadido a la hora de valorarla. En "Mia madre" se repite la referida circunstancia y en esta ocasión ayudando a amortiguar los efectos dramáticos, el bastante intenso trasfondo emocional que recorre la película.

Su director, Nanni Moretti, vuelve a reservarse para sí un papel interpretativo, aquí bastante importante. Su filmografía como director está plagada desde sus comienzos de esa dualidad, también como actor, dentro del mismo título. Sobre esto hay que decir que tanto su trabajo como el de su principal compañera de reparto, Margherita Buy, estaría entre lo más destacable de la película. No tanto el del actor estadounidense John Turturro que, aunque evidentemente "adjudicado" para desengrasar, para darle cierto tono cómico a la base dramática de la historia, resulta exagerado por momentos, llegando casi a confundirse ambos personajes de ficción con tanta pirueta. Su sobreactuación tanto puede acabar cansando al espectador como valorarla de entre lo mejor de la película. En mi caso, lo primero.

Para tratarse de una película italiana, el dramatismo de "Mia madre" está bien administrado, sin excesos, aún desarrollándose en buena medida en el interior de un hospital. En su final, y como era previsible, la tragedia se va haciendo más intensa, aún sin llegar a los depresivos tintes de la excelente "La habitación del hijo". Por último, añadir que los sueños de inmersión/evasión de la hija de la interna (papel bien encarnado por Giulia Lazzarini) me han parecido las secuencias más logradas de esta estimable película.