Crítica de La mosca por MrPenguin

Como todo buen millennial que se precie, yo fui uno de esos que nunca se perdía Los Simpson a la hora de la comida y cuyo primer acercamiento a la historia de esta película fue precisamente con un episodio de la familia amarilla, concretamente con el especial de Halloween en el que Homer compraba un teletransportador de materia y Bart, para variar, acababa liándola gordísima. No tenía ni idea de que lo que acababa de presenciar era una parodia de la película de un tal David Cronenberg (que a su vez era un remake de la peli de 1958), pero fue entonces cuando mi padre me abrió los ojos y me hizo ver 'La Mosca' pocos días después. ¿El resultado? Una sucesión de escenas perturbadoras que me privaron del sueño durante días y que plantaron las semillas de una creciente fobia hacia insectos y bichos varios.

Sin embargo, vista de nuevo con los años por fin pude apreciar mejor la historia de Seth Brundle — el siempre carismático Jeff Goldblum—, un solitario científico cuya revolucionaria tecnología de teletransporte es desbaratada por la aparición de una pequeña e inofensiva mosca. Cronenberg hace uso de su ya característica obsesión por la carne, la tecnología y la fusión entre ambas para convertir lo que en principio parecía un relato cualquiera de ciencia ficción en un trágico romance y, posteriormente, en una grotesca historia de terror. El fantástico trabajo de maquillaje y efectos especiales artesanales ayuda no solo a potenciar ese factor terrorífico, sino también a que podamos empatizar con la grave situación de un Seth cuya metamorfosis no deja de ser una metáfora de la enfermedad, la pérdida de la identidad y la degeneración progresiva tanto de la mente como del cuerpo. Una propuesta tan interesante como inquietante que seguramente cause rechazo en muchos espectadores, pero a la que merece la pena darle una oportunidad. Ya sabéis, por si las moscas.