Redactada: 2025-02-07
Para su primer largometraje, Pedro Martín Calero cuenta el guión de Isabel Peña, su toque es inconfundible en este relato abiertamente críptico y psicológico, que consigue construir en el tiempo una sensación de inquietud a la vez perceptible y esquiva, al tiempo que inquieta regularmente al espectador con sus desplazamientos temporales y sus bifurcaciones inesperadas. A pesar de una muy buena fotografía, falla en más de una ocasión a la hora de conectar la trama de una manera fluida. La fascinante parte central, a medio camino entre Lynch y Hitchcock, parece surgir de la nada (hasta el punto de que uno se pregunta si sigue viendo la misma película) y provoca que “El Llanto” se vuelva lenta dentro del ritmo seguido hasta el momento. Todo el trío de actrices está en sintonía con la película, ayudando a contrarrestar parte de la insulsez atribuible a la falta de experiencia del joven director.
Aunque la película está plagada de numerosos defectos, hay sin embargo varias escenas que nos recuerdan el innegable talento del director en su capacidad para hacernos sentir el miedo primario sin sentirse obligado a ceder a la cansina moda de los jumpcares exagerados. El cineasta ha elegido el género de terror para hablar de la violencia contra las mujeres, no desvela todas sus claves y plantea interrogantes sobre el tratamiento de los trastornos mentales en las mujeres, o de una sociedad ciega y necesariamente machista. En una época en la que las películas se sienten obligadas a explicárnoslo todo a rajatabla, también hay que felicitar al director y a la guionista por su voluntad de dejar vagos bastantes elementos de esta historia que, aunque puede interpretarse como una alegoría de la violencia patriarcal y de cómo ésta se transmite de generación en generación, deja suficientes puertas abiertas para que el espectador saque sus propias conclusiones.
Aunque la película está plagada de numerosos defectos, hay sin embargo varias escenas que nos recuerdan el innegable talento del director en su capacidad para hacernos sentir el miedo primario sin sentirse obligado a ceder a la cansina moda de los jumpcares exagerados. El cineasta ha elegido el género de terror para hablar de la violencia contra las mujeres, no desvela todas sus claves y plantea interrogantes sobre el tratamiento de los trastornos mentales en las mujeres, o de una sociedad ciega y necesariamente machista. En una época en la que las películas se sienten obligadas a explicárnoslo todo a rajatabla, también hay que felicitar al director y a la guionista por su voluntad de dejar vagos bastantes elementos de esta historia que, aunque puede interpretarse como una alegoría de la violencia patriarcal y de cómo ésta se transmite de generación en generación, deja suficientes puertas abiertas para que el espectador saque sus propias conclusiones.
Guion
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Banda sonora
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Interpretación
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Efectos
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Ritmo
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Entretenimiento
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Complejidad
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Credibilidad
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Fotografía
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Dirección
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