Crítica de El planeta de los simios por MrPenguin

Basada en la novela homónima de Pierre Boulle, 'El planeta de los simios' es, sin lugar a dudas, uno de los títulos más icónicos dentro del género de la ciencia ficción y una muestra más de que no hacen falta grandes efectos especiales para crear historias que logren trasladarnos a nuevas y fascinantes realidades. En este caso seremos testigos de la epopeya vivida por cuatro astronautas que, tras haber permanecido durante dos mil años en animación suspendida, se acaban estrellando en un extraño planeta en el que los simios son la especie dominante mientras los humanos, aquí mucho menos desarrollados intelectualmente, son tratados como bestias. Algo así como una evolución a la inversa que, sin embargo, acabó derivando en una sociedad no tan alejada de la que nuestros protagonistas habían dejado atrás. Un inquietante y distópico escenario que la película, de gran tono reflexivo pese a su fachada de cine de aventuras, aprovecha para lanzar una filosófica meditación sobre la naturaleza humana y sobre el papel que aspectos como el poder, la inteligencia o la religión tienen en ella.

Al fin y al cabo, es complicado no encontrar similitudes entre la forma en la que se sustenta la sociedad de los simios —gobernada a través del miedo, la intolerancia y la manipulación— y la que ha guiado a la propia humanidad en muchas etapas de su historia. La lectura subyacente de que el intelecto de cualquier especie siempre acaba conduciendo a repetir una y otra vez los mismos errores, si bien puede parecer bastante pesimista a primera vista, también plantea un interesante debate sobre qué es aquello que nos hace humanos y cómo influye en nuestra antropocéntrica posición con respecto al resto de especies. Un mensaje que no pierde fuerza por mucho tiempo que pase y que acaba culminando en un memorable final que, pese a ser uno de los más spoileados de toda la historia del cine, sigue dando un enorme valor a esta entretenida, estimulante y genialmente ambientada odisea por los rincones más oscuros de la condición humana.